¡Jamás! "grita indignado. Pero ya sabemos por la Historia que ese «jamás» de los reyes, de los políticos, y de los generales suele casi siempre ser el preludio de una capitulación". ¿No?
Fin de la cita. Stefan Zweig,
Fouché, el genio tenebroso.
Si el escritor Stefan Zweig hubiese nacido en esta Venezuela chiflada del siglo XXI, tendría en el showman Juan Gerardo Guaidó Márquez, el perfil exacto para reescribir su obra magistral Fouché, el genio tenebroso del cinismo, y la traición, al describirlo como alguien que se alejó de sus hábitos religiosos para convertirse en el manager de los políticos venezolanos de todo pelaje, y que con su conducta camaleónica-alacranera, han alcanzado la gloria de convertirse en empresarios, y millonarios, sin nunca en su vida haber pegado un bloque, aunque igual al jeque de Cabo Verde en una prisión 5 estrellas de Miami, sus pronósticos finales ( porque todos son iguales) serán muy tristes.
Desde su oscuro despacho ‘presidencial interino’, en un cargo que hasta ahora no se sabe los alcances de su relevancia, porque la Asamblea Nacional del 2015, que fue la plataforma de Guaidó murió en el 2020. Guaidó quien comenzó a crecer como la espuma en tiempo récord de la mano de influyentes políticos alacranes opositores, que lo llevaron a las altas esferas del poder mundial. Sus facciones a la moda de la alta burguesía se desmarcan radicalmente del político modesto que venden a la sociedad los expertos en marketing. En esta era de la información, y de las redes sociales unos cuantos retoques de Photoshop le superan esa falla del gagueo. La sonrisa cantinflerica, es el gancho para atraer cuanto idiota le sea posible… Claro, desde ese poder etéreo irreal-aún sin ser presidente propiamente dicho, pero con muchos dólares, es fácil hacer política.
Claro, no todo es color rosa en la vida de este prolífico interino que fijó la mirada en la cúspide de Miraflores… También hay momentos bajos, tensos, donde priman las necesidades básicas de las grandes mayorías de venezolanos, los que no huyen del país, sobreviven con cualquier trabajo, por muy mal pagado que sea, sirve para paliar cuentas, y medio comer algo. Leopoldo López, un reconocido, y veterano manipulador lo tuvo como subalterno durante un par de años, cuando decidió que Juan Guaidó, aquel joven e ilustre desconocido llegaría años después a la presidencia fantasmagórica de Venezuela bajo los buenos oficios del carcamal de Ramos Allup.
Se respiraba en el 2015 una Asamblea Nacional netamente nacionalista; tenían la mayoría de los diputados, por lo que no se necesitaba a la oposición oficialista, pero entraron las componendas con ellos u otros que no tenían incidencia en las cuestiones legislativas, y el TSJ los inhabilitó.
Y así se cooptó a cuanto crítico como el alacrán Brito, no se convirtiera en un serio problema para los intereses dominantes.
En esos ambientes aprendió a caminar la comisión de contraloría de la AN 2015, para darle la carta de buena conducta al jeque de Cabo, y así eludir las investigaciones que le hacían desde USA, según el portal www.armandoinfo.com
Así Guaidó empezó a nadar entre los tiburones de la política venezolana, siempre bien vestido de saco y corbata como su ex jefe Julio Borges, y quizá en más de una ocasión se imaginó sentado en los Próceres presenciando un desfile militar… pero había mucho camino empinado por recorrer. Se enamoró de las mieles del poder, y comprendió que si quería ir más allá de lo que una vez se imaginó debía ser como ellos, actuar como ellos y aprender las mismas mañas de ellos… Era necesario crearle un cargo desde donde pudiera desarrollarse, y Leopoldo lo nombró presidente de la Asamblea Nacional, una plaza ideal para él. Desde ahí se fue abriendo al poder de Citgo, y Monómeros, para mantenerse en el redil.
Pareciera que este relato de su vida se encuadrara en las escrituras de Zweig, una copia al carbón de aquel Fouché escurridizo que apoyó al Comité de Salvación Pública de la Francia revolucionaria, y ministro del monárquico Napoleón: Ya en el primer año de su interinato, el más bajo, se pone de manifiesto un rasgo característico de su personalidad: su aversión a vincularse plenamente, e irrevocablemente, a la corrupción o a algo, que lo sacara de la pobreza, la mayoría de su familia reside hoy en Miami donde regentan negocios.
