Docencia Amena

Marketing de los dioses modernos ¿Extravagancia sin límites?

Lunes, 31/01/2022 08:13 AM

A la hora se cree una historia en donde la vida de sus personajes se relacione o conlleve a la implicación directa con la trascendencia del planeta tierra no cabe duda que el tema de la figura divina es considerado desde distintas maneras.

Sobre el impacto de las religiones monoteístas en la actualidad trataremos de hacer un estudio de cómo surgió como cultura y pudo adentrarse de pueblo en pueblo hasta posicionarse entre varias sociedades y convertirse en manifestación de gran movilización de masas o de consumo.

Desde luego no siempre fue así. A partir de la evolución del hombre sobre el planeta sus primeras creencias hacia un ser omnipotente, omnisciente y omnipresente no concuerdan con sus prehistóricas representaciones gráficas.

Inclusive, mucho antes que el hombre de las cavernas ya tuviera dominio en el arte rupestre sobre piedra al tallar figuras con volumen, movimiento y proporción no destaca la presencia de algún ser divino.

En cambio, a raíz de los grandes hallazgos de restos fósiles con gran diferencia de años antes de nuestra era (80.000 ó más) se dan una serie de posiciones corporales de enterramiento y diversidad de tumbas que hace notar la creencia de vida después de la muerte, pues así queda manifestado en la gran cantidad de objetos que fueron utilizados en vida por los difuntos. Cabe mencionar tras estudios minuciosos y de gran avance científico tanto los arrojados por muerte natural o violenta se han detectado la presencia de buen número de prendas en cuello, cabeza, muñecas, tobillos y demás partes de las extremidades superiores e inferiores.

Entonces podemos ir pensando, de acuerdo a todos esos estudios que de una manera u otra hemos podido acceder, las primeras comunidades tenían más admiración hacia la superioridad de algunos elementos hallados en la naturaleza. Sus más antiguas obras labradas sobre piedras arrojan figuras zoomorfas y antropomorfas y de poco dominio. El oso, toro, cabra, bisonte o el buitre, en el caso del continente africano.

¿Pero qué hay cuando estas comunidades dejan de ser mudas y viene la escritura como esa forma, a través de signos y símbolos, toca comunicarse a más grupos?

Nos conseguimos con que el mundo ha sido engendrado. Digamos existe una creación divina. Si bien es sabido que entre las numerosas obras halladas se encuentran esculturas referentes a la mujer, su estudio del porqué son desnudas y de exageradas proporciones en sus partes íntimas poco a poco arroja ciertas explicaciones que no podríamos definir exactamente acá. Hay que destacar muchas de esas estatuillas no poseen rostros definidos y hasta hay algunas aladas que más bien denotan ser representaciones de otros mundos.

En fin, el que hayan sido tratadas como diosas de la fertilidad o fecundidad apenas se tiene ciertas hipótesis y, obviamente, con el transcurrir de los años sus aspectos van diferenciándose de poblaciones de la cual se interpreta aspectos relevantes sobre la abundancia terrenal.

En el caso de América, en donde la figura de dioses se superpone a la de hombres con adornos de animales y, en especial de aves, nos llama la atención entre esas culturas más ancestrales que la nuestras, prehispánicas, las de por ejemplo, aquellas procedentes de Asia y cuyas funciones están relacionadas con el ámbito doméstico. Algunas tribus cazadoras de Asia septentrional fabricaron unas estatuillas femeninas, llamadas dzuli, que representaban a la abuela mítica de la tribu, de la que se suponía que descendían todos sus miembros. Situadas en los hogares, las dzuli protegían tanto la vivienda como a quienes habitaban en ella; por eso, como muestra de agradecimiento, cuando los hombres regresaban de sus expediciones de caza les ofrecían ofrendas. Asimismo, en la región
siberiana de Mal'ta se han descubierto unas casas antiquísimas cuya planta rectangular
estaba claramente dividida en dos partes: una de ellas se reservaba a los hombres y la otra,
a las mujeres. Las estatuillas halladas en su interior estaban situadas precisamente en este
último sector, lo que hace pensar que fueron realizadas por mujeres. Quizá formaban parte
de rituales domésticos: usadas como talismanes mágicos, garantizaban el cumplimiento de
un bien deseado (fertilidad, salud para la familia, buena suerte, etc.).

En el caso venezolano, por hacer referencia a la cuenca hidrográfica del lago de los Tacarigua, entre los estados centrales de Carabobo y Aragua, se habla de la cultura valencioide en la que se mistifica varias figurillas femeninas denominándolas diosas de Tacarigua pero gracias a estudios antropológicos en los últimos años se les ha asociado a grupos procedentes del medio Orinoco y de regiones andinas con una data entre 4.000 años aC y 800 dC.

En todo caso volvamos al pasado milenario y que como ya dijimos en líneas anteriores a partir de la escritura surgen posiciones novísimas en torno a la figura de un dios creador de todo y dotado de virtudes especiales regidas por leyes universales.

Para el filósofo Serge Raynaud de la Ferriére, la manifestación del Principio Único es un Dios de sí mismo, así como el infinito va a manifestarse como finito. Las religiones han tomado simplemente una manifestación bajo este aspecto "activo" que, según las concepciones, es llamado Dios o, más aún, Primer Principio, Espíritu Vida, Pensamiento Primordial, Esencia Una, Gran Arquitecto, Energía Cósmica, El Verbo, Destino, entre otros. Las dos fases del Gran Todo son idénticas en esencia y sólo tienen diferencias de estado y naturaleza. Estas dos fases son el principio estático, denominado Absoluto y el principio activo, denominado Dios. El uno está en reposo; el otro en movimiento. El Dios No Manifestado y el Dios Manifestado.

