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¿Quién a estas alturas, puede alarmarse o escandalizarse por lo que, por ejemplo, acaba de escribir en un twitter doña Eva Golinger? ¿Quién a estas alturas de nuestra historia, en medio de tantos canallas traidores, puede venir a creer en un gringo, en una gringa o en un europeo, después de que hemos sufrido tantos fiascos y chascos, desde el mismísimo momento en que mediante una gran trama internacional, unos tipos que decían dedicarse a lo más sublime del pensamiento liberal, vienen conforman un círculo hermético para asesinar a Bolívar y a Sucre? Doña Eva Golinger escribió en su twitter, refiriéndose a Alex Saab: "No es verdadero diplomático. Es un hombre d negocios corrupto q tiene mucha información comprometedora y sensible sobre personas muy poderosas en Venezuela. Lo nombraron diplomático después del arresto porque muchos temen lo q podría hacer con la información q tiene".
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Después que uno ha leído la extraordinaria obra "La CIA y la guerra intercultural" de Francis Stonor Saunders, repito, no puede creer en un solo gringo ni en un solo europeo por más humano o sabio que parezca. Yo, por ejemplo, no creo ni en Noam Chomsky, para decirlo por todo el cañón. ¿Quién podía imaginar, que toda esa alta gama de supuesto genios con los que uno se formó durante la juventud, en busca de ideales sublimes de libertad y justicia, trabajaron casi todos por los intereses explotadores y criminales de Estados Unidos y los imperios europeos: Bertrand Russell, Hemingway, George Orwell, Benedetto Croce, John Dewey, Karl Jaspers y Jacques Maritain, Salvador de Madariaga, Reinhold Niebuhr, Theodor Heuss, Leopold S. Senghor, Ernst Reuter, Jayaprakash Narayan? Esto es así, porque además, a los gringos y europeos les meten desde niños en la cabeza que el modelo de la justicia, de la libertad y de los negocios no puede ser otro que el de Occidente, y contra eso realmente nunca pueden luchar ni lograr cambiarse a sí mismos.
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En los años cincuenta, la CIA consiguió hacerles un muy fino y cuidadoso lavado de neuronas a muchos militantes de izquierda. Se lo hizo nada más y nada menos que al famoso novelista Ramón J. Sender, quien llegó a ser Comandante de un gran escuadrón en la Guerra Civil española. Don Ramón fue conquistado (o seducido) por intermedio de la señora Florence Hall, quien trabajaba para la Sección de Asuntos Culturales Latinoamericanos del Departamento de Estado norteamericano, y con quien terminó casándose.
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Este tipo de conquistas o seducciones, por parte de ciertas damas muy cultas y por parte de revolucionarios "desengañados", se adaptaba perfectamente a las instrucciones que entonces impartía el escritor húngaro (ex bolchevique) Arthur Koestler, quien sostenía que la mejor manera para destruir a los comunistas era utilizando ex comunistas. Para Koestler los escritores como Sender resultaban perfectos para ser utilizados como puntas de lanza contra el comunismo.
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Para principios de la década de los cincuenta, la CIA incluyó a Sender en la lista de los INC (Non-Comunist Left: No Comunistas de Izquierda). Según Koestler, la fe no sólo sirve para mover montañas sino para hacerle creer a la gente que un arenque es un caballo de carreras. Entonces, fue cuando, de acuerdo con el experto en asuntos latinoamericanos y asesor de J. F. Kennedy, Arthur Schlensinger, se dio inicio a una «revolución silenciosa» dentro de los frustrados y desesperados ex comunistas.
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El estudio del uso planificado de la propaganda norteamericana para comunicar ideas, para producir comportamientos, opiniones, actitudes y emociones para que cierta élite consiga moverse en la dirección «correcta», provocaba estragos en las filas comunistas. El Departamento de Estado norteamericano invirtió en este proyecto de guerra psicológica tanto o más que lo proyectado para el Plan Marshall. Mejor dicho, este mismo Plan formaba parte de ese abismal encantamiento para apartar a la intelectualidad europea de la fascinación por el marxismo o el comunismo. Frente al gran interés que después de la II Guerra Mundial volvió a despertar la revolución bolchevique, Estados Unidos puso en marcha una devastadora maquinaria secreta de espionaje y de persuasión intelectual mediante la cultura.
