A través de los tiempos, se trató de desarrollar civilizaciones en este planeta, con la única finalidad de la evolución constante de todas las líneas y formas de vida en todos los reinos de la naturaleza (animal, vegetal y mineral). Muchas personas fueron enviadas a este plano, desde otros lugares del universo para preparar razas y pueblos. Esto lo encontramos en la mayoría de las historias antiguas de los pueblos del planeta, los cuales relatan estas invasiones y las guerras sucedidas en tiempos olvidados que los pueblos desconocen o llaman leyendas. El hombre más grande de los americanos, el más prominente e influyente del siglo XIX que vino en esa época a este plano, a desarrollar un papel trascendental de libertad fue Simón Bolívar. Su gesta histórica aún es motivo de inspiración y de defensa por la construcción de la Patria Grande para los latinoamericanos. No solo peleó en 472 batallas, derrotado solo seis veces; liberó seis naciones y navegó 123 kilómetros, más del periplo realizado por Colón; sino que sus ideas, proclamas, epístolas y documentos fueron escritos en 92 manifiestos y 2.632 cartas. El Padre Bolívar nunca conquistó, solo liberó y se enfocó en este objetivo para cumplir su juramento realizado en el Monte Sacro. Él mismo se auto definió como el más grande majadero de la historia, junto a Jesús Cristo y El Quijote; es decir, los tres grandes locos, necios e imprudentes de la vida, para él, coincidieron en un sueño de libertad que plasmaron como muestra de perseverancia, de dignidad, de delirio divino, enfrentándose a los molinos de viento, a los traidores, a los caínes, creados por el poder oscuro. Lejos de su patria, en su destierro, Bolívar percibió que su sueño de ver unidos en una gran nación a los pueblos liberados a costa de tanto sacrificio se esfumaba. Nos dio la gloria el libertador junto a su ejército de darnos una nación libre de los españoles, nuestra independencia y soberanía, proeza ésta que nos catapultó como un país liberador.
Hace más de 200 años Bolívar realizó el Congreso de Angostura en Ciudad Bolívar, donde intervino con su histórico "Discurso del Congreso de Angostura", para reafirmar nuestra independencia y soberanía, el cual representó el inicio y el punto de arranque en la historia republicana de otras acciones, cuyas estructuras institucionales tienen sus orígenes en las palabras emitidas por Bolívar durante ese momento histórico. Este discurso es tan vigente hoy como hace 200 años, las condiciones existen: en peligro la soberanía, a punto de perderse; los molinos de vientos representan los enemigos no tan imaginarios, el poder oscuro, el imperio, el capitalismo salvaje; los otros son los enemigos reales de la derecha; siguen los paecistas boliburgueses que junto a los anteriores quieren hacer la patria para la burguesía; luego, los fariseos que visten de rojo y están detrás de un cargo público defendiendo su bozal de arepa o su cargo de protector, de alcalde, de gobernador, que solo defienden su establishment, y por último los patriotas revolucionarios —esos que llama María Alejandra Díaz—, los resabiados, los rebeldes, los radicales, o más bien, los otros necios, locos, majaderos que no declinamos en nuestro compromiso patrio. Cito a Bolívar en su majestuoso discurso: "El amor a la Patria, el amor a las leyes, el amor a los magistrados son las nobles pasiones que deben absorber exclusivamente el alma de un revolucionario. Los venezolanos aman la Patria, pero no aman sus leyes, porque estas leyes han sido nocivas y eran la fuente del mal: tampoco han podido amar a sus magistrados porque eran inicuos, y los nuevos apenas son conocidos en la carrera en que han entrado…" Los venezolanos, el pueblo de a pié, los rebeldes, amamos la patria y sabemos que contamos con las mejores leyes del mundo; con una Constitución que recogió el sentir de todo el poder popular, el poder constituido, y se plasmó gracias a Chávez, mediante la convocatoria de una Asamblea Constituyente; pero, éstas no se cumplen gracias a un sistema judicial corrupto, que retarda los procesos, que es inoperante en aplicar la justicia o se hace cómplice de ésta, sobre todo si es funcionario del gobierno; tampoco aplica la justicia a los apátridas ultraderechistas, al contrario los protege.
Emocionado Bolívar en su oratoria, manifiesta que "Si no hay un respeto sagrado por la Patria y por las leyes, y por las autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo: es un conflicto singular de hombre a hombre, de cuerpo a cuerpo". Mejor no lo pudo haber definido Bolívar en estos tiempos: estamos en un abismo, en una confusión, al borde de perder nuestra Patria; el conflicto no es singular, es plural, pues ya no será una lucha de cuerpo a cuerpo contra los enemigos reales, fariseos y paecistas, sino una batalla que puede ir más allá de nuestras fronteras, porque el proyecto revolucionario de Bolívar se hizo millones en este continente, aún la espada de Bolívar camina por América Latina para liberarnos del imperio más genocida de esta era. Si no fuimos colonia de un imperio, esta vez tampoco seríamos el patio trasero de los EE.UU., ni sometidos con bloqueos ni con invasiones. Estamos en una sociedad confusa creada por los propios órganos del Estado, por quienes tienen el poder, que ha dividido la vieja y naciente izquierda, llamando a los primeros trasnochados y a los últimos los verdaderos leales; ha pactado con la burguesía echando por la borda todas las políticas económicas y sociales que empleó Chávez contra esta clase dominante que subyugó al país en la miseria y el dolor en la era puntofijista y en la era post chávez, sepultando el proyecto del comandante. Como Bolívar estoy convencida de que como otrora el gobierno de Venezuela debe reformarse hacia un mejor destino, hacia la Patria Socialista, y aunque muchos compatriotas piensan como yo, no todos de la "nueva izquierda" tienen el arrojo necesario para profesar públicamente la adopción de nuevos principios, de protestar contra el cambio de rumbo por el irrespeto a nuestra soberanía, de unirnos para avanzar en el proyecto de Chávez, de terminar con el yugo de la imposición de la vieja burguesía y la boliburguesía que se derivó de estos gobiernos. Esta consideración debe instarnos a tomar la iniciativa en dar avisos a los consejeros del pueblo, porque solo el pueblo salva al pueblo, fundando el Estado Comunal.
Bolívar como guía enviado a este plano para ayudar a una nación a evolucionar, como gran visionario y estratega militar, nos dejó las herramientas para salir de este abismo "para sacar de este caos nuestra naciente República —la que fundó Chávez—, todas nuestras facultades morales no serán bastantes si no fundimos la masa del pueblo en un todo: la composición del gobierno en un todo: la legislación en un todo y el espíritu nacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, debe ser nuestra divisa. La sangre de nuestros ciudadanos es diferente; mezclémosla para unirla… Que este edificio —el gobierno burgués— monstruoso se derribe, caiga y apartando sus ruinas, elevemos un templo a la justicia, y bajo la Carta Magna dictemos un Código de Leyes Venezolanas..." que ayuden a sacarla del abismo. "Vosotros estáis llamados para consagrar o suprimir cuanto os parezca digno de ser conservado, reformado, o desechado en nuestro pacto social… porque no todos los corazones están formados para amar a todas las beldades, ni todos los ojos capaces de soportar la luz celestial de la perfección". Un Gobierno Bolivariano debe ser el de Venezuela, como lo plasmó Chávez, y sus bases deben ser la soberanía del pueblo.