Las fuerzas oscuras en la antesala de una guerra

Jueves, 03/03/2022 08:10 AM

No sé bien cuáles son los orígenes del fascismo. Pero si tenemos en cuenta a Benito Mussolini, referente moderno, es posible que tenga sus orígenes en el Imperio Romano, el más poderoso de todos los imperios europeos hasta la fecha; puede que tenga algo que ver con "Il Duche" y su discípulo más aventajado, Adolf Hitler, que como todos sabemos desde su particular visión nacional-socialista y sus símbolos adecuados de concentración de poder, (la esvástica o cruz gamada) pudo construir meticulosamente la idea de raza superior y una propaganda como ninguna otra, implantada por su ideólogo Nazi Goebels, donde pudieron incluir expresiones cinematográficas, musicales o artísticas (como las de Wagner o Nietzsche) para demostrar que tal concepción de poder absoluto puede implantarse en el planeta si se cuenta con los suficientes seguidores, los cuales pueden organizarse a través de una milicia y unas armas para librar guerras en medio mundo, con unos aliados convenientes, unidos por ideas similares, con todas las características de una poderosa droga, y una capacidad de sugestión que hace pensar a los seres humanos que pueden ser inmortales. De este modo, las ideas de fascismo y nazismo son esencialistas y absolutas, no tienen discusión ni pueden ser rebatidas ni racionalizadas bajo otros parámetros. Sus seguidores son obedientes ciegos.

Tales ideas cundieron por el mundo durante las primeras décadas del siglo XX, convenciendo a las masas (el pueblo pensante convertido esta vez en ser manipulable) de muchos países que se trataba de razas superiores, y así sometieron a otros países mediante su poderío militar, llevando a cabo exterminios en masa como los perpetrados al pueblo judío, una atrocidad que recibió el nombre de holocausto. Tal idea fue retomada por Francisco Franco en España, y divulgada por todo el país con represiones militares horrendas que tuvieron una resistencia en la Guerra Civil Española, identificada como una guerra de liberación. Luego, cuando Francia entró en escena con la ayuda de Estados Unidos para derrotar a Alemania, se produce la primera gran alianza para exterminar al nazismo en Alemania, Italia, España y otros países.como Rusia. Por cierto fue Stalin quien libró la más feroz batalla para sacar a los nazis; quizá por ello lo odian tanto. Pero no lo lograron del todo, pues el fascismo volvería a nacer de las cenizas bajo la forma de partidos políticos legalizados, y se fueron introduciendo poco a poco en el tejido social de casi todos los países de Europa. Hitler pierde la guerra y se suicida, pero Franco prosigue su obra en España, en una larga dictadura.

Mientras tanto, los Estados Unidos se organizan. La banca judía hace lo suyo. Se va creando la idea de un mundo libre en América, siempre apoyada por varios países de Europa como Inglaterra o Francia, sobre todo por intereses comerciales y una nueva idea de libre modernidad (neoliberal) que está por lanzarse desde las grandes capitales norteamericanas (Washington, Nueva York, Chicago, etc.) las cuales fueron surgiendo como símbolos de industrialización y de progreso. Se comienza a fraguar una nueva "filosofía" para un nuevo continente, surgida de las guerras de Europa, y de una flamante doctrina, fraguada en el seno de la religiosidad ecléctica norteamericana, que recibirá el nombre de calvinismo. Jean Calvin fue un reformista de la iglesia católica en la Francia del siglo dieciséis, discípulo de Martin Lutero, quien terminó deformando la posición de Lutero a través de un elemento pernicioso: la predestinación. Con ella, crearía un fundamentalismo propicio para la manipulación de multitudes. Una de las ideas más nefastas de Calvino es que los ricos están predestinados a ser pobres y los ricos a ser ricos: la sociedad no tiene mucho que ver en ello, pues se trata de un asunto decidido de antemano por Dios. Pero los ricos pueden ser generosos y contribuir con el alivio de los pobres, es decir, pueden ser buenos de vez en cuando y ayudar a los necesitados con una limosna. Los seguidores de Calvino en Estados Unidos emplearon esta idea y otras suyas para fundar una nueva iglesia racista, dominada por preceptos mesiánicos y redentores que, asociados directamente al concepto de Estado, convirtieron a los Estados Unidos en una nación, no sólo donde las personas podían convivir con la anuencia de Dios, sino también de enriquecerse en el nombre de él. Este elemento fue letal, pues los sucesivos gobernantes lo que hicieron fue asociar la idea de Dios y del Poder político al poder del Estado: un Ente abstracto y todopoderoso que domina la mente y el espíritu de los ciudadanos, algo muy similar al esencialismo del fascismo y el nazismo, aunque por vías muy distintas.

