Pasqualina, los trabajadores y la revolución plástica
Por: Evaristo Marcano Marín
Miércoles, 11/05/2022 09:47 AM
Algo muy anormal viene pasando en el mundo de la "revolución". No es fácil explicarlo, aunque es fácil verlo. La "revolución" fue capaz de captar la involución en plástico de Rubén Blades, después que él ofreció algunas opiniones sobre el proceso venezolano. Esta "revolución" y sus "revolucionarios" vieron a Rubén Blades, pero no se ven ellos. Sorprende hoy; el silencio, la falta de brillo e inteligencia de los "revolucionarios" para observarse y mirar, cómo la revolución venezolana se hace plástica. Se derrite con tanta rapidez y sin mucho calor. Hoy le cabe a la "revolución" parte de la letra de la canción de Rubén Blades con una ligera modificación. Tachamos el "era" y le cabe perfectamente esto: "Ella [ES] una chica plástica de esas que veo por ahí/De esas que cuando se agitan sudan Chanel number three". Ni más ni menos.
Es real, la plastificación de la revolución. Veamos un hecho reciente, que confirma la condición de una revolución plástica derretida. La opinión de Jesús Farías sobre Pasqualina Curcio pasó sin molestar a una mujer en las filas de la revolución. Un silencio que parecía una total negación del grito de Dolores que se tiene como imagen de un grito libertario. Ninguna mujer, se sintió atropellada por las "poéticas" calificaciones que soltó Jesús Farias y esto es un hecho que permite ver cosas. Poco corazón y "rostros de polyester/Que escuchan sin oír y miran sin ver"sin ver/Gente que vendió por comodidad/Su razón de ser y su libertad". En esos corazones y en estos rostros de poliéster, no cabe el sonido de la solidaridad. Ni una mujer obrera, ni una mujer de hogares de la patria y ni una mujer de los profesionales
¿No volvieron plástico derechos consagrados en la constitución? Vayamos al Título III de la Constitución sobre los derechos humanos, Garantías y Deberes y en la revisión, toquemos el Capítulo V sobre los derechos sociales y de la familias. Si contrastamos la norma con la realidad, sale el plástico.
Darle cabida a la OIT es otro gran esfuerzo para plastificar la revolución. Este gran esfuerzo por darle a la OIT participación, degrada a la revolución" en su supuesto carácter protagónico''. A la "revolución" le cabe hoy, la expresión que se oye en la canción plástico, cuando el traidor de Rubén Blades dice : "Que Falló". Calza perfecta. No le cabe: "Aparentando lo que no son" porque el plástico es ya muy evidente.
La OIT es una comparsa que no disimula su apuesta. A ella le encanta y le fascina un mundo sin organizaciones sindicales, porque si ella fuera una institución promotora del sindicalismo, como expresión de lucha para dignificar el trabajo, el mundo sería otro. La realidad es que de los 187 Estados miembros de la OIT, apenas 86, registran sindicatos funcionando. En más del 54% de los países miembros, no existen organizaciones sindicales y la OIT se hace desentendida .
Según datos obtenido en documento de TatuyTv., que a su vez fueron tomados de un informe sobre salarios 2020/2022, se puede leer lo siguiente: "De los 1.721 millones de trabajadores/as contratados/as y asalariados/as registrados/as por la OIT, 327 millones reciben una paga inferior al salario mínimo. Al mismo tiempo 500 millones reciben ingresos menores por horas trabajadas sin motivos definidos" . La OIT suena como un organismo patronal mundial y aunque se tongonee, se le ve el bojote.
Pensé que la "revolución" y los "revolucionarios" de la revolución podían tener una ligera idea, que los trabajadores organizados en sindicatos era una importante herramienta para defender los derechos que estaban consagrados en la constitución. Digo que estaban, porque el memorándum 2792 hizo plástico esos derechos. Yo creía que los "revolucionarios" creían en esto, pero con el memorándum 2792 y la tripartita, siendo acompañada por la OIT, es otra manera de observar la degradación en plástico que viene viviendo (no sufriendo) la revolución.
Una revolución sin organización y movilización obrera, es un embuste monumental. Un plástico!