“Reformista”, una palabra odiosa, con la que se descalifica arbitrariamente (I)

Domingo, 20/02/2022 09:24 PM

"Caminante, no hay camino,

se hace camino al andar".

A. Machado

"Para alcanzar una meta, llegar a un llegadero,

se abren caminos. Se rasguña y uno se hinca.

Antes de recoger los frutos

el hombre ha arado, regado y fertilizado.

No es un dormir, soñar y amanecer

en el cielo o con los frutos en sazón."

Eligio Damas

He escrito varios artículos sobre eso que llaman reformismo, que es como un improperio y hasta insulto, contra todo aquel haga alguna propuesta, pese tenga mucho de justicia y solidaridad, como lograr la firma de un buen contrato de los trabajadores, a lo que suelen llamar también "economicismo", porque, según los anti reformistas, es lo que entiendo, lo que se debe hacer es cambiar el modelo capitalista por uno socialista ya, "al rompe" y a los cimborriazos. Y no pudiendo hacerlo, entonces hay que vivir observando el panorama y hasta amarrando a la perra.

Intento dirigirme a las nuevas generaciones, las mismas que están obligadas a revisar unas cuantas cosas viejas y repetidas, como rezos, que algunos dan como verdades eternas.

Como que descolonizar no es sólo cambiar nombres y obligar a la gente a asumir determinadas conductas, sino que si es bueno comenzar, aunque sea, con pequeñas cosas en la escuela.

Entre quienes califican de "reformistas" a todo aquel que proponga un cambio, pese tenga validez estratégica, capacidad de ruptura, abundan mucho quien se apega a Marx para justificarse, como si el pensador alemán le hubiese puesto un plazo al tránsito del capitalismo al socialismo y un medidor de velocidad y contundencia a los cambios.

En otros casos y personas, como esas "verdades" o edificios construidos, creyendo interpretar cabalmente a buenos arquitectos, no se materializan y de hacerlo hasta se derrumban apenas con un soplido, vuelven al pasado e intentan encontrar en el pensamiento griego, como en el imaginario literario, las respuestas adecuadas. Pues no es que ellos han venido pensando y haciendo las cosas mal, sino que aquellos arquitectos estaban equivocados y entonces hay que volver atrás. En "Vuelta a la semilla", de Alejo Carpentier, sin olvidar aquella grandiosa novela que es "El reino de este mundo", a quien suelo citar porque es una de los más grandes escritores de la lengua castellana, pese a algunos no les guste por haber sido íntimo de Arturo Uslar Pietri y con éste de los creadores de la publicidad ARS, aquella de "déjeme pensar por Ud.", lo mismo que practica aquí mucha gente, tanto del gobierno como de la oposición, pese finjan y se disfracen al contrario, se habla del pasado y del presente en base a la decrepitud de una antes lujosa y regia casa; y a esta corroe, desgasta y descompone por el tiempo y recompone y rejuvenece, volviendo al pasado y regresando al presente; pero eso es arte, creación, invención, imaginación exquisita en la cual no se juega, ni se pone en peligro el destino de nadie.

Hasta podría haber quien crea valedero volver a la historia griega para hacer revoluciones, como meter combatientes de contrabando en la derecha, hasta con rango alto, lo que esta hace con demasiada frecuencia en la izquierda y esta misma, complacida, por comodidad o pragmatismo, los mete ella misma entre los suyos, lo que a uno deja dudas acercas de que es una cosa u otra, mediante el viejo procedimiento de "El caballo de Troya", al cual hicieron referencia Homero en la Odisea y Virgilio, "el cantor de la leve avena", en la Eneida.

Aquella idea, algo así como lo de un día para otro o el momento mágico, casi, cuando ciertos astros se encuentran, para lo que hay que estar vigilantes, es cuando hay que empujar y jugarse el todo por el todo, tirar todo a la parada, para que haya el cambio y la revolución se materialice, mientras tanto uno, sólo debe estar vigilante que aquello que suelen llamar "condiciones objetivas y subjetivas" se encuentren por obra y gracia del destino. Esta es la idea que siempre han manejado quienes suelen calificar todo como reformismo, pues creen en aquello del socialismo como un parto o un choque de astros.

