LASTENIA ROSA
Madre amada, hoy cumplirías 95 años. Hace apenas unos meses que tu barca cruzó el río del adiós sin despedidas, sin abrazos y sin las oraciones que rezan los cristianos, para mitigar sus penas y sus culpas. Ya sabes que soy atea, pero no por eso voy a dejar de rezarte. Tengo mis propias oraciones transmutadas en versos con los que alimento mi espíritu, mi soledad, mis alegrías, el amor y la infinita tristeza que me causan las injusticias y las despedidas. Sobre todo la tuya adonde no fui convocada porque unos pequeños seres, enanos de sentimientos, ocultaron tu muerte para que no asistiera. No importa Lastenia Rosa, tus secretos y los míos quedan guardados en el hoy, en el mañana y en el siempre del intenso amor que nos tenemos. En tus secretos y los míos queda sin reproches mi ideología comunista. Mis andanzas de reportera, poeta, muñequera, bebedora de pócimas espirituosas. Mis pasiones amorosas bautizadas en un solo nombre: Agustín.
Las botas guerrilleras que una vez nuestro hermano camarada, Carlos Lánz, preso en el Cuartel San Carlos te mandó con su gran amor Trina Aracelis, para que las guardaras en cualquier lugar de nuestro apartamento en Vista Alegre. Un compañero las pasaría buscando posteriormente. No se te ocurrió nada mejor que esconderlas en el basurero y ¡oh sorpresa! el aseo se las llevó. Llegaron a recogerlas y cuando te pregunté tu respuesta fue tajante y contundente: "mejor si se las llevó el aseo, así, menos condena para Carlos y menos guerrilleros presos". Tus consentimientos con David Nieves, quien te declaró su amor con el consentimiento de su bíblica Sara quedó para siempre en dos palabras: "novia mía". Cuando supo de tu vuelo escribió un hermoso adiós que bien pudiera ser el epitafio, no de cualquier tumba, sino de la tuya "novia mía". En tu cumple 93 te llamó la Leona de Chávez. Mi María León, celebrando tu edad, deseando llegar a esos años. Le dije María ¿quién se lo va a coger a una a los 93 años?, y tú madre, con tus risas decembrinas contestaste: "María cúmplelos que uno nunca sabe". Colegas y amigos llegaban a tu fiesta. El negro Asdrúbal Barrios. La llamada y el regalito de Nella Carmona, Earle, quien ya partió dejándonos incrustadas en el alma sus enseñanzas, su poesía, la magia de su crónica. Humberto contando la anécdota en su programa: "A mi me pasa lo mismo que usted". Tú no sabías que él colocaba la misma canción por varios intérpretes. A mitad de la presentación con voz de urgencia me pediste que lo llamara que el disco de Toña la Negra "Amor perdido" "se quedó pegado". Alí Primera con su cuatro y Enrique Hidalgo con su "Presagio". Puedo escribir cientos de páginas contando tus historias. Como fuiste testigo del golpe adeco que derribó del poder a Isaías Medina Angarita, corriendo embarazada y con tremendos tacones por las calles de Catia. El hundimiento de la piragua Ana Cecilia, en el lago de Udón Pérez, todo un acontecimiento en el Maracaibo de los años 30, de cuyo seguro ahogamiento se salvó un devoto de la Chinita y de la Virgen del Carmen, que llegó navegando hasta la orilla montado sobre un cocodrilo. La mañana que descubriste en el cerro de El Bajo la piedra de ojitos por donde chorreaba agua dulce y la arcilla con que fabricaste tus primeras muñecas secadas en el horno del sol. Las veces que escondiste en tus axilas de niña de cinco años, la hojilla para raspar el papelón y el queso mientras mamá Rita descansaba en la hamaca colgada en el patio de cujíes y cardonales.
Los comentarios de tu primera comunión cuando la cabra Teresa se comió las mangas y los encajes de tu vestido de organza. Por su parte los ratones se deleitaron con el corazón de arroz y papel crepé de las margaritas que iban a adornar el altar de la virgen. Que verga te echaron esos animales Lastenia.
Hoy, estoy celebrando tus casi cien años, oyendo las canciones que te gustan. Zitarrosa cantando Stefanie, uno que otro tango de Gardel, las rancheras de Vicente Fernández, las gaitas de Ricardo Aguirre, los boleros de Felipe. Mirando las coquetas poses de tus fotos con Agustín luciendo la gorra de ferviente militante chavista. La firma contra el insólito decreto del asesino Obama.
Te regalo mi último brindis amada mía "Sin despedida", te lo dedico en nombre de tu nieto Carlos David desde la Barcelona de Antoni Gaudí.
Sin despedida
No sé cuándo cerraste las esmeraldas de tus ojos,
no sé a qué horas te crecieron las alas,
y volaste al universo de trigales, bromelias y de calas.
No sé a qué horas se detuvo tu corazón y tus andares,
buscando las caricias de mi padre cantor y sus cantares.
No sé cuándo fue que tus manos dejaron de tocar el azahar
de los milagros labrados en la gema
de tangos, milongas y poemas.
No sé cuándo fue que tus dedos
dejaron de tejer la urdimbre
de tus sueños de hilandera
coloreando con tu risa
la dulce brisa de las horas mañaneras.
No sé cuándo tus perversos descendientes
habitantes de un infierno irreverente
me separaron de tu abrazo, de tu última alborada.
No sé dónde esos demonios de mil caras
esparcieron tus cenizas,
o encerraron tus huesos
en un sepulcro de silencios madre amada.
No sé Lastenia Rosa, cuando fue que te moriste,
cuándo fue te fuiste,
sin mi último abrazo,
sin soltar mi tristeza en tu regazo,
cuándo fue que te fuiste madre amada
a morar en un jardín de rosas
a volar como las mariposas
en el eterno parpadear de tu mirada.