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Así como sostenía Francisco Umbral, que el escritor es la puta más cara del político, para Washington esta clase es la que define la dirección de los pueblos y acaban imponiendo los liderazgos, valores morales y pensamientos dominantes en cada región. Por lo que, a la luz de todos estos hechos, estoy profundamente convencido de que el "pueblo gringo" no se diferencia en nada de sus gobiernos. Ambos son idénticos: aprovechadores de los recursos de las naciones pobres e indefensas, complaciente con los genocidios y con las invasiones que llevan a cabo sus transnacionales por el mundo. Gringo es gringo y su apellido es la CIA.
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De modo, pues, que aquella "rebelde", aquella otrora "Pasionaria Roja" doña Eva Golinger, viene y cree en la justicia gringa, en la que invade pueblos y asesina con mentiras, asedios y bloqueos a centenares de países en el mundo. Ella está tan feliz como Iván Duque de que sus gringos, en un poderosos acto de pratería, hayan secuestrado a Alex Saab.
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Con los flirteos de doña Eva me ha venido también a la memoria el caso del "poeta y documentalista" gringo Clifton Ross, quien definido "como promotor del chavismo en EE.UU. y quien acabó desencantándose y renegando del régimen chavista".
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A partir de 2002, luego que se le infligiera el 11-A una tremenda derrota a EE UU, aparecieron en Mérida una especiosa nube de gringos, canadienses y europeos dándoselas de chavistas, entre los que más destacaban estaba el fulano Clifton Ross. Este señor me hizo una entrevista que incluyó en uno de sus documentales. Yo acepté la entrevista teniendo en cuenta que este señor era un agente encubierto. Se presentaba como un hombre muy humilde, encogidito, muy pobre, dulce y amable, pero así andaba recorriendo casi toda Latinoamérica. El filósofo Franz Lee cuando conoció a Clifton Ross, no le quedó ninguna duda que era un agente de la CIA, y así me lo hizo saber.
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A Clifton Ross se le tenía por "escritor, traductor y poeta estadounidense, titulado en Escritura Creativa, con un magíster en Inglés, en San Francisco, California. Se aprovechó todo lo que pudo de nuestro gobierno revolucionario, participando en Festivales de Poesía y viajando con viáticos, comiendo a cuatro carrillos a costa nuestra. Él confiesa que "a mediados de la década del 2000 se dejó cautivar por el chavismo, que vivió en Venezuela donde escribió a favor del régimen e incluso hizo un documental sobre ese país. Vio caer el socialismo en la Unión Soviética, en Europa del Este, se desencantó del sandinismo y ahora es testigo de cómo el "último bastión" del llamado "socialismo del siglo XXI" enfrenta su peor crisis. Dice que se arrepiente de haberse dejado engañar por el sistema que promovía Chávez, que ahora está convencido que llevó al país petrolero a la ruina… ahora está convencido de que la revolución bolivariana se trató de un fraude, cometido por un narcoestado autoritario, dirigido por una mafia incompetente. Subraya que Chávez gobernó en una época con precios récord del barril de petróleo; pero dejó una economía en ruinas, con una deuda inmensa… "Chávez fue un experto en exacerbar o exagerar estos opuestos para mantenerse en el poder, igual que Maduro… Siento muchas veces que fui tonto. Sí me arrepiento. Estoy agradecido a los chavistas por desencantarme del socialismo y del comunismo". ¿En qué puede diferenciarse Clifton Ross de doña Eva Golinger, díganme?
Mi credo: "Todo gringo es en potencia un agente de la CIA"… Desde George Washington a Eva Golinger…
Por: José Sant Roz
Viernes, 22/10/2021 08:49 AM