Sacrificar el pueblo a la nación, hay que darle carácter e individualidad histórica

Miércoles, 27/10/2021 09:09 AM

—"La paz en Nuestramerica y la paz en Rusia, la paz en China tienen en nuestra política igual significación. El hogar y el mundo se llama una gran novela de Rabindranath Tagore, título que suena a este respecto como imagen que caracteriza nuestras acciones".

Podemos permitir que Estados Unidos: Sería posible, por un tiempo, aplastar, obligar, sobornar, quebrantar y destruir. Pero solamente por un tiempo. Desde el punto de vista de la política a largo plazo, de la gran política, nadie logrará someter al pueblo. Por consiguiente, hay que establecer relaciones basadas en la igualdad. Todos debemos comprenderlo. Además de las realidades anteriormente mencionadas, ecología, revolución científico-técnica e informática, obligan a respetarnos mutuamente y a respetar a los demás".

Pretender sacrificar todas y cada una de personas de Nuestramerica, ¿no es pura idolatría pagana acaso? ¿No es una crueldad turbar la calma de los sencillos, y turbarla por una idea? No la hay, por grande que sea, que valga la paz interior de un pueblo, la verdadera paz, la plenitud del "idiotismo". El enredar al pueblo en la lucha por la vida histórica de la nación, ¿no los distrae y aparta de luchar por su propia vida eterna? La conquista de la paz no es nada para todos aportadores del nuevo paganismo, que quieren aplastar al pueblo, al sencillo, al idiota, al manso, al pacífico, al pobre de espíritu."

Recortar la base material de la carrera de los armamentos y trasladar los medios economizados a capítulos de desarrollo. La amenaza de guerra no es solamente un grave stress que traumatiza la salud del espíritu. La carrera de los armamentos es también la distracción de ingentes recursos materiales, intelectuales y de otra índole y, en correspondencia, el privar al pueblo de los medios indispensables para mejorar sus condiciones de existencia, lo que significa la reducción de sus posibilidades de enriquecer a la sociedad con su creación.

Estos criterios se basan en el respeto del derecho de cada pueblo a la opción económica y política independiente. Esta es una cuestión de principios. Si no se reconoce este principio de partida, entonces no me imagínanos sobre qué base pueden asentarse las relaciones internacionales de nuestros días. Si se renuncia a ese principio y no se utiliza en la construcción de las relaciones internacionales de hoy, están condenadas al caos.

No puede haber relaciones internacionales normales si no se reconoce a cada pueblo su derecho a la elección. Tan sólo al pueblo de uno u otro país pertenece el derecho a decidir por qué camino ir, qué ideología sustentar, qué formas de organización política utilizar, y éste es su derecho soberano. Y, por cierto, que la mayoría de los países pasó por este camino de elección. ¿Por en un caso se reconoce el derecho a la elección y en otro no, o con gran demora? ¿Acaso se puede privar a alguien del derecho a la elección? Esta es la remisión general a comprender por qué surgen los conflictos. Surgen allí donde desde fuera obstaculizan la iniciativa del pueblo paras ejercer su derecho legítimo.

El mundo heredado por nosotros pertenece a las generaciones presentes y futuras, y esto exige que se dé prioridad a los valores humanos generales. Debe reconocerse que cada pueblo y cada ser humano tienen derecho a la vida, a la libertad, a la paz y a desear la felicidad. Es indispensable renunciar al empleo de la fuerza y a la amenaza de emplearla. Debe respetarse el derecho de cada pueblo a elegir lo que le convenga: en lo social, lo político, lo ideológico.

—"Consideramos que hoy, estas relaciones atraviesan un periodo nada fácil. Pero no las contemplamos sin esperanza y hacemos cuanto podemos, comprendiendo pasos y reales, para crear una atmósfera que propicie unas mejores relaciones y el diálogo político".

¡La Lucha sigue!

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