Cuando comienza un año tenemos la tendencia a soñar, a pensar, a evaluar, analizar y contrastar un momento con otro después de haber rectificado sobre alguna decisión que no fue la mejor, pero, la cambiamos a tiempo para mejorar nuestro desempeño. Eso nos sucede en el hogar con la familia, en el trabajo, en los estudios, en el medio en que nos desenvolvemos. Indudablemente que el año pasado fue terrible para la población mundial y para nuestros hermanos venezolanos. Ahora nos toca actuar para recuperar los desajustes causados en nuestras economías y llenarnos de esperanzas por un futuro mejor. Todo indica que una vez abatida la hiperinflación la perspectiva en lo económico, al decir, de algunos economistas serios, mejorará, lo que indica que debemos actuar con optimismo para lograr superar las complejas etapas de la vida. Depende mucho, claro está, de cómo aproveche el gobierno nacional éste oxígeno para evitar volver al colapso. En lo político, pudiéramos estar entrando en una nueva fase dado el experimento Barinas que deja muchas enseñanzas dignas de ser consideradas por todos los factores políticos tanto del gobierno como de las oposiciones. La primera y fundamental reflexión es en torno a la política abstencionista llevada como bandera por varios sectores opositores que hicieron de ella una doctrina, no desde ahora, sino desde 2005. Esa política es la responsable de causar mucho daño a la Democracia venezolana. El pueblo de Barinas tomó conciencia de su rol al entender lo que allí sucedía. Los reclamos hechos públicos a los funcionarios del gobierno nacional, a Diosdado directamente, demostraban inconformidad, que el propio Arreaza quiso hacer suya tratando de mostrarse como el salvador de Barinas y culpando a Argenis Chávez de las carencias de agua, electricidad, etc., cuando todo venezolano sabe el origen de dichos problemas. La gente no le creyó. Argenis Chávez fue golpeado en el mentón por el mismísimo candidato de su partido cuando es bien conocido que sin recursos no hay gestión, de allí que no mandó votar por el candidato del PSUV. Creo llegada la hora de proponernos dar un viraje a la política nacional. Los Partidos Políticos se vinieron a menos, incluyendo al otrora poderoso PSUV. Los contrastes entre militancia raza y su dirigencia es notoria. A la periferia del Partido deben colocarle un aliciente para que pueda asistir a cualquier evento y son los primeros en asomar su crítica situación personal. El PSUV debe reflexionar para reconquistar a su propia militancia. Las oposiciones deben reflexionar, pues, llevan marcada en la frente el símbolo de la derrota de no cambiar sus estrategias de acción y organización interna. Los Partidos venezolanos están organizados bajo esquemas leninistas, eso debe cambiar y darle horizontalidad, democratizarlos, descentralizarlos. El trabajo político debe tener su base de sustentación en la organización social, en lograr que el pueblo participe en la solución de sus propios problemas y así concebir proyectos locales tendentes a alcanzar superación personal para abatir la pobreza. Los Partidos Políticos son necesarios e importantes en tanto que se aboquen a trabajar por y para fortalecer al Poder Popular. La sociedad venezolana ha venido en picada, donde el hambre y la desesperanza ha destruido hogares enteros lo que conlleva a abrir nuestras capacidades de todo tipo para trabajar en función de la reconstrucción del tejido social, en lograr una comunicación directa entre la dirigencia política y la dirigencia social, en reconocerse mutuamente. Una vez lograda esa interacción, ese reconocimiento del Otro, podremos hablar de cualquier elección posible. Felizmente el 2024 da ese margen de tiempo para trabajar en la organización social y política, donde los planes concretos con objetivos y metas, permitirán llevar el pulso en la organización de las comunidades. El divorcio entre Sociedad Civil y Sociedad Política debe parar, toca ahora dar una vuelta de timón y diferenciarse entre aquellos que sólo buscan alcanzar posiciones burocráticas con fines inconfesables. Es el momento de la ANAGNORISIS POLÍTICA, pues tal como lo defines Aristóteles "Es el momento de la tragedia en que un personaje tiene una revelación del alcance de sus actos". Reflexionen, dejen el narcisismo enterrado en sus propias derrotas, vamos a creer en el DIOS de Spinoza, "Deja de alabarme. ¿Qué clase de DIOS ególatra crees que soy? Me aburre que me alaben, me harta que me agradezcan. ¿Te sientes agradecido? Demuéstralo cuidando de ti, de tu salud, de tus relaciones, del mundo. ¿Te sientes mirado, sobrecogido? ¡Expresa tu alegría! Esa es la forma de alabarme.
Reflexiones
Por: Ezequiel Aranguren
Domingo, 16/01/2022 08:52 AM