La debilidad de Boric, el secuestro de Pedro Castillo, el posible triunfo de Petro y lo que de ellos pensamos

Miércoles, 01/06/2022 07:36 AM

En Colombia el 19 de junio próximo, según nuestro parecer que, confieso, coincide perfectamente con lo que deseo, ganará Petro, salvo suceda algo imprevisto, como un enorme fraude, dado que todos los factores que pesan en ese país, en circunstancias como las que ahora allí se viven, están preparados para ejecutarlo.

Entre Petro y Hernández, en la primera vuelta, hubo una diferencia a favor del primero de considerable magnitud, cercana al 13%. Remontarla política, sociológica, organizativamente pero también matemáticamente, parece muy cuesta arriba. La fuente pertinente para arrimar los votos que al segundo hacen falta pareciera ser casi exclusivamente el uribismo, que estuvo representado en la candidatura de "Fico" Gutiérrez, quien alcanzó un 23 %. Pero eso implica que, quienes por él votaron en la primera vuelta, se le mantengan fieles y dispuestos a votar nuevamente y como demanda, asunto muy discutible y nada extraño de poner en duda; pero además, debe arrastrar casi toda la votación del uribismo, lo que también luce como una tarea demasiado complicada.

Tradicionalmente, en Colombia, la abstención ha sido por demás abultada, tanto que las candidaturas ganadoras en los últimos procesos electorales, Uribe, Santos y Duque, lo hicieron con porcentajes precarios. La determinante mayoría de los electores allí se han abstenido, ante la seguridad, dadas las propuestas que siempre ganaría la "godarria" colombiana, asociada, desde los tiempos de Uribe, al gran capital del narcotráfico y el respaldo de los gobiernos de EEUU. Esa multitud de abstencionistas que había rondado entre el 62 y 65%, nada esperaba de quienes ganasen las elecciones.

En esta oportunidad, coincidiendo con una propuesta distinta a lo tradicional, la de Petro y todo lo que él significa en el marco colombiano y el resto de América Latina, donde viven millones de esa nacionalidad, en la primera vuelta se redujo sustancialmente al 45 % y un poco más.

Justamente, la candidatura "izquierdista" ya mencionada, alcanzó una cifra cercana a esa. Eso significa que todavía puede esperarse que, en la segunda vuelta, quienes se negaron a votar o fueron impedidos de hacerlo por los métodos que tradicionalmente usa la clase dominante y sus testaferros, los de los "falsos positivos", decidan esta vez hacerlo y hasta los obligados a votar, de una manera u otra en contra de Petro, cambien de actitud y lo hagan de otra manera. Es decir, no es de dudar que el abstencionismo tradicional, ese que se redujo el domingo, vuelva a disminuir drásticamente y aumente el volumen de votos a favor de Petro.

Pero tampoco es descartable que, entre quienes votaron por Hernández, intentando salir del uribismo y sus nefastos procederes, opten por abstenerse o votar por Petro, dado que "Fico" Gutiérrez, no dudó ni un segundo, después de saber los resultados, de anunciar su respaldo a aquél y eso debe resultar a ellos muy dudoso o poco digno de acompañar. Es decir, las opciones de Petro de sumar más votos que su oponente son mayores.

En concreto, luce desde nuestra perspectiva y visión, desde Venezuela, no inmerso en el torbellino y la violencia del marco colombiano, que el triunfo de Petro es, no sólo necesario, sino una opción realizable, dado que puede sumar los votos que le faltan, mientras que su opositor, de ganar de manera nada fraudulenta, tendría que hacer un supremo esfuerzo para remontar la ventaja que, al arranque, le lleva el candidato del Pacto Histórico y evitar los contratiempos que nosotros vislumbramos.

Desde la perspectiva de quienes nos asumimos como antiimperialistas o, más coloquialmente, partidarios de consolidar una fuerza continental que ponga a raya los abusos y desafueros de los gobiernos de EEUU y sus capitales, el triunfo de Petro es fundamental y necesario. Pues suma para cambiar el cuadro latinoamericano, sobre todo cuando las encuestas en Brasil hablan del hundimiento de Bolsonaro y del triunfo de Lula.

