Diario de una Cuarentena. Capítulo 265

Cuando nuevamente la Covid 19 toca las puertas de tu casa

Viernes, 01/10/2021 09:36 AM

A 565 días de enfrentar una dura contingencia en Venezuela producto de la pandemia global de la Covid 19, en su semana 81 y siendo el día viernes 01 de octubre de 2021, hoy nuevamente quiero escribir desde la razón tremendamente amorosa y muy humana, que fue lo que en realidad me movió a tratar de sacar esta columna.

Sin duda muchos se sorprenderán que luego de una ausencia de casi una semana sin escribir, trataría el tema de la implementación del Bolívar Digital, o de las denuncias del presidente Maduro sobre la nueva infiltración mercenaria desde Colombia de cara a un nuevo baño de sangre en nuestro país o de recordar los 7 años del vil asesinato del diputado Robert Serra y de María Herrera. De esos temas podría referirme más adelante, si la agenda así lo permite.

Pero hoy quiero mostrar ese lado humano y sensible, porque como lo dijo el propio Chávez citando a algún actor por ahí: "Nada humano me es indiferente".

Recuerdo que hace un año, en medio de esta terrible pandemia que azota al mundo, en fecha 5 de septiembre de 2020, en la edición número 80 de esta columna, manifesté que estos Diarios de Cuarentena pretendían relatar desde mi perspectiva humana parte de las vivencias de esta cuarentena. Indudablemente esto sin renunciar a mis labores de analista político con P mayúscula, y que debo reconocer, en la mayoría de los casos se ha impuesto a esa humanidad que aquí planteo.

No obstante, ha habido momentos en que esa humanidad, más allá de cierta frialdad que podría caracterizarme, ha aflorado en toda su dimensión.

Pese a que ya tenemos un poco más de año y medio atravesando este difícil camino, y con una experiencia lidiando con este terrible mal, uno nunca está 100% preparado para lidiar con este virus. Como muchos y muchas de ustedes, seguramente deben tener algún familiar, amigo o conocido que habrá tenido Covid 19, y hasta algunos fallecidos por esa terrible enfermedad.

Recuerdo cuando el 28 de abril de este año, dirigiéndome de Caracas hacia Puerto Ordaz, el conductor de la empresa que nos prestó ese traslado nos reveló a los pasajeros que íbamos que él es uno de los sobrevivientes de Covid 19 y nos relató esta experiencia. Fue un relato muy aleccionador que no olvidaré jamás.

Y ese conductor es una persona muy agradable y que en ese momento me dio una gran lección de vida.

Él supo afrontar su convalecencia con mucha fortaleza, pese a los problemas respiratorios que tuvo, pero si nos decía que, en caso de salir contagiado, no perder la fe, el optimismo, y estar siempre en la medida de lo posible de buen ánimo.

También recuerdo que nos dijo que la Covid 19 es una rifa que cualquiera podría ganarse aunque no lo quiera. Por ello hay que prepararse para ello. Entiendo el contexto y el sentido que esta persona quiso darle a esta expresión, que no es la misma de aquellos que señalan como una manera de relajar las necesarias normas de bioseguridad: "A todos y a todas en algún momento nos dará Covid 19".

No digo que posiblemente a algunos y algunas podríamos resultar contagiados o contagiadas, pero si todos hacemos un esfuerzo, creo que podemos evitar que este terrible mal siga haciendo daño. El problema con el coronavirus 19 es lo impredecible que puede comportarse de un organismo a otro, y de ahí las mutaciones que ha tenido y el por qué algunos lo han superado y otros no.

Pero cuando hice mención a la edición 80 del Diario de Cuarentena, es porque en aquella oportunidad me tocó referirme al lamentable fallecimiento de una tía a quien quise mucho, víctima de esa terrible enfermedad y justamente cuando la atacó, ella tenía unas condiciones de comorbilidad que, como era previsible complejizarían su cuadro clínico, como en efecto ocurrió.

Asimismo, un mes antes del fallecimiento de esa entrañable y querida tía en Caracas, en la edición sesenta y siete mencioné cuando la Covid 19 tocó en una fecha similar a esta las puertas de mi casa y en mis labores, pero específicamente en la edición sesenta y dos de esta columna, cuando mi entrañable amigo y hermano, el doctor Félix Gustavo Valerio Matihuán falleció a causa de esta terrible enfermedad.

Recuerdo que en aquella oportunidad señalé que escribía con una lágrima en el corazón. Recordé cuando conocí a Valerio cuando estudiaba el segundo año de la carrera de Derecho y él fungió como mi profesor de Derecho Civil II y que luego los avatares de estos mundos, de la vida y la política me llevaron a compartir con él destinos comunes como miembros del entonces Comando Táctico Regional del Movimiento Quinta República, él como Director de Organización y Política Electoral y yo como Director de Formación e Ideología. Esto nos llevó a la realización de giras y reuniones, además de ser compañeros de trabajo en la Asamblea Nacional de la República Bolivariana de Venezuela junto con el entonces diputado Rafael Ríos. Imposible olvidar de Valerio las charlas que compartimos, y aunque a veces discrepara de él, siempre lo admiré y respete. Un maestro para mí en el arte de la bonhomía y a cultivar la alegría y el buen humor, aunque reconozca que por momentos me pierda en ese camino.

