157 años del nacimiento de José Gregorio Hernández

Martes, 26/10/2021 09:37 AM

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José Gregorio Hernández (25 de octubre de 1864-29 de junio de 1919) con su vida y obra siempre llamará la atención y será blanco de discusiones y polémicas ya que representan uno de esos pocos casos en la Historia de la Medicina Universal cuando se alcanza la inmortalidad tanto en los recintos académicos como en los altares.

Los estudiosos de la historia de la medicina venezolana dicen que la misma comprende tres periodos importantes asociados a sendos médicos : el primero corresponde a la creación de la primera Cátedra de Medicina en la Universidad Real y Pontificia de Caracas (futura UCV) en 1763 por el Dr. Lorenzo Campins y Ballester, el segundo lo lideriza el Dr. José María Vargas con la fundación de la Facultad de Medicina en 1827 y el tercero lleva la impronta del Dr. José Gregorio Hernández, fundador de la medicina experimental en el país en 1891.

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El 31 de julio de 1889, durante el gobierno de Juan Pablo Rojas Paúl, se decidió enviar a Paris a un médico de la Universidad Central para estudiar microscopia, bacteriología, histología normal y patológica y fisiología experimental con el objeto de crear laboratorios en cada una de esas especialidades. Fue seleccionado el Dr. José Gregorio Hernández con la misión de adquirir los instrumentos para la instalación de los laboratorios. Hernández estudio dos años en Francia y a su regreso fundó el laboratorio de fisiología experimental y bacteriología .El 4 de noviembre de 1891 el Ejecutivo Federal creó los estudios de histología normal y patológica, fisiología experimental y bacteriología. Al siguiente día, 5 de noviembre de 1891, José Gregorio Hernández fue designado profesor de las nuevas cátedras. Nacía la medicina experimental en Venezuela y en América.

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Antes, al terminar la universidad, siendo el mejor estudiante, José Gregorio Hernández ejerció como médico de provincia. Su labor la desempeña en los pueblos de Trujillo, Mérida y Táchira. En 1888 visita los hospitales de Maracaibo y Curazao. Le llama la atención la estructura física de los mismos y la funcionalidad de los diferentes departamentos.

En Betijoque examina a varios enfermos. Entiende que tiene mucho que aprender todavía y empieza a soñar con viajes a Europa para perfeccionar sus estudios.

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Sus pacientes mejoran, pero le preocupa la actitud supersticiosa de la gente, por eso afirma : "Es muy difícil curar a esta gente a causa de las preocupaciones y ridiculeces tan arraigadas en el alma popular, creen en el daño, en las gallinas y vacas negras, en las palabras misteriosas con que acompañan sus remedios y en multitud de supersticiones que revelan su atraso e ignorancia".

Continua su labor médica.: examina enfermos con disentería, asma, tuberculosis, reumatismo. Consulta sus libros. Se queja de la falta de medicamentos y de las condiciones adversas de la provincia para seguir perfeccionándose en el arte de la medicina. no obstante, practica con los instrumentos que tiene a la mano. Piensa que algún día trabajará con el microscopio y le hace seguimiento minucioso a la evolución de sus pacientes. Afirma que para la práctica lo que se necesita saber es cómo se examinan los diferentes órganos .

A su regreso de París José Gregorio Hernández examinaba a sus pacientes en el hospital, en las casas y en su propia habitación. Recorría Caracas a pie visitando a los enfermos. Su paso era rígido , dirigía la vista al suelo y siempre rezaba.

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Nunca uso maletín a pesar de algunas litografías que lo representan portándolo. Tomaba el pulso, media la fiebre. No usaba estetoscopio, auscultaba directamente a través de un pañuelo. No se sentaba y escribía el récipe de pie.

Razetti dijo que José Gregorio Hernández "fue médico profesional al estilo antiguo, creía que la medicina era un sacerdocio del dolor humano, siempre tuvo una sonrisa compasiva para la envidia y una caritativa tolerancia para el error ajeno".

El Dr. Temístocles Carvallo , sobrino de José Gregorio Hernández escribió sobre su tío : "De simpático y distinguido talante, sabía acercarse al lecho del paciente , y en postura casi humilde, de ordinario con los brazos cruzados sobre su pecho, escuchaba la historia, escudriñando con mirada viva y penetrante cuanto merecía tenerse en cuenta".

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Con el tiempo llega a ser el médico más famoso de Caracas. Lo llamaban los pobres, los ricos y sus antiguos maestros le consultaban los casos difíciles. La mayoría de las veces pagaba las medicinas de los más necesitados.

u popularidad crecía tanto que la compañía telefónica, recién instalada en Caracas, le otorgó el teléfono número uno para que realizara su trabajo.

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Además del ejercicio práctico como médico José Gregorio Hernández fue uno de los 35 fundadores de la Academia Nacional de Medicina, institución cuyos orígenes se remontan al año 1893 cuando se instaló en Caracas la Sociedad de Médicos y Cirujanos, propugnada por Luis Razetti, Santos Dominici y Francisco Rísquez. En 1894 desapareció esa sociedad y Razetti redactó el proyecto de ley para la fundación del Colegio de Médicos de Venezuela, el cual se transformó en la Academia Nacional de Medicina el 11 de junio de 1904.

Hernández ocupó el sillón XXVIII desde la propia fundación de la Academia y se interesó vivamente por el debate sobre el origen del hombre que se efectuaban en la misma. Se declaró creacionista lo que no lo obstaculizó para seguir el riguroso método científico en su profesión. Es así como escribió el primer texto de bacteriología del país (Elementos de Bacteriología) y fundó el primer laboratorio de fisiología experimental, demostrando ser un pupilo destacado de su profesor Charles Richet, Premio Nobel en 1913.

Fuente: https://drive.google.com/file/d/1W5PqS3WtwROiHWlvKzG2mIMEDt0kt2pC/view

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