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Murió nuestro dilecto amigo y maestro Oldman Botello, uno de los más grandes cronistas del país, intelectual con rango de enciclopedistas, autor de casi doscientos libros, innumerables ensayos y artículos de opinión, miembro de varias academias, con múltiples premios y condecoraciones por sus investigaciones y escritos.
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Sobre cualquier tema que le consultábamos recibíamos atentas explicaciones , misivas , citas y un muy oportuno material bibliográfico. Estaba muy al tanto sobre del quehacer histórico y cultural del Guárico, y nos acompañó en casi todos los encuentros regionales con excelentes y originales ponencias.
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A las reuniones de la Asociación Nacional de Cronistas de Venezuela en los distintas pueblos y ciudades del país, Oldman Botello viajó muchas veces con nosotros, junto al doctor Felipe Hernández y el profesor Fernando Rodríguez . Era un honor y una delicia escuchar sus disertaciones sobre la historia nacional y local. Un punto en la carretera le recordaba alguna leyenda, una arbolada podía ser la entrada de un camino real, un caserío era motivo de comentarios porque se relacionaba con algún personaje o un suceso connotado apenas recordado.
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Instituciones y personalidades han expresado sus notas de duelo por la muerte de tan insigne historiador . La Asociación de Cronistas de Venezuela manifestó estar de luto por la muerte de este destacado personaje "que durante su trayectoria como Historiador, Cronista, Docente y Periodista se distinguió por su ejemplo afecto y devoción a la investigación de la historia, la crónica, la cultura y la educación".
Adolfo Rodríguez, Cronista Mayor del Guárico, escribió: " Radar activo, generoso y eficiente ante la necesidad del desarrollo de nuestro acervo intelectual. De donde su pasión itinerante que lo conduce a infinidad de derroteros para consignar sustanciales aportes".
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Murió Oldman Botello y la tristeza nos invade. Vienen a nuestra memoria sus palabras de aliento en algunos momentos difíciles de nuestras andanzas de cronista, sus escritos en su Bitácora del Sur, sus certeros consejos y las amenas conversaciones bajo los claroscuros de los atardeceres pueblerinos amenizados con un reconfortante quisqui.