Crímenes de Cuello Blanco: Del Dr. Josef Mengele a Hunter Biden

Sábado, 30/04/2022 07:24 AM

Entre los aportes dados al mundo por la criminología, resaltan los hallazgos del sociólogo estadounidense, Edwin H. Sutherland, con su obra: «Delitos de Cuello Blanco». Éste, abordaba en 1939, aquellos delitos o crímenes –penalizables- cometidos en su ejercicio profesional por personas de elevada condición social o de clase media. Refiere Sutherland, que se trata de «un delito cometido por una persona de respetabilidad y estatus social alto en el curso de su ocupación». Colocaba como ejemplo: «…la profesión médica, utilizada aquí como ejemplo por ser probablemente menos delincuente que otras, pero pueden hallarse ventas ilegales de alcohol y estupefacientes, abortos, servicios ilegales a los delincuentes del submundo, informes y testimonios adulterados en casos de accidentes, ejemplos extremos de tratamiento y operaciones quirúrgicas innecesarias, especialistas falsos, competencia desleal y división de honorarios». En otros casos, referidos al mundo de los negocios, Sutherland, se refería al caso del Juez Woodward, quien impuso condena a funcionarios de la H.O. Stone Company, firma inmobiliaria, llevada a la quiebra en Chicago, 1933, por el uso del correo para defraudar, en su exposición dijo: «Ustedes son hombres de negocios, de experiencia, de refinamiento y cultura, de excelente reputación y de posición en el mundo de los negocios y social». Con ello, dictaminaba una línea de actuación de la justicia estadounidense, con relación a los criminales de cuello blanco, actuación muy distinta con la aplicación rigurosa de la ley, relacionada con otros delitos cometidos por latinos, negros o asiáticos, clasificados como pobres y que colman las cárceles privatizadas de los Estados Unidos. En 2017, la policía arrestó a 8,1 millones de personas en los EEUU por diversos motivos, desde robo de coches hasta asesinatos. La inmensa mayoría de los arrestados fueron blancos, según el FBI. Es decir, 5,6 millones de blancos, lo que representa el 69 por ciento de los casos. Pero, si se aplica la ley de la proporción poblacional, las cosas cambian y mucho: los negros arrestados, son el doble en función de su peso en la población del país. En 2020, la pandemia afectó –considerablemente- lo que ya venía ocurriendo en los EEUU, según estudios del FBI, en septiembre de ese año, el índice de homicidios aumentó en un 30 por ciento en todo el territorio de los EEUU, cifra contradictoria si tomamos en consideración que las poblaciones -a nivel global- se refugiaron en sus viviendas para evitar enfermarse de Covid-19, lo que condujo en muchos países a una reducción sustancial de las estadísticas de criminalidad, naciendo otras referidas al mundo de la informática. Todo lo cual, sorprende en un país que se vende al mundo como democracia ejemplar. «Ya hemos visto que se puede ser democrático y tener pobres (con la excepción de los EEUU, que no puede ser una nación democrática, según el consenso progresista). Con una pobreza de entre el 12,1% y el 50% de la población total (según qué autor), dan ganas de huir "a la Amazonía [...] donde no hay pobres y ricos, donde la gente es más auténtica, menos egoísta, donde no se conoce la codicia ni la avaricia". Aunque sea un logro haber bajado de noventa y mucho (año cero) a 12,1 por ciento (2002), ¿no es sangrante tener ese porcentaje de la población bajo el umbral de pobreza?» (No hay democracia en EEUU, Peter Turner, Abril 2004).

En noviembre 2020, el presidente Joseph Biden, manifestaba su preocupación por el crecimiento de los delitos de cuello blanco, se refería entonces a lo ocurrido durante la anterior gestión de la Administración Trump, en que las multas y enjuiciamientos disminuyeron –escandalosamente- hasta alcanzar cifras históricas, según la Cámara de Compensación de Acceso a Registros Transaccionales (TRAC, por sus siglas en inglés), de la Universidad de Siracusa, que demuestran una caída del 30 por ciento en los enjuiciamientos anuales promedios, en tiempos de Trump en comparación con Obama. Durante los primeros 20 meses de Trump en el cargo, las multas corporativas totalizaron solo 3.400 millones de dólares, pagados por 17 instituciones financieras y 13 empresas públicas; comparado con los 14.150 millones de dólares en multas corporativas totales, que afectaron a 71 instituciones financieras y 34 empresas públicas, durante los últimos 20 meses de Obama. Ello, ha motivado al presidente Biden a anunciar una conducta más rigurosa en lo que se refiere a la aplicación de la ley contra los infractores, colocando a las empresas de Wall Street y los ejecutivos corporativos bajo un mayor escrutinio del Departamento de Justicia. Lo cierto es, que transcurrido el tiempo y vista la actuación de ese órgano de la justicia imperial con relación al hijo del presidente de los Estados Unidos, Hunter Biden, podemos concluir que: del dicho al hecho, hay trechos infranqueables para la justicia estadounidense, lo que nos permite afirmar que ésta será una más de las promesas presidenciales por incumplir.