Dios. Es de extrañar, en principio, que los hombres hayan creído que tienen que dar un nombre a Dios, aunque muchos son los pueblos que han permanecido con una denominación que se resume a una sola letra (un símbolo). Los Mayas la llamaban "H" (sonido aspirado) como los tibetanos designan el "aliento" (el logos); en chino antiguo es "chi" (aliento divino); la raíz "hee" en muchas de las lenguas antiguas desarrolla la idea del Ser Absoluto.

Los antiguos no veneraban, más de lo que hacemos hoy, a un Dios antropomórfico y se consagraban a atributos divinos, en el mismo sentido que el cristiano respeta la cruz.

De este modo podemos comprender en un sentido histórico como muy bien acabamos de describir en el plano de la sabiduría occidental donde predominan abiertamente las religiones monoteístas más importantes cuyo origen es la misma.

Con la invención de la escritura en el llamado Fértil Creciente, alrededor de los ríos Tigris y Éufrates, empezaron a compilarse antiguas narraciones que describían el origen del
mundo a partir de un caótico abismo germinal.

Durante el cuarto día de la fiesta de Año Nuevo en el templo de Babilonia se recitaba un poema: el Enuma elish. Este texto (conocido por sus palabras iniciales, que en acadio significan "Cuando en lo alto") manifiesta el interés de la religiosidad sumeria por enlazar sus concepciones teogónicas y cosmogónicas con los orígenes del hombre... Todo este esfuerzo respondía a un claro objetivo: exaltar la figura de Marduk, el rey de los dioses.
Enuma elish

Según el poema, al principio de los tiempos existía una enorme masa acuática de la que surgió la pareja primigenia, Apsu (agua dulce) y Tiamat (agua salada). Ambos engendraron a Lakhmu y Lakhamu, quienes, a su vez, dieron vida a Anshar ("totalidad de los elementos superiores") y Kishar ("totalidad de los elementos inferiores"). De la unión de los dos complementarios nació Anu (el dios del cielo). Apsu, añorando el silencio y la quietud previas a la eclosión cosmogónica, se irritó tanto por el jolgorio de las deidades jóvenes que decidió aniquilarlas. Algunas divinidades descubrieron sus intenciones y trataron de impedir que las llevara a cabo. Anu hizo surgir los Cuatro Vientos y creó las olas para perturbar a Tiamat, mientras que Enki (dios de las aguas dulces) adormeció a Apsu y, tras encadenarlo, le mató. Tiamat envió a los dioses un regimiento de criaturas demoníacas y les retó a luchar contra Kingu (poseedor de la Tablilla de los Destinos). Sólo Marduk se atrevió a entrar en combate, pero impuso como condición ser erigido dios supremo.

Tras vencer a sus adversarios y dar muerte a Tiamat, Marduk se convirtió en el creador del mundo. Dividió el cuerpo de su víctima en dos partes: con una construyó la bóveda celeste y con la otra formó la Tierra. Marduk intervino y dispuso las estrellas en constelaciones y configuró los elementos terrestres a partir de los órganos de Tiamat ("hizo fluir de sus ojos el Éufrates y el Tigris", "sobre sus pechos amontonó las lejanas montañas"). Posteriormente, con la sangre de Kingu creó al hombre ("para que le sean impuestos los servicios de los dioses y que ellos estén descansados").

Así, tanto el hombre como el mundo participan de una doble naturaleza. Ambos han
surgido de una materia demoníaca (el cosmos ha sido creado a partir del cuerpo de Tiamat,
mientras que el hombre ha nacido de la sangre de Kingu) y adquieren características
positivas gracias a la intervención de Marduk (que ordena el cielo e insufla a los hombres un hálito divino.

Es muy cierto que este tema además de apasionar despierta toda inquietud hasta para el estudio sociológico en tiempos en que los medios de comunicación de masas crean toda especie de imágenes de las cuales muchas de ellas se vuelven ídolos. Lo que despierta especie de adoración más allá de imponer una marca, servicio o producto.

Durante la década de los ochenta los atletas, especialmente masculinos, ya no sólo eran considerados ídolos en el medio deportivo sino que, como los cantantes o cineastas de Hollywood pasaron a ser figuras con una alta carga de influencia sobre la población. De hecho, las corporaciones o empresas de alta demanda internacional empezaron a valerse de los tributos y condiciones físicas de atletas profesionales para llevarlos a un plano celestial, al Olimpo, a que se vieran como dioses, seres inalcanzables y ser retratados de forma globalizada hasta ser publicitados de manera agresiva y convertir a seguidores y televidentes deportivos en especie de fans religiosos, lo que devino en que muchas ligas practicadas anualmente en el mundo, en especial los deportes en conjunto y de gran atractivo para espectadores jóvenes y mediana edad estén hoy gastando en souvenirs o productos vinculado a ciertos atletas, hoy multimillonarios más por la generación de publicidad que por contratos con equipos.

En fin, la captación de tanto dinero y la muestra de un impacto tan influyente como en décadas pasadas lo constituyeran las doctrinas religiosas, especialmente las de occidente, conlleva a futuras entregas de este tipo, pues no deja de lado el surgimiento de nuevas maneras de concebir la espiritualidad y la devoción divina.

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