Ni el cementerio se salva de las pirañas rojas rojitas, existe una mafia muy bien organizada que se conmina para hacer su agosto, con los cadáveres de Puerto La Cruz, Ni el dolor de los familiares los detiene, si sepultan en el cementerio de Puerto La Cruz a sus seres queridos, son respetados por estos indolentes y despreciables personajes, que no respetan ni permiten al muerto tener un descanso eterno, muchas veces los dolientes se ven obligados a colocar vigilantes por miedo que las tumbas sean profanadas, como viene ocurriendo regularmente.
De esta manera se expresa Geomar León, dirigente del municipio Sotillo del estado Anzoátegui, luchador social por excelencia, se preocupa por el abandono existente en el cementerio de Puerto La Cruz. Los humildes trabajadores, que han pedido formar parte de la nomina de la alcaldía, no son escuchados en sus requerimientos. Más bien son tratados como esclavos violando sus derechos al trabajo.
Solo están pidiendo les dejen prestar sus servicios en el Campo Santo. Y Los pongan como trabajadores fijos de la alcaldía de Sotillo. Eso es a lo que se han dedicado durante tantos años, trabajar haciendo todo lo referente al sagrado proceso del entierro. Hacer la fosa, el encofrado, y resulta que al final de cada faena son obligados. A cambio reciben amenazas para que entreguen el 50% de las ganancias, las cuales han obtenido honradamente con el sudor de su frente.
Los trabajadores manifiestan que por negarse a entregar ese porcentaje de dinero los funcionarios municipales pertenecientes a la alcaldía de Sotillo no los dejan trabajar. Por tal razón el administrador está habilitando a cuatro obreros de su confianza, que hasta parece son familia de estos funcionarios. Se sienten apoyados por el alcalde Nelson Moreno. Las cosas en el cementerio pica y se extienden, los escombros es otro gran negocio, lo cobran en dólares cuando lo retiran llevándolo a un sitio especifico. Después vuelven a cobrar por botarla en un camión. Negocio redondo.
La cuestión es tan aberrante que los mismos funcionarios de acuerdo y en sociedad al parecer con un dirigente de Barcelona, han dado la orden de tumbar todas las estructuras que sirven de protección contra el sol, al igual que de la lluvia, y los banco que sirven para descansar los dolientes cuando visitan a sus seres queridos. Hecho realizado sin permiso de los familiares, recordando cuando el actual alcalde en su pasada administración se convirtió en Nelson Mandarria, al demoler todos los restaurantes del paseo Colon.
La gente se pregunta qué hacen esas estructuras. Hierro, aluminio, zinc, acaso la venden como chatarra. Increíble tanto espíritu depredador, los zamuros se quedan chiquitos. La cuestión es tan incomprensible que colocaron dos agentes policiales para cuidar las instalaciones, y supuestamente son los principales sospechosos de los robos en el campo Santo.