No es desconocido para la población estadounidense, los estrechos vínculos comerciales de Hunter Biden con empresas ucranianas como Burisma Group, el grupo privado de producción de gas más grande de Ucrania. Dicha empresa, es el único holding -verticalmente integrado- del país que se dedica a la exploración, producción, servicios y ventas de hidrocarburos. Y, Hunter Biden, forma parte de su directiva, aunque se oculte su designación en el departamento legal de la empresa y su apoyo a las operaciones internacionales, ni que hablar de todo el apoyo que les presta el gobierno imperialista de Joseph Biden a los negocios de Burisma como parte de los negocios de la familia. La entrada de Hunter a la empresa y con él, la familia Biden a los negocios del gas, no ha pasado desapercibida. Entre 2014 y 2016, un escándalo de corrupción por evasión de impuestos, en un estimado de un mil millones de hryvnias (moneda ucraniana), mediante lo cual –Hunter- convirtió las ganancias en gastos ficticios a través de empresas fantasmas, ligadas al clan familiar de los Biden. Por decisión de un tribunal ucraniano, a Burisma se le prohibió la venta de gas producido y se le incautaron 46 pozos en cinco regiones. El caso fue silenciado, y las empresas cercanas a la familia Biden, desaparecieron como si nada hubiera ocurrido. La Casa Blanca, se defendió de esas acusaciones enunciando que la presencia de Hunter Biden en la directiva de la empresa, no representa un conflicto de intereses porque según ésta, se trata de ciudadanos privados y como tales: «donde trabajen no supone un respaldo por parte de la Administración, el vicepresidente o el presidente», según el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. Hunter Biden, expulsado de la marina estadounidense por su adicción a la cocaína, es un delincuente que se le ha relacionado con la trata de mujeres, el tráfico de narcóticos, lavado de dinero y otros crímenes, que han gozado de impunidad gracias a su cercanía con el poder imperial, léase: su propio padre; primero como vicepresidente, y ahora como presidente, quien le ha alcahueteado todas sus sinvergüenzuras.