Con la doctrina de los Destinos Manifiestos y otras impuestas en el siglo XX por sucesivos presidentes (F. D. Roosevelt fue uno de los principales), la estructura del Estado norteamericano consiguió hacerse modélica como símbolo de poder, bienestar, progreso y libertad, ayudada por las ideas liberales de Francia e Inglaterra. De ahí en adelante su marcha seria indetenible: adquirirían más y más poder en occidente y no estarían dispuestos a compartirlo sino con aquellos que los respalden, creando para ello organizaciones financieras, militares, benéficas, periodísticas y tecnológicas que terminarían convalidándolas. Cualquier reacción a estas, fuese por la vía del comunismo, el anarquismo, el socialismo o el marxismo-leninismo fueron vistas como ideas atrasadas o imposibles, incluso peligrosas para sus particulares intereses. Se crean cortes y tribunales internacionales para apoyar estas ideas, pactos y convenios legalizados. Al entrar las fuerzas militares, el asunto se complejiza y agrava, pues teniendo el poder de las armas, el poder es más completo, y se puede imponer a otros países. Termina volviéndose un capitalismo mundial, global, que aplasta a todo aquello que se le interpone.

A todo esto, se suma la idea de que la felicidad humana está basada sobre todo en hechos materiales, en bienes de propiedad y de consumo, todo puede ser adquirido sin límites; podemos hacernos ricos, millonarios, dueños de propiedades, tierras, instituciones o incluso personas. La realización personal o individual está por encima de la realización colectiva. Los vínculos esenciales no son los de compartir, sino los de competir. Salen a flote entonces las fuerzas negativas del ser: la codicia, la envidia, el odio, la calumnia y la mentira, que pueden convertirse en herramientas muy eficaces para conseguir las metas en una sociedad con tales características. De ahí que sea tan difícil pensar en una sociedad plena, donde sus habitantes puedan convivir en paz, basados en otros esquemas que, apenas se enuncian, son descartados o eliminados al nacer. Incluso nos hemos acostumbrado a la idea de que las guerras son una idea normal, casi natural, una idea implícita al ser humano.

