¡Campesino que estás en la tierra, marinero que estás en el mar! Acérquense para que vean cómo se nos salió el estúpido tan solo porque el dictador llegó a controlar el trabajo que estaba haciendo su gente en la UCV. Carajo, si usted es empresario y manda a hacer un trabajo, es bueno que sepa cómo va esa vaina. Ah, que no, que la autonomía no lo permite, por favor, amigo, se trata de embellecer y limpiar una ciudad que nosotros la volvimos un cochinero. Nosotros hemos estado ahí en el Aula Magna presentando actos políticos del carajo. Ahí nos reunimos con la Coordinadora Democrática, y en una de esas reuniones pusimos la música de un cantor del pueblo, como dicen los chavitas, es decir, de Alí Primera, y se armó la de Dios es Cristo. Es decir, que nosotros hemos utilizado el sagrado recinto del Aula Magna, y bajo las nubes de Calder, hemos gritado las palabras libertad, libertad, clac, clac. ¿O nos olvidamos de esa vaina? Nuestra compañera, la eterna rectora García, estuvo presente en esos actos llenos de gloria, libertad y amor. Ella ya se olvidó que en esos espacios del Aula Magna aplaudió con nosotros, que fuimos tan sinceros. Lo que pasa es que después, ante tanto coñazo que hemos llevado, nos olvidamos de la UUUUCV, y aquello se vino abajo. Monte por aquí, techos que se caen, pupitres hechos mierda, botes de agua, vidrios rotos, murales olvidados, y carajo, ¿nos vamos a oponer a que el dictador le ponga cariño a lo que nosotros hemos destruido? Que venga ese hombre a reparar la materia que nosotros no hemos reparado porque ni siquiera estamos interesados en pasar esa vaina. Recuerdo que una de las veces que he visto más feliz a Manuel Rosales fue cuando estuvo en el Aula Magna, decía que no lo podía creer, había llegado a la UCV. Convertimos la UCV en un centro político de nosotros, los opositores, y ahora nos quejamos. Y hablamos de autonomía, coño, no me empujen, que yo me caigo solito.
Deberíamos repetir, en eso somos buenos, repitiendo, otro acto como aquellos de la Coordinadora Democrática en la UCV. Pero mejor esperamos a que el dictador nos deje la UUUUCV bien bonita, y después llegamos nosotros y montamos tremendo acto en la Aula Magna para darle brillo, decencia e inteligencia, que eso a nosotros nos sobra. Es que cuando la vaina la hacemos nosotros, es del carajo, cuando la hace la dictadura, le caemos encima. Ahí está por ejemplo el poeta del verso largo y corto, Leopoldo, nadie lo llama ladrón entre nosotros, pero todos sabemos que quebró y robó a Monómeros como le dio la gana, y si no que lo diga el ex embajador Calderón Berti. Es que somos así. Entre nosotros no hay ladrones, donde hay que jode es en el chavismo. Entre nosotros no hay corruptos, donde hay es en el chavismo. Con ese pensamiento no vamos a ninguna parte. Allí están los compañeros candidatos a gobernadores en Miranda, carajo, qué clase de decencia y moral y cívica estamos dando, Ocariz y Uzcátegui se dicen de todo, y nosotros tranquilos, no les decimos un carajo, porque claro, es nuestra gente, los dos son decentes, incorruptibles e inteligentes que jode, y pueden hacer lo que les dé la gana, que nosotros no vamos a decir nada, no queda nada, nadita de nada.
El papá de Margot llegó diciendo: "Qué arrechos somos nosotros, nos embellecen la casa que vence la sombra, y nos arrechamos, debe ser que somos sucios que jode, pero no, es porque lo está haciendo el dictador. A mí no me joden, como dijo el compañero Jaime Lusinchi. Eso me parece bien, que reparen las vainas que nosotros hemos jodido por donde quiera que pasamos, y ojalá también embellezcan a Monómeros, aunque ese caso es más arrecho". Y con su discurso llegó hasta el cuarto y agarró la puerta le metió ese coñazo tan duro, que la vecina gritó: "Vete para la UCV a limpiar, gran carajo".
-Me conformo con verte.- me canta Margot.