Y no hay nada más reformista que aquello de ponerse al frente de la administración de la herencia, optar por repartirla de a pedacitos para que cada quien por igual reciba hasta que alcance, sin hacer nada por multiplicarla de verdad. Y lo es más y hasta vergonzoso, cuando los repartidores cuidan que sus partes sean muy grandes, tanto como para vivir holgadamente y ahorrar y hasta invertir pero en beneficio propio. Y todo eso, ocultando lo último, se vende como un gesto generoso, sobre todo cuando una buena cantidad recibe, aunque sea poco pero sin hacer nada, lo que conduce a la admiración del repartidor como un mesías y a quien recibe a la pobreza total a cambio de nada, salvo alzar las manos cuando eso se le solicite, callar, aplaudir y hasta votar, porque eso es sinónimo de lealtad, material y humana. Y la sociedad toda termina en la más absoluta ruina, material y moral.

Entre lo tanto malo está aquello de hacer lo que uno quiera o pueda y no ofrecerlo al público, a la gente, en su exacta dimensión, sino intentar venderlo como otra cosa, como aquello que dijo una vez Vladimir Acosta, llamar a Cochino, chigüire o morrocoy o esto de lo que ahora habla el presidente Maduro, de un socialismo que se construye en Venezuela, "económico y productivo", con lo que pareciera querer decir que hay uno que no es nada de eso o ni una cosa ni la otra. En algún sitio debe haberlo, como para el presidente haga esa referencia, hasta como por la comparación se deslinde. ¿Cuál será ese modelo de socialismo? ¿Dónde lo han construido?

Marx enunció, que la igualdad sólo sería posible en un momento cuando el desarrollo de los fuerzas productivas alcanzasen su mayor nivel, que no sólo alude a lo económico, las relaciones de producción, lo estructural sino a la superestructura, lo cultural, lo que llevaría aparejado eso que suelen citar, pero de manera no ligada al modelo sino a lo romántico, el sueño y la poesía, un "hombre nuevo".

Por lo que he leído durante años, aquellos que suelen tener la palabra "reformista" en la boca, como quien porta un revolver lleno de proyectiles que, con la venia de Heráclito de Efeso, son estos, disparados unos tras de otros, como la misma cosa, nunca proponen ni hacen nada distinto, ni la más mínima cosa; sólo piensan que todo se lo lleve el viento, las olas o las clases que controlan el aparato del Estado, por eso como mágico, sutil que es la cultura del modelo. Por ejemplo, hablan de descolonizar y hasta maldicen la colonización, entendiendo esto tal como lo hace Vladimir Acosta, al colonialismo de ahora y no pasan de cambiar por oficio el nombre español de una plaza por uno indígena, mientras la gente seguirá llamándola como antes. Maldicen al imperialismo y nada, ni lo más insignificante cosa hacen para desatarse de él, porque creen que eso es como comer frutos de una semilla no sembrada, basta el sólo soñar. Y hay otros que conciben la lucha antiimperialista, como quien en medio de dos tigres que intentan comérselo, se lo disputan y por ello se embarcan en fiero combate, optan por ponerse del lado de uno de los dos, quizás aquel que le haya guiñado los ojos.

Para algunos que, pese parecieran discrepar, pero piensan lo mismo, solo son de otro estilo, el ideal es tomar el poder con tres o cuatro tipos y comenzar a emitir decretos, y la fuerza por delante, también como quien dispara una ametralladora, aunque ninguno dé en el blanco y, al poco tiempo, la cosa sea peor que antes. Hablan de las masas y del pueblo, pero en sus planes, estos para nada cuentan y menos que opinen o intenten contradecir lo ordenado por el "Poder Popular y revolucionario". Lo de "participativo y protagónico" no pasa de ser un slogan o una consigna impresa en la franela.

Es lo mismo de aquello del "gendarme necesario" o "aquí lo que hace falta es un hombre", un dios. Que parece ser alguien que les desbroce el camino, les ponga donde ansían y ellos luego, pese hasta en el fracaso, por agradecimiento, se encargarán de construirle un cielo y un panteón.

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