Hasta por mi mente pasaron en aquella oportunidad hasta unos tragos que en alguna oportunidad compartimos en el famoso mercado de la 45 en San Félix y que recuerdo con nostalgia porque allí quedó un pedazo de una de mis vidas. Y en un momento no recordé más nada, y cuando reaccioné estaba en casa con tremendo ratón. Bueno, parte de las pocas travesuras que nos pudimos permitir en algún momento.

Tampoco olvidaré apreciado hermano, aquella vez que te metiste en aquella oficina de CVG, junto a nuestro común amigo Noel Rodríguez. Y en un momento en el que sentía que me habían arrancado el alma, y tú me diste aquél mensaje duro, pero necesario para esta nueva etapa de la vida que he iniciado desde hace poco más de año y medio. Esas palabras que me dijiste aquél día, nunca las voy a olvidar apreciado hermano.

Fueron unas líneas, que escribí en aquella oportunidad con mis sentimientos y con lo que había desde lo más profundo de mi corazón. Y en este momento, en estas líneas cuando escribo esto, estoy tratando de hacerlo nuevamente.

También cuando recordé el fallecimiento de mi tía, cuando la acompañamos dentro del protocolo de bioseguridad hasta la entrada del camposanto donde deseo mi tía ser sembrada junto al que fue su compañero de toda la vida, mi tío Hernán, le dimos hasta donde pudimos pasar el último adiós, sin dejar de recordar que fue como una madre también para mí. Cuantas imágenes se me vienen a mi cabeza desde mis primeros años de vida, o hasta el toddy (bebida achocolatada que me fascina y que en mis ratos de mal humor eso por arte de magia me los disuelve) siempre me dejaba y de varias conversaciones que tuve con ella en su momento y cuando visitaba su casa allá en Los Chaguaramos.

Como muchos de ustedes saben, desde hace rato me autoimpuse la tarea de llevar seguimiento no sólo al número de contagios diarios de la Covid 19 en el país, sino las cifras de recuperados, fallecidos y casos activos no sólo a nivel nacional sino por estados de este terrible virus. Pero sé que a veces las frías cifras no expresan la magnitud y el impacto de esta terrible enfermedad sino cuando te toca muy de cerca.

Lo digo porque más o menos por el mes de marzo, encontrándome en Caracas por razones laborales, me enteré que dos hermanos y una cuñada de Puerto Ordaz tuvieron una "gripe" con síntomas muy similares a la Covid 19. Mi madre les hizo todo el tratamiento en base a medicina natural, y así fue como logró sacarlos del cuadro. Pero todo indicaba que tuvieron Covid 19. Tal vez por eso esa información en aquel momento no me impactó tanto.

Pero en esta oportunidad, cuando me encontraba preparándome para mi retorno a Caracas, para algunos compromisos laborales, electorales y de diversa índole, mi madre me comenta que mi cuñado, pareja de una hermana que también vive en Caracas, el sábado había ido a limpiar un apartamento en La Florida con una prima el sábado 25 de septiembre, y al regresar a su casa, en horas de la tarde, empezó a sentir una serie de malestares. Él pensó inicialmente que eso sería por la creolina y otros productos usados en la limpieza, pero cuando al día siguiente sentía que los síntomas se habían agravado levemente, pero además había perdido el olfato, ahí comenzó a preocuparse, contactando con un hermano que tengo que es médico y que vive en Perú, y que ha tratado pacientes Covid 19 y por los síntomas que describió mi cuñado, mi hermano le recomendó que se hiciera un PCR.

El lunes 27 de septiembre así lo hizo mi cuñado, y en horas de la tarde de ese mismo día cuál fue la sorpresa de que efectivamente y de acuerdo a los resultados de esa prueba, mi cuñado dio positivo a la Covid 19.

Al saber esa noticia, inmediatamente mi hermana el día martes 28 de septiembre de 2021 procedió a hacerse el PCR, y en horas de la tarde cuando le dieron los resultados de la PCR, se confirmó lo que temíamos. Mi hermana también dio positivo a la Covid 19 al igual que la prima de mi cuñado.

Fue cosa de Dios que el suegro de mi hermana, luego de más de año y medio confinado, y después de haberse colocado sus dos dosis de la vacuna rusa Sputnik V, decidió viajar a su país, Colombia, para estar 8 meses allá. En estos momentos, mi cuñado, mi hermana y la prima de mi cuñado guardan su cuarentena y convalecencia en total aislamiento y cumpliendo el tratamiento que les ha indicado mi hermano, el tío y un primo de mi cuñado, que también son médicos y que están constantemente monitoreando su situación.

Afortunadamente, y es justo decirlo, mi hermana, mi cuñado y su prima ya tenían sus dos dosis de la vacuna Sinopharm, por lo que los síntomas que presentaron por esta infección según lo que me han comentado han sido muy leves, por lo que se espera que su recuperación sea muy pronta.