Fouché usaba ropa eclesiástica y tonsura, compartía la vida monacal con los otros clérigos, durante los diez años de oratoriano en nada se distinguió, ni en lo externo, ni en lo internamente, de un sacerdote. Pero no tomaba las órdenes mayores, no votaba en nada. Como siempre, en cualquier situación, dejaba abierta la retirada, ante la posibilidad de la transformación, y el cambio. A la Iglesia se entregaba sólo temporalmente, y no por completo, como tampoco lo haría después a la Revolución, al Directorio, al Consulado, al Imperio o a la Monarquía: Joseph Fouché no se sintió nunca obligado a ser leal de por vida ni siquiera a Dios, traidor siempre, pero leal nunca, y a un a un hombre menos.
Algunos conocedores de su personalidad dicen que es hombre de buenos modales, y del buen gusto, pero que no pierde la paciencia cuando le contradicen sus ideas. Mucho se comenta que Guaidó se volvió en una suerte de perro de presa de Leopoldo López. Que es su mejor soldado en el campo de la maniobra con el gobierno de Maduro. Pero, con Diosdado Cabello, las cosas no le han salido bien. Tomar unos sorbos de agua cuando Diosdado, lo amenaza con meterlo preso es lo que le queda.
Es bueno aclarar que no es pecado crecer, y saltar la talanquera de una posición a otra, siempre que este salto de talanquera se de con esfuerzo, disciplina, estudios, buena trayectoria, y honradez. Existe una agrupación musical calle trece, que dice en una de sus exitosas canciones que mientras más pasan los años, mas me contradigo cuando pienso, y quizá todos fallemos, nadie es perfecto, pero nunca se deben olvidar las convicciones.
En sus participaciones públicas vemos a un Guaidó muy cuestionado por los temas controvertidos que defiende, entre ellos, la presunta usurpación presidencial de Maduro (la cual califica de inconstitucional), las acusaciones de supuestos vínculos del gobierno con el narcotráfico en las fronteras de los estados que limitan con Colombia etc.
Cuando vemos las declaraciones, y el comportamiento de Guaidó, frente a las humillaciones que recibe por defender teorías alejadas de argumentos sólidos, encontramos una persona con un coeficiente medio, y de un mediano dominio de sus emociones, ya que en la mayoría de los casos no pierde el control a pesar de estar consiente que es el payaso que recibirá todas las golpizas políticas y mediáticas. Lo cual puede tener varias lecturas que van desde el autocontrol hasta una señal de admisión de culpa; en sus comparecencias, hace gala de la gesticulación, lo que le perfila, según los expertos en la materia como una persona sociópata cuyas características principales son: no mostrar sentimientos de culpa, falta de empatía, facilidad para manipular las emociones, arrogancia, y mostrando siempre un rostro muy plano en cuanto a sus gestos, y se controla muy bien ante las provocaciones.
Al analizar cómo ha sido tratado Guaidó por varias figuras políticas del país, y moderadores de YouTube como Daniel Lara Farías, una persona que no sea de características sociópatas, no resistiría la burla a la que él ha sido expuesto. Sin embargo, aparece ante los medios con un rostro fijo, una mirada fija, y para nada perturbada. Pero, para contrarrestar los ataques, utiliza como mecanismo de defensa, las gesticulaciones con sus manos, y en sus movimientos libera la energía, o rabia que estas confrontaciones pueden provocarle, y le sirven como mecanismos de defensa.
Hay ápices en la conducta que sugieren cierto grado de narcicismo, y cinismo, pues Guaidó no se inmuta ante la crítica, y el insulto que muchas veces suelen incurrir sus detractores. Esto lo sostienen ciertos analistas porque los argumentos sobre los temas del país que pretende defender son pulverizados por sus opositores en términos de lógica común, y sin la mayor ciencia, ante esto, no se inmuta ni avergüenza de las humillaciones por su rol de defensor de las causas infundadas, y lesivas para el país. Al contrario, vemos a un Guaidó que se sostiene en la palestra pública a pesar de los insultos diarios hacia su persona.
Al parecer Guaidó, no está dispuesto a involucionar. El poder del dinero que maneja le da las herramientas para mantenerse vigente, y no resultaría hasta extraño verlo como jefe de la oposición en el 2024, y como líder indiscutible de una desgastada, pero poderosa aplanadora opositora que se resiste a poner pies en polvorosa. El tiempo será el mejor aliado, o su peor enemigo. El fracaso de la convocatoria para activar el refrendo revocatorio contra Maduro el pasado 26 de enero parece que no hizo mella en el.