Crítica ácida

Duelo y desesperanza

Martes, 10/05/2022 11:35 PM

Un mil doscientos setenta y nueve venezolanos, (1279), han sido asesinados en Colombia, estadística de horror. Numerosos compatriotas perecieron violentamente en países extranjeros, producto de una vil campaña irresponsable, por interesados políticos y medios de comunicación social que enaltecieron la migración de ciudadanos falsamente ilusionados. Vendiéndolo todo o a la aventura, abandonaron las fronteras patrias mientras sus familiares rezaban, habían prometido mandar dólares para ayudar a los suyos acá a "sobrevivir", una parte de ellos no pudo establecerse en países donde presumiblemente tendrían trabajo, comida, dinero y posibilidad de vivir, imposibilidad o irrealidad comprobada luego.

El 8 de mayo leí en noticia internacional de un periódico peruano, "eran venezolanos: hallan dos cadáveres dentro de maletas enterradas en el desierto", los identificaron: Kelvin Infante Ramírez y Franklin Ernesto Lugo Yáñez, según confirmó el Coronel Jefe de Investigación Criminal de Tacna, población peruana, los venezolanos cruzaron la frontera y los interceptaron, crimen perpetrado por bandas de "coyotes" dedicadas al tráfico de personas. Agregó el militar que en el 202 hubo casos de sicariato de ciudadanos de la misma nacionalidad, es decir venezolanos.

Los cuerpos de los jóvenes menores de 25 años, yacían atados de pies y manos a 20 metros uno del otro en el desierto inca precisó un forense, una fiscal informó que durante la necropsia quedaron en evidencia tatuajes que ayudaron a su identificación. Imagine qué pueden sentir quienes desde hace tiempo nada saben de: hijos, nietos, sobrinos, hermanos, incluso padres y madres que se han marchado. Hace siete años conocí un ciudadano colombiano con muchos años de trabajo en Venezuela, quien enfermó y murió en parte por la tristeza, uno de sus hijos se había marchado a trabajar en la nación vecina, desde que se fue, jamás supo de el.

Volviendo a la autoridad peruana, el militar reveló que delincuentes operan un negocio peligroso iniciado al llegar a la estación terminal terrestre de Tacna, captados migrantes les ofrecen venderles documentos asegurando su ingreso por 200 dólares, o 100 dólares si quieren ir a través de pasos no habilitados, lo que llamamos trochas en Venezuela. Quedan en manos de los malhechores y son víctimas de xenofobia sin poder quejarse con las autoridades de la nación inca, por ser considerados indocumentados.

Otros datos de duelo y desesperanza internacional nos trae la guerra subsidiada que se libra en Europa. El escenario es Ucrania país al que nazifascistas llevaron a esta situación porque desde 1991 con la desaparición de la Unión de Repúblicas Soviéticas URSS, y del 2014 en adelante armando a los ucranianos para provocar reacción de Rusia, les vendieron y venden armas al desquiciado pro nazi Zelenski, comprometiéndolos en una deuda inmensa que en nada beneficia a los ucranianos, armamento vendido por EEUU, España, Alemania y Gran Bretaña.

Las perdidas ucranianas en los primeros 64 días de operaciones son demoledoras, Rusia ha destruido 156 aviones, 116 helicópteros y 765 drones ucranianos, 297 sistemas de misiles antiaéreos, 2.927 carros de combate, 335 lanzacohetes múltiples, 1.393 piezas de artillería y 2.746 vehículos especiales militares, gastos que consumen los presupuestos de Ucrania, palpable actitud de la ultra derecha metida en cálculos político-económicos belicistas, sin importarles para nada la desgracia humana.

"Guerra subsidiada" es el enfrentamiento de dos grandes potencias que en este caso son EE UU y RUSIA, utilizando una tercera nación para no ir al frente ellos. Uno se queda perplejo al pensar que politiqueros ignoren las muertes de inocentes, Los USA, colapsada su economía desde hace años, pretenden vivir de la venta de armas, buena parte de sus equipos son restos de las guerras con Corea y Vietnam, saliendo los yanquis de armamento caduco, a sabiendas que no son efectivas pero un jugoso negocio, entretanto Venezuela ostenta ante el mundo la paz bolivariana que usted y yo vemos en el día a día, al revés de los sufrimientos de otras naciones. La amargura es mala consejera y la desesperanza es cruel.

 

 

 

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