Y no solamente han sido ellos los afectados. Una semana antes de enterarme de la noticia de la infección por este virus de mi hermana, su compañero y la prima de la pareja de mi hermana, también me enteré que un entrañable amigo, casi padre. Maestro no sólo mío sino de generaciones y que hoy el país le confió una responsabilidad diplomática de importancia, también resultó positivo por infección de Covid 19 junto a su familia. Quiero también desde aquí seguirle enviando mis mejores deseos para su pronta recuperación junto a los suyos, así como se lo he manifestado muchas veces en privado, sin dejar de agradecerle, además de la formación política que me ha dado, unos hermosos relatos que ha escrito, y que me han reconfortado el alma en momentos muy difíciles que me ha tocado vivir recientemente.

Pero estos casos que me han tocado de cerca y que han permitido que aflore mi humanidad, es que me quiero permitir hacer y compartir las siguientes reflexiones.

Como ya lo indiqué, uno nunca está preparado totalmente para afrontar la noticia de que un ser querido pueda contagiarse de Covid 19 y cuando esto ocurre, siempre la noticia te impacta. Por eso, en el caso familiar que les he descrito y de la amistad, indudablemente que esas noticias en las primeras de cambio me impactaron, aun cuando afortunadamente son casos con síntomas muy leves gracias a las vacunas.

Por otra parte, me preocupa el grado de inconciencia de cierta gente. Hace un poco más de tres semanas, cuando salía junto a mi madre para la compra de un calzado antes de mi viaje a Caracas, mi madre y yo pudimos constatar a una joven madre que tenía a un niño como de dos añitos sin la mascarilla de protección contra el coronavirus. Mi madre con mucho respeto le preguntó a esta muchacha que donde estaba el tapaboca del niño y por qué no se lo colocaba para protegerlo. La respuesta de la joven fue no sólo desconsiderada sino además muy grosera, que me tocó intervenir para cuidar y proteger a mi madre. Una persona totalmente inconsciente que dios quiera que ni su niño ni ningún familiar resulte contagiado de esta terrible enfermedad para después lamentarse por no haber tomado las medidas de bioseguridad que pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.

Más allá de que mi viaje se posponga por una semana más, esperando la recuperación de mis familiares, que además del afecto y el cariño que me une a ellos, me apoyan logísticamente con algunas cosas durante mi permanencia en Caracas, el llamado es a la conciencia y a la reflexión de los que puedan leer estas líneas. Caracas, Miranda y la Guaira están minadas de Covid 19, por lo que hay que extremar las medidas de bioseguridad para poder así cortar las cadenas de transmisión del virus. Incluso sugeriría en esas entidades federales que en vez de una semana de cuidados especiales, o de cuarentena radical, sea de dos semanas, hasta lograr un descenso importante no sólo del número de contagios, sino del denominado factor Rt o de reproducción, la incidencia, la prevalencia y los casos activos de esta enfermedad.

Pero, sobre todo, y acá quiero dirigirme a los afectos que sé que me siguen, que me leen. A aquellos y aquellas a los que hace algún tiempo o recientemente pude hacerles alguna pataleta o haber tratado de herirlos y que queriendo expresarles esto, tal vez por ser malinterpretado no pudieran entender la razón del mensaje que quiero transmitir luego de este extenso, pero necesario relato. Extremen las medidas de bioseguridad y protéjanse, no sólo por ustedes, sino por sus familiares más cercanos, por hijos, hijas, nietos, nietas. No hagamos que aún sin haber salido de la segunda ola por encontrarnos en una meseta alta, entremos en una tercera que no solo pueda atentar con la meta de una flexibilización amplia durante los dos últimos meses del año, sino que colapse el sistema de salud y enlutar a muchos hogares venezolanos. Todo esto lo señalo por el bien de todas y de todos.

Esto lo hago desde lo más profundo de mi corazón, desde mi humanidad, cargada de mucha sensibilidad, pero que espera tocar no sólo su conciencia sino la fibra más sensible de sus corazones y que aportando todas y todo nuestro granito de arena, más la vacunación que se viene haciendo, podamos derrotar ese terrible virus.

Ya para ir finalizando, al amigo, al maestro, al diplomático que mencioné con su convalecencia, espero que siga saliendo y mejorándose cada día usted y los suyos, y tener noticias muy pronto de que ya superaron esa enfermedad para retomar un conjunto de proyectos e iniciativas pendientes.

Para mi cuñado, hermana y a la prima de mi cuñado, les manifiesto por acá lo que les dije ya en privado: Sé que muy pronto estarán totalmente restablecidos, cuídense y sigan cumpliendo al pie de la letra con el tratamiento. Recuerden que los queremos mucho, y que tan pronto esté por Caracas, celebraremos ese nuevo emprendimiento en el que andan y que sólo ha entrado en un pequeño receso producto de este bache de la vida que pronto van a superar. Les mando un fuerte abrazo y mis mejores energías.

¡Viviremos y Venceremos!

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