No soy ducho en historia rusa ni me siento preparado para emitir juicios ideológicos acerca de las diversas etapas históricas o sobre los gobiernos democráticos de Rusia, aunque si he observado en ese pueblo una esforzada lucha por liberarse de ideas fundamentalistas, religiosas o racistas que pudieran impedir su avance. La idea de la revolución bolchevique no surtió efecto, por desgracia; se cometieron muchos errores y crímenes innecesarios. Josep Stalin terminó convirtiéndose en un dictador que arruinó los sueños sociales de Rusia; Lenin tampoco pudo avanzar en sus ideas en un ambiente hostil, como tampoco Trotski ni otros intelectuales rusos brillantes, y una tradición de novelistas de la talla de León Tolstoi y Fedor Dostoievski, que cambiaron para siempre el género junto al gran cuentista Anton Chéjov, el gran innovador del relato corto. Aunque si surgió una vanguardia rusa donde participaron el cineasta Eisenstein, el poeta Maiakovski, el novelísta Pasternak, el poeta Esenin y otros. Mucho después, en los años de la llamada Perestroika, el Partido Político principal de Rusia creció de forma desproporcionada, generando una concentración de poder y una burocracia monstruosa que dañó un proyecto que pudo haber salido mejor. Después, la economía globalizada de Estados Unidos, imitada por China y todos los países europeos, terminó con los sueños socialistas de Rusia, que hubo de adaptarse a la economía globalizada de Europa, incrementando su poder tecnológico y militar para lograr hacer contrapeso al poder inmenso de Estados Unidos y China; adaptándose al sistema bancario internacional y usando tribunales capitalistas para negociar, muchas veces en desventaja, con países que terminaron debilitándola ideológicamente. Aquí la tenemos ahora, enfrentando una crisis en Ucrania que puede írsele de las manos, con casi toda Europa manipulada por Estados Unidos en su contra, las fuerzas militares de la OTAN y unos agentes fascistas dentro de Ucrania, intentando imponer sus costumbres e idioma, yendo contra su propia tradición e idiosincrasia para hacer labores de espionaje y de guerra fría. Se firmaron tratados entre ellos que no fueron respetados, y la situación empeorará cada día, sino se hallan soluciones diplomáticas. El discurso de los gobiernos europeos es débil conceptualmente, acude a estereotipos informativos elementales de una guerra mediática que, en vez de informar de manera veraz, distorsiona buena parte de los hechos históricos mediante trucos informáticos y sabotajes a la la televisión Rusia Today y otros medios de comunicación en América.

La Unión Europea ha decidido bloquear sistemas bancarios, espacios aéreos y hacer más sanciones para aislar a Rusia, pues ésta no ha amenazado a ningún otro país sino sólo intervenir en Ucrania; obligándola a respetar los convenios de convivencia ya firmados, lo está haciendo sobre todo para impedir que los nazis y los fascistas tomen allí el poder; no para imponer un régimen único.

No soy partidario de la guerra; hay guerras ofensivas y guerras defensivas, guerras justas e injustas, guerras sucias y guerras limpias, y no todas las guerras pueden explicarse solamente como fenómenos condenables en sí mismos, puesto que obedecen a instintos básicos de los seres humanos y a necesidades históricas de las naciones para defender sus territorios y su integridad.

Habría que considerar también la idea de que un mundo sin guerras sería imposible, si nos atenemos a la naturaleza humana, dotada también de fuerzas negativas y destructivas difíciles de contener, y de que el mundo siempre ha estado en guerra desde que es mundo, es decir, la guerra sería un componente intrínseco de lo humano, de su naturaleza esencialmente animal: marcar territorio, sobrevivir, competir, acumular, cuidar lo propio, poseer, defenderse. Civilizaciones enteras han desaparecido debido a las guerras, pero también han sobrevivido.

En muchos casos, las guerras entre imperios han sido enfrentadas por religiones. El caso emblemático de Cristo y de la religión cristiana enfrentados al imperio romano; Mahatma Gandhi enfrentado al imperio británico buscando la paz, desarmado completamente; Martin Luther King y su doctrina pacifista enfrentados al imperio estadounidense. Todos asesinados. En casos contrarios, hemos visto cómo la iglesia tomó símbolos de la iglesia y de Cristo como emblemas de dominación monoteísta para imponerlos a pueblos indígenas politeístas. Frente a estas evidencias, sería absurdo proponer un mundo totalmente pacifico, algo imposible, una utopía.

Iniciando la segunda década del siglo XXI, se ha iniciado otra guerra, con grandes implicaciones económicas entre los rivales de siempre desde el siglo XX. Rusia y los Estados Unidos, peleando por poder político y territorial con otras características: la venta del gas, los bloqueos bancarios y de espacios aéreos, el envío de armamento de la OTAN a Ucrania que ha originado la respuesta militar de Rusia y las consecuentes migraciones a otros países, bombardeos y pérdidas de vidas, dolor y tristeza. Si la situación sigue como va y las fuerzas militares de cualquier bando deciden contestar con armas atómicas, o misiles de alta potencia todos sufriremos las consecuencias de una catástrofe que bien pudiera ser letal, y acabar con gran parte de la vida en el planeta.

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