Diario de una Cuarentena: Capítulo Doscientos Setenta y Siete

El impacto de la Covid 19 en la realidad de la juventud trabajadora (II)

Viernes, 29/10/2021 12:47 PM

Al cierre de la edición anterior de esta columna, deje en el tintero de cómo el tema del género también incide dentro de la realidad de la juventud trabajadora, por lo que espero poder abordarlo en esta.

Muchos de los sectores particularmente afectados por la pérdida de empleos debido a la pandemia muestran mayores proporciones en este ítem en lo que se refiere a la mano de obra femenina. Por ejemplo, en el sector del trabajo de cuidados remunerados, hay muchos empleos a tiempo parcial, poco efectivos y con salarios muy bajos.

Importante es de señalar que el trabajo del hogar es muy poco reconocido en las legislaciones a nivel mundial, y es ahí donde las mujeres tienen un trabajo inconmensurable ya que prácticamente asumen todo el cuidado de la familia, y esto debido a los modelos y roles tradicionales establecidos que considera a las mujeres "frágiles", por lo que no resulta extraño en medio de esta pandemia que sean las mujeres las más susceptibles a perder sus trabajos para de alguna manera obligarlas a quedarse en casa para cuidar a su familia, o simplemente que se queden en casa por el solo hecho de ser mujeres.

También hay que subrayar que en medio de la pandemia las mujeres ganan mucho menos que los hombres en muchos países en promedio, y por eso es muy probable que se queden atrás en lo que respecta a los ingresos generales de la familia. La necesidad de cuidar a los niños y de proporcionar cuidados no remunerados, los cuales aumentan porque las escuelas están cerradas y es necesario cuidar a los familiares enfermos.

Es decir, que la división del mercado de trabajo en su conjunto pone de manifiesto la profunda discriminación y la explotación basada en el género.

Por otra parte, los casos de violencia intrafamiliar no cesan de aumentar en todo el mundo, lo que exige una intervención inmediata. Y la mayoría de las víctimas, son mujeres.

De igual manera, hay que destacar que con la situación de la pandemia, los migrantes tanto internos como externos, constituyen un grupo particularmente vulnerable debido a la situación actual. En cuanto a los migrantes internos, especialmente en países grandes, pueden quedar atrapados en un lugar sin poder volver a casa debido a las restricciones de desplazamientos (casos de China y Rusia, por ejemplo). Esto es particularmente difícil para los trabajadores informales que han perdido la mayoría de sus ingresos sin beneficiarse de la seguridad social. En el caso de los migrantes internacionales pueden quedar bloqueados en países extranjeros si las fronteras están cerradas (Caso de la República Democrática Popular de Corea o Suiza) o que los transportes estén parados. Esto también puede revelarse cuando el gobierno del país "anfitrión" pide a los trabajadores migrantes entrar a su país.

En algunos países, la cuarentena puede obligar a un trabajador o trabajadora a tener que quedarse en un hotel que debe costearse. Por lo general, los trabajadores migrantes se ocupan de sus familias en el país de origen en el que suelen sentir que su carga aumenta debido a la situación económica del país de origen, mientras que la situación en el país de acogida también empeora. No sólo constituye una responsabilidad individual hacia la propia familia y amigos en el país de origen sino también hacia el Estado. Por ejemplo, los compañeros de la Juventud Obrera Católica (JOC) nos informan que el gobierno filipino aumentó la contribución de los trabajadores originarios de ese país que laboran en el extranjero, los cuales deben girar obligatoriamente a su seguro de salud.

El denominado distanciamiento físico es difícil en los campos, ya que muchos refugiados por falta de espacio, están obligados a permanecer juntos.

Eso sin contar el aumento de la discriminación de ciudadanos asiáticos en todo el mundo, relacionado al inicio de la Covid 19 en China, y ahora con el rebrote que tiene ese país.

La realidad actual de la pandemia a nivel mundial pone de manifiesto la falta de protección social y de redes de seguridad para todos y todas en las economías, sobre todo en la de aquellos países en desarrollo. La seguridad en el trabajo y de la vida no es objeto de suficiente atención en todo el mundo.

Las condiciones de trabajo en los denominados sectores de atención (educación, atención de la salud, etc) se vieron afectadas por las medidas de austeridad y "privatización" adoptadas en todo el mundo por los gobiernos después de la crisis financiera de 2008.

Durante esta pandemia los gobiernos de la mayoría de los países trataron de tomar medidas para apoyar a la población en esta situación mundial de pérdida de empleos, horas de trabajo e ingresos. Sin embargo, el apoyo dado hasta ahora no es suficiente.

En varios países la gente recibe algún tipo de apoyo o compensación. En Brasil se introdujo un "ingreso básico" para los trabajadores informales o de bajos ingresos. En algunos casos, algunos gobiernos apoyan con bienes básicos, como en Filipinas o Ghana; en algunos casos se dan bonificaciones especiales o ayudas de insumos como alimentos en el caso de Venezuela.

Sin embargo, en la mayoría de los países pese a existir este tipo de apoyos, muchas veces resultan insuficientes por razones como éstas:

1.- Porque algunos gobiernos se retrasan o no pudieron pagar la ayuda social. En otros casos porque dicha ayuda no resulta suficiente para cubrir necesidades como la comida o el alquiler.

2.- La protección de los trabajadores informales y precarios es menor, incluso nula.

3.- El apoyo social en muchos países no llegó a la masa afectada. Por ejemplo, porque el sistema no funcionó realmente: la compensación sólo fue para un millón de familias, lo que significa el 1% de la población.

Por otro lado, la situación actual ha revelado las grandes debilidades de los sistemas de salud pública en todas partes del planeta. Faltan camas en hospitales, medicamentos, personal y no todos tienen acceso a las pruebas, tratamientos, vacunas y medicamentos.

En resumen, podemos ver que todos los gobiernos del mundo están tomando algunas medidas. Sin embargo, la mayoría de los sistemas están lejos de proteger a todas y a todos. La gente se queda con el miedo y la sensación de no valer nada. Por otro lado, esta pandemia ha puesto de manifiesto los problemas de protección social en todo el mundo. Y en ese sentido, es que necesitamos una protección social justa y eficaz para evitar el colapso del mundo del trabajo en el sentido que estamos viendo.

Las medidas de seguridad no siempre están garantizadas en el trabajo. Esta fue una realidad que también hemos podido observar antes de la pandemia: la seguridad y la salud faltan en varios lugares de trabajo. Lo mismo aplica para esta realidad específica traída por la realidad de la Covid 19.

Es evidente que los lugares en los que los trabajadores migrantes se alojan todos juntos los
exponen a un riesgo de contaminación particularmente elevado.

En otros casos, los trabajadores que podrían trabajar desde casa no pueden hacerlo. Parece que la
desconfianza hacia los empleados es tan grande, que los supervisores no están dispuestos a permitir el teletrabajo para contener la pandemia. Contra su propia voluntad, los empleados corren el riesgo de infectarse y expandir el virus.

Después de un cierre de varios meses, vemos a muchos empleadores pidiendo a sus trabajadores que vuelvan al trabajo. Sin embargo, el virus no está contenido en absoluto, ni la curva se aplana. La
seguridad y la salud en el trabajo no siempre está asegurada, tampoco a través de la desinfección y las distancias.

Como ya se ha mencionado, algunas categorías de trabajadores informales, como los recolectores de basura, los trabajadores de la construcción y los vendedores ambulantes, siguen saliendo a trabajar
porque dependen de los ingresos. Por lo tanto, ponen en riesgo su salud, no siempre usando
máscaras y guantes.

Continuará…

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