La fuerza de la juventud se desperdicia

Viernes, 06/05/2022 11:17 PM

"La idea de prevención (a la violencia juvenil) pareciera que apunta a prevenir que los jóvenes delincan, ¡pero no que no sean pobres! Este último punto pareciera no tocarse; lo que al sistema le preocupa es la incomodidad, la "fealdad" que va de la mano de lo marginal: ser un pandillero, ser un asocial, no entrar en los circuitos de la buena integración, no consumir…" (¿Qué es eso de la "prevención de la violencia juvenil"?,

Por: Marcelo Colussi | Aporrea, Lunes, 02/05/2022)

Una juventud arrinconada y olvidada es una herencia truncada. Sin la juventud y su fuerza no habría nada que legar al futuro. En la sociedad capitalista ella es víctima de una integración compulsiva al sistema de producción y al mercado. Fuera de esto es perseguida y condenada al encierro, sitiada en los barrios o condenada a envejecer prematuramente dentro del sistema. La no tan vieja "ley de vagos y maleantes" es un buen ejemplo. Fue copiada de modelos europeos que condenan lo marginal como vagancia: vago es todo aquel que no produce dentro del sistema. En estos días hemos visto cómo ha vuelto el espíritu de la "Ley de vagos y maleantes" con eso de la prevención de la violencia juvenil.

De aquí se desprende que toda actividad juvenil marginal; delictiva, política, vivir en la pobreza absoluta, o cualquier otra, es considerada vagancia, conspiración, rebelión, contraria al "orden social". El joven está condenado a ser empleado en el sistema de explotación capitalista, a ser él mismo explotador de otros, o a ser reprimido o encerrado solo por ser pobre. Resulta un contrasentido que el mismo criterio se use en nombre del socialismo, como es el caso del gobierno madurista que, declarado socialista, no acepta pobres en las calles, los esconde o los guarda en cárceles, retenes, cementerios, etc..

Hoy la juventud no trabaja para la sociedad y con conciencia del deber social, es manipulada y usada, como en la cuarta, porque carece de modelos revolucionarios, de ejemplos vivos que le hagan honor a sus discursos; estos jóvenes solo aprende a mentir, a engañar con sus propios discursos.

La fuerza de la juventud, y su displicencia por la muerte y por el futuro, debería convertirse en fuerza para cambiar lo establecido, demoler y rehacer todo lo que no sirve, para construir un nuevo orden social; en vez de ser reprimida y eliminada en los barrios, en las calles, en las protestas de obreros, campesinos y estudiantes…, convertirla en fuerza para salvar la humanidad.

Una condición que no varía en un verdadero socialista es la juventud. Sin juventud no hay revolución socialista. Querer ir más allá de lo establecido es un arrojo juvenil, así nazca éste de un cuerpo desgastado. Y lo contrario, los jóvenes que defienden el sistema instituido por los más viejos y que lo reproducen a conciencia padecen de una variedad de senilidad precoz, son viejos prematuros.

A los viejos-jóvenes de la revolución que, como Fidel Castro, llevaron con los años el peso de haber existido solo para cambiar todo lo que debía ser cambiado, les corresponde convencer a la "juventud joven", con sus ejemplos más honrosos y sus palabras, de que otra sociedad es posible, es practicable, de que hay otras maneras de relacionarnos que no sea la compulsión de utilizar al otro como escalera social. Existe otra forma de expresar el entusiasmo juvenil sin tener que generar una violencia irracional y destructora, manipulable por intereses políticos, con dinero y dentro de clanes delictivos, o acrecentando la explotación de otros seres humanos y la destrucción del planeta.

La juventud se pierde abandonada por los más viejos, que a su vez son abandonados por la sociedad. ¡Vivimos en una sociedad rota! que debemos armar de nuevo mediante la revolución socialista, para rehacer las relaciones sociales, el tejido social, conectar las aspiraciones personales con el sentido último de la humanidad.

La tarea de los socialistas es crear conciencia de la realidad; desengañarnos de su inevitabilidad, superar el fatalismo y alcanzar el punto de no retorno al egoísmo mezquino e irracional que estimula la sociedad capitalista con sus valores decadentes…, y, sobre todo, ¡conciencia existencial!, preguntar acerca de nuestro papel individuos y en la historia, (nuestro tiempo en la tierra y el tiempo histórico; de eso insistía Chávez citando a István Mészáros); de ¡cómo el individuo puede abrevar a la causa de la humanidad y de la vida! La tarea de un socialista va mucho más allá del tareísmo irracional, la obediencia ciega, la lealtad a símbolos sin referentes reales (lo que se les enseña y aprenden los jóvenes del lado madurista y del lado de allá, y para lo que casi siempre se les paga); nuestra obligación es la de hacer perpetuar la vida humana y en la tierra mediante la fuerza juvenil, trascender la muerte individual con su obra creadora.

Esta sociedad está cansada y en ruinas. Solo con la fuerza de la juventud, con optimismo y sin mezquindad, con entusiasmo por la vida es posible hacer una revolución socialista verdadera, creando, haciendo humanidad.

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