Las lluvias han pintado en el lienzo del paisaje, un cuadro propio de los parajes andinos, los que viven cerca de las montañas que rodean a la Tacarigua de Margarita, lo disfrutan, se emocionan y celebran el alboroto de las guacharacas por las caricias del chubasco y que permite que las plantas florezcan, den frutos y ellas se puedan alimentar mejor, antes de que llegue la sequía, propia de esta Ínsula de sol, mar y viento.
El periodista Juancho Marcano, en vista de las garúas, no había podido salir de la casa y observaba, como una chulingata cerca de un árbol, se bañaba con el agua fresca del aguacero. En eso estaba cuando su perro Pipo, se le acercó y le preguntó:
- ¿Juancho que es eso de guerra que escucho por ahí?
El reportero, vio a su perro, se rascó la cabeza, como buscando una sencilla explicación para el can, y luego manifestó: "Un acto horrible y terrible, Pipo, más de lo que tú te puedes imaginar. Es una cosa donde se enfrentan hombres contra hombres, con las armas más sofisticadas y resultan muchos los muertos y muchas cosas destruidas por el poderío que tienen los armamentos modernos. Ahí no se sabe quién gana o quien pierde, o en todo caso pierde la humanidad, que muchos que pertenecen a ella, aprueban unas guerras y otras no, y eso no puede ser y es inconcebible".
- ¿Ahí mueren niños también, Juancho?
- Lamentablemente, Pipo, y duele en lo más profundo del alma y el corazón, pues esos infantes en el futuro pudieran ser, los hombres que pudieran salvar a esta locura que hoy llamamos mundo, donde unos países se creen dueños del planeta.
- ¿Y también mueren los perritos?
- Si, y si no mueren, los abandonan a la buena de Dios. También es lamentable y doloroso.
Pipo escuchó tristemente al periodista, sintió como un dolor que le cruzó el corazón, y por eso no quiso seguir indagando sobre esa cosa terrible que llaman guerra que, como dice Juancho, hay que rechazarla venga de donde venga y que los asuntos se arreglen dialogando.