El 13 de abril del 2002: una reflexión ética y política

Lunes, 18/04/2022 09:53 AM

Este año ha servido para muchas cosas pero entre otras la más importante desde mi punto de vista para demostrar que está revolución bolivariana, demostrar que este pueblo bolivariano, demostrar que esta patria bolivariana es definitivamente invencible, convénzase el mundo, Venezuela es invencible, no podrán con Venezuela.

Aló Presidente, N° 132. 22 de diciembre de 2002.

La heroica gesta protagonizada por el pueblo y la Fuerza Armada venezolana el 13 de abril de 2002 fue, sigue siendo y será, un ejemplo de dignidad para el mundo.

La confluencia del pueblo y la fuerza armada en un mismo objetivo como fue, restituir al Comandante Supremo Hugo Chávez, en la Presidencia de la República, no puede ser tenida como un hecho fortuito; es clara demostración de la madurez política de ambos sectores como elementos conformantes de un mismo proceso, como sujetos en la construcción de una nueva realidad nacional. La alianza cívico-militar, quedó demostrado, es el resultado del surgimiento de un nuevo ethos social y político en la vida de la nación. El 13 de abril tiene, asimismo, la importancia de haberle presentado -a las fuerzas revolucionarias- la realidad acerca de las dificultades y obstáculos que la Revolución Bolivariana tendría que sortear para su consolidación.

Por tanto, el 13 de abril del año 2002, tiene que ser analizado y comprendido como el resultado de la emergencia de una conciencia histórica sobre el tiempo vivido y en el que habrán de vivir las generaciones futuras. Es por ello que, no puede ser considerado como un día más en el proceso socio-político venezolano.

Su conmemoración, 20 años después, debe servirnos para la reflexión, no puede ser solo para regolfarnos en la victoria obtenida ese día. Necesario es entender que los hechos históricos, en tanto que hechos sociales, son el resultado del encuentro de diversas variables que inciden y determinan su ocurrencia.

Necesario es recordar que, con la Revolución Bolivariana, se dio inició en nuestro país a una nueva manera de hacer política; que ella expresa el conjunto de reflexiones que precedieron el fraguado del proceso de transformación revolucionaria, para la edificación del nuevo Proyecto Nacional Socialista, que se edifica a partir de una lógica opuesta a la establecida por la hegemonía unilateral de los dueños del mundo; una nueva forma de vivir, pensada desde Venezuela y para otra Venezuela, una forma de sociedad que trasciende la modernidad occidental, que supera la modernidad capitalista neoliberal.

Necesario es recordar, asimismo, que la Revolución Bolivariana es la formulación de un proyecto social para el presente; para lo cual es necesario crear una nueva fuerza social; es la construcción de una sociedad guiada por el principio de la solidaridad humana, antes que por el lucro individualista; sociedad en la cual, los grupos sociales al unirse y funcionar como pueblo, puedan modificar la estructura política de la sociedad.

Necesario es recordar, por tanto, que al Socialismo debemos entenderlo como un proceso de rupturas, no sólo con el sistema capitalista, sino con quienes se han creído dueños de ese pensamiento. Se trata, para decirlo con Gramsci, de hacer coincidir a la "sociedad civil" con la "sociedad política", para la conformación de una nueva "alianza social" que se desplace al "terreno de lo ético y lo cultural". Ya que -en definitiva- lo que la hegemonía construye "es una verdadera comunidad de valores", una "voluntad colectiva". Y es allí, precisamente, donde se construye el "bloque histórico" de una formación social determinada, en el marco de sus particulares relaciones sociales, económicas y políticas.

20 años después de aquel heroico 13 de abril del 2002, estamos obligados a concebir la edificación del socialismo venezolano como un nuevo proyecto social, cuya posibilidad de hacerlo realidad está determinada por el hecho de entender que los movimientos sociales emergentes, téngase como ejemplo los consejos comunales, son fundamentales en la construcción de la democracia participativa y protagónica.

Que ésta tiene que ser una reflexión crítica profunda sobre los fundamentos de la democracia liberal, ya que entiende a la democracia como un "proyecto de identidad ética"; por lo que, construir una nueva democracia, que tenga como marco de referencia la relación entre la ética y la política, requiere conocer que es lo que queremos hacer y cómo hacer para que el socialismo sea un proyecto de vida para el colectivo social. Ya que de lo que se trata, en definitiva, es de vivir libremente, sin represiones; de decidir sobre el modo de existencia de nuestro país, lo cual constituye "el hecho social y cultural más significativo de nuestro tiempo, la aspiración y el derecho más legítimos a los ojos de nuestros contemporáneos". Es, por tanto, la conformación de un nuevo ethos cultural venezolano, el empoderamiento del venezolano como sujeto fundamental de la sociedad, el agigantamiento del sentimiento de solidaridad, de amor al prójimo, la fraternidad, de respeto al otro, el acto humano humanizado al infinito. La emancipación del venezolano como ser social.

¿Cuál es el destino histórico de nuestra Patria? Es una interrogante que en el pasado no tuvo respuesta. Y no podía tenerla, porque quienes dirigieron los destinos de la nación no se propusieron comprender y entender la realidad vivida. El mapa político, económico y social del país mostraba a un pueblo infeliz. Estaban frente a un pueblo que reclamaba se le reconociera como parte fundamental de la sociedad.

Nosotros, con la Revolución Bolivariana, estamos obligados a construir una Venezuela radicalmente distinta. Profundamente humanista. Porque, solo así, será posible que nos formemos una conciencia histórica del rol que nos corresponde ocupar en el fraguado de la cultura nacional, de nuestra memoria histórica como síntesis de la historia de los pueblos.

Es la hora de nuestro pueblo. Los venezolanos hemos encontrado nuestro Angelus Novus, pero éste, a diferencia del que plasmara a comienzos del siglo XX, Paul Klee, tiene, en éste comienzo del siglo XXI, la vista puesta en el futuro. En un futuro deseable y posible, al que llamamos esperanza, y lo pensamos dialécticamente. Esa esperanza está fundada en sólidas bases. Como dice nuestro pueblo: tiene pies y cabeza; tiene rostro; es una nave conducida por capitanes inundados de dignidad, valor y amor por el pueblo; su esbelta figura está plasmada en el Plan de la Patria: Es el Socialismo del Siglo XXI. Cuya construcción el Presidente Nicolás Maduro, siguiendo el legado de nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez, está empeñado en hacer realidad.

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