Anoche la lluvia, se convirtió en tormento y mantuvo mi sueño despierto con un pertinaz susurro que me hacían cosquillas en el alma: confieso no podía dormir; pero a la vez con la lluvia llegaban imágenes de reclamo y la traición de mis hermanos, protagonizaba la inquisición a mi alrededor: pretendían que aceptara todas las contradicciones de una desviación en una sola noche de insomnio.
La noche se hizo larga y la insistencia de la lluvia convertía su hermosura en un tormento: llegaban partidarios con exigencia, que los transparentaban como enemigos, renunciando a tantas luchas, y la noche se estiraba con el zumbido, haciéndome valiente; negandome a tantos pedido de traición y una fuerza sobre natural me susurraba en el oído: no claudique camarada; haz dejado demasiado dolor en tú tiempo de espera; para ahora entregarte a la traición como un cobarde alienado sin pensamiento.
Y la lluvia me seguía arrullando, estimulando la lealtad en lo más profundo en mi sueño.
De repente me sentí alertado por una voz que retumbaba cuando casi llegaba el cansancio del sueño y volvía a despertar, escuchando truenos y relampagos de luz que entraban por la ventana.
La tenacidad del zumbido crecía en ese hermoso silencio que me hacía sentir qué no estaba solo y que la lluvia era mi fuerza y la compañía para seguir intentando y me repetía en el insomnio llueveme duro ARAÑERO.
Cuando llegó el amanecer, pude entender que eras tú, que anduvo dando vueltas en mi pensamiento, dándome claridad en la confusión, que trataba de arrastrarme a su desgracia y viniste en la lluvia a advertirme que resista: que los cobardes estaban siendo manipulados y que el deber era salir a buscar trasnochados, de esos que no pueden dormir; para que recuerden están en cada gota de aquel día de septiembre dónde sellamos un compromiso y que no dejarás de estar presente mientras respires en cada uno de los soñadores convencidos, que PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS Y HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.
SIN PATRIA NO QUIERO VIDA.
HAZTE CONCIENCIA.