El perro Pipo, como siempre, después de dar una vuelta de reconocimiento al conuco, regresó hasta donde estaba el periodista, quien conversaba amenamente con la mata de mango sobre la falta de lluvias que hacía que el sembrado se bañara de tristeza.
El perro llegó y sin importarle cortar la conversa entre el hombre y el árbol, le dijo al reportero: "Juancho, voy a decirte, como tú has dicho otra veces: La sequía y el viento van tejiendo con su aguja mustia la tela del paisaje y éste muestra su cara marchita".
El periodista se quedó observando fijamente a Pipo y en tono festivo, le dijo: "Es la primera vez que veo un perro periodista, que e incluso quiere ser crónica de esta sequía que castiga impíamente al conuco con su látigo de estío".
La mata de mango que escuchaba atentamente aquella conversación, también quiso opinar y manifestó: "También como dice Juancho: "Esta sequía le da una bofetada al rostro tierno de las plantas que les quita la sonrisa y les pinta la tristeza".
Juancho Marcano observó a su amiga la mata de mango y como también le causó asombro y admiración, señaló: "Ahora si me me acomodé yo, pues no solamente es la primera vez que veo que un perro se comporta como periodista, sino que también es la primera vez y hasta más impresionante, es que una mata de mango, la cual está dotada para ofrecer exquisitos frutos, también quiere ser periodista".
Los dos, tanto el perro como la mata, callaron por un tiempo y hasta pensaron que Juancho podía molestarse al creer que ellos se estaban burlando de sus ajadas frases, que las utiliza siempre, por eso les señalaron: "Juancho, perdónanos, pero no hemos querido vacilarte, sino más bien hacer estos momentos más gratos cuando la sequía no sólo te pone triste a ti, sino también a nosotros.
Juancho escuchó aquello, soltó la risa y después indicó: "No vale, yo los entiendo, y más aún, ustedes son mis mejores amigos", dijo esto y abrazó a la mata y al perro.