Esta semana nuestros niños y niñas, nuestros jóvenes, iniciaron con optimismo una nueva jornada escolar, un nuevo ciclo que nos brinda la oportunidad de plantearnos una tarea posible y muy positiva: crecer como personas, como profesionales, como sociedad y como país.
Los padres y nuestros insignes educadores, quienes este 15 de enero celebran su día -vaya para ellos todo mi reconocimiento y un abrazo sincero- debemos asumir esta tarea como un reto y una gran responsabilidad, como un propósito de vida, pues en nuestras manos está construir juntos un mejor futuro lleno de oportunidades y posibilidades para todos.
Debemos enseñarles con pasión, con alegría, con toda nuestra energía; mostrarles con hechos y palabras cuánto somos capaces de alcanzar si trabajamos con esfuerzo, constancia y motivación, si nos formamos, si nos establecemos metas reales y a corto plazo, si dejamos atrás las malas prácticas y hábitos que nos desvíen del camino correcto, de nuestros sueños.
Debemos sembrar en ellos la esperanza de lo posible, del positivismo, del éxito, de lo productivo. Inculcarles valores y principios, darles herramientas, transmitirles todos nuestros conocimientos para que sean capaces de desarrollar su talento, habilidades y potencialidades para hacer el bien y triunfar.
Tomemos como guía estos tres pilares: la sinergia, para acercarnos y asociarnos con aquellas personas que suman valor a nuestras vidas y proyectos; la reinvención, para adaptarnos con creatividad a las nuevas realidades y posibilidades; y el emprendimiento, para tomar la iniciativa de crear, transformar, avanzar, generar y obtener ganancias en el sentido más amplio de la palabra. Vamos juntos que podemos hacerlo. Un abrazo.