La Operación Militar Especial, OPM, puesta en ejecución por el Presidente Vladimir Putin para proteger a Rusia y propiciar la desmilitarización y desnazificación de Ucrania. ¡Bienvenida Operación Militar!, Ha permitido develar otra vertiente de las actividades criminales de Hunter Biden, en un territorio fronterizo con Rusia, léase: Ucrania. Éstas, tienen con ver con laboratorios de guerra química y biológica o «armas de destrucción masiva», como les llamara el gobierno imperialista de los EEUU, para justificar la invasión y destrucción de Irak y propiciar el genocidio de su población. Más de un millón de iraquíes, fueron asesinados por los bombardeos de EEUU, según fuentes independientes. Las operaciones biológicas y armas químicas, financiadas por empresas relacionadas con la familia Biden en Ucrania, en conjunto con el Pentágono, dan fe de lo peligroso que es, ese criminal y la impunidad con que actúa, a la sombra del gobierno imperialista de los EEUU. Esta vertiente de la criminalidad de cuello blanco, conecta directamente a Hunter Biden con la actuación del médico alemán: Josef Rudolf Mengele, mejor conocido como «El ángel de la muerte». Tengamos siempre presente, que el nazismo elevó los asesinatos en masa a niveles industriales con los campos de concentración, las cámaras de gas y los hornos crematorios. Auschwitz, fue el centro experimental por excelencia del criminal médico y miembro de la SS. Como médico, Mengele, recibía a los recién llegados en tren a Auschwitz. Con un gesto de su pulgar, un movimiento de su bastón de mando, una sonrisa en el rostro o palabras amables en los labios, dictaba la ejecución inmediata en las cámaras de gas de unas doscientas o cuatrocientas mil personas. La lista de cargos en su contra, incluye muertes por disparos, golpes e inyecciones químicas aplicadas por su propia mano, que mataron miles de individuos. Algunos, sobrevivieron a los enfrentamientos con él, a costa de un cuerpo mutilado e imborrables recuerdos de torturas disfrazadas de experimentos médicos. Mengele, estaba fascinado por los ojos azules, y tenía una colección de ellos en las paredes de su oficina del campo de concentración, similar a una colección de mariposas. Estaba obsesionado por intentar cambiar el color de los ojos de los niños por ojos azules. ¿Qué de especial tenían esos ojos? Mengele, era un creyente de la raza superior aria y un convencido que esa raza superior era de ojos azules y quienes no lo tuvieran de ese color, les consideraba proveniente de razas inferiores. Desde el nazismo, los arios, popularmente descritos como rubios, ojos azules y de complexión atlética, debían erigirse como la raza pura que dominaría el planeta. Las personas que no cumplieran con esos rasgos, debían ser exterminadas. Las investigaciones de Mengele en Auschwitz, tenían un fin claramente demarcado: lograr la absoluta perfección de la raza aria y asegurar su reproducción. Como médico, sirvió en la SS y también vistió el uniforme oficial de la Wehrmatch o ejército alemán. Cuando finalmente, en mayo de 1945, Alemania capituló ante el Ejército Rojo, Mengele terminó en dos campos de prisioneros de los aliados, ignorado por sus captores y protegido por los EEUU, quienes sabían de quien se trataba, pudo sobrevivir sin ser juzgado.

Un estudio científico, publicado en la revista Endeavor y desarrollado por un grupo de investigadores liderados por el Dr. Klaus Reinhardt, en la Universidad de Tubinga, demostró que las fuerzas SS de los nazis, durante la Segunda Guerra Mundial, crearon un programa científico especialmente dedicado a la producción de armas biológicas que pudieran utilizarse contra sus enemigos, encontrándose a los mosquitos como una de las armas más prometedoras. Tras examinar los archivos y numerosos documentos históricos de la institución, los investigadores hallaron evidencia que el mosquito, era la mejor opción como arma biológica. Años después, la realidad ucraniana nos devela que el Complejo Industrial-Tecnológico-Militar y financiero de los EEUU, alias Pentágono, en estrecha colaboración con las empresas de la familia Biden, según se desprende de información obtenida por las FFAA rusas en territorio ucraniano, indican que : «se implementaron los proyectos estadounidenses UP-4, UP-6 y UP-8 para estudiar patógenos mortales, incluidos el ántrax, la fiebre congoleña y la leptospirosis», actividades todas que contradicen el artículo 4º de la Resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, Nº 1540, que estipula como obligación de los Estados Partes: «todos los Estados deben abstenerse de suministrar cualquier tipo de apoyo a los agentes no estatales que traten de desarrollar, adquirir, fabricar, poseer, transportar, transferir o emplear armas nucleares, químicas o biológicas y sus sistemas vectores». Si en Irak, la ONU justificó la invasión imperialista, destrucción y genocidio de ese pueblo en la supuesta existencia de armas destrucción masiva por parte del gobierno de Sadam Husein, armas que nunca aparecieron, como evidencia de su no existencia y la mentira que montó el gobierno imperialista de los EEUU para justificar la operación militar imperialista; en Ucrania, está más que justificada la Operación Militar Especial de la Federación Rusa, para detener las actividades criminales de tipos biológicos y químicos, desarrolladas por las empresas de la familia Biden en alianza con El Pentágono, quienes bien pudieran estar detrás de la creación y posterior traslado a territorio de la República Popular China del virus del SARS-CoV-2, que tantos estragos han causado a la humanidad.

Hunter Biden, se ha convertido en el legítimo heredero del legado de muerte y terror de Josef Mengele. El típico delincuente de cuello blanco, con dos doctorados, a quien le encanta la música y la literatura clásica, en fin, todo un prototipo del europeo de la época, alguien que no tuvo la menor duda en enviar a las cámaras de gas a más de 400 mil judíos, sin arrepentimiento alguno…

Caracas, 29-04-2020

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