Esa nueva situación, bajo el liderazgo de hombres como Manuel López Obrador y Lula, servirían para fortalecer a Pedro Castillo, quien luce amarrado por la oligarquía peruana y una clase política nada interesada en servir a los trabajadores y la gente toda del espacio de los incas.

Lo mismo espera uno de Boric, quien pese haber ganado las elecciones con el apoyo de una multitud que reclama cambios sustanciales a lo interno y en la diplomacia o política internacional, lo que quedó demostrado en aquellas gigantescas manifestaciones que antes del acto electoral hundieron a Piñera y los suyos, dada la agresividad mostrada por el gobierno de Biden, nada distinto para América Latina a la de Trump, que no escatima en aplicar sanciones crueles a quienes le enfrenten o discrepen, vacila y se muestra evasivo y hasta distraído.

Mucha gente pesimista y acostumbrada a leer en viejas cartillas, tomando en cuenta el discurso de Petro, sobre todo en lo relacionado con Venezuela, da por un hecho que éste, llegado al palacio de Nariño a ejercer como nuevo presidente de Colombia, asumiría la misma conducta de los presidentes de Chile y Perú. Eso es posible, pero hay mucha tela que cortar y el cuadro suramericano muestra que va a seguir cambiando. Porque hay más.

La guerra que se desarrolla en este momento entre Rusia y Ucrania, que incluye sin duda alguna a la OTAN y particularmente a EEUU, habrá de dejar unos resultados que, de una manera u otra, van a repercutir en nuestras vidas.

De manera que, no sólo es posible el triunfo de Petro en Colombia sino que constituye un punto a favor de los pueblos de América Latina. Es absolutamente falso lo que algunos andan diciendo que, sería igual que gane el candidato del Pacto Histórico o el derechista Hernández, porque la política colombiana seguiría siendo inexorablemente la misma de los últimos años. Como es falso pensar que, concretado o terminado en sus detalles el cuadro que se está pintando en nuestro espacio, al que le falta en lo inmediato el seguro triunfo de Lula, nuestras relaciones políticas, diplomáticas y económicas con EEUU, seguirán teniendo el mismo carácter.

Lo verdaderamente lamentable y triste es que Petro sea derrotado, pues sin duda, eso sería fortalecer la hegemonía que nos mantiene en estado de entrega, mansedumbre y estancado.

Pero hay un riesgo mayor, difundir la idea que la derecha colombiana puede sumar los votos que le hacen falta, lo que es sumamente difícil, para no decir imposible, para no negar la realidad del movimiento, para alcanzar y derrotar a Petro; más que pavoso, ese discurso, se presta para darle sustento, legalidad al fraude o desconocimiento de los resultados, por una autoridad electoral atada a los intereses del uribismo y la política imperial.

El discurso de Petro, ese que muchos sectores de la izquierda y algunos que se muestran partidarios del gobierno, que no necesariamente deben ser tomados como tales, califican de "derecha", temeroso y genuflexo ante el imperialismo, dado los deslindes que ha hecho, obedeciendo a la realidad del cuadro latinoamericano y las muestras que el imperialismo tiene la suficiente capacidad para dañarnos y hasta hundirnos en la pobreza. La gente del gobierno venezolano bien lo sabe, tanto que en el bloqueo que nos aplican EEUU y sus aliados, porque estos contribuyen con rigurosidad, ella explica el mundo de dificultades en el que estamos envueltos.

Y sabe también Petro que, ahora mismo, el gobierno del país del norte y sus aliados, están haciendo todo lo que es posible para evitar que gane. Y sabe Petro, como lo saben Castillo de Perú y Boric de Chile, que las fuerzas armadas de sus respectivos países, pese eso se crea un recurso archivado, están a la espera que desde la "cueva", les den la señal respectiva para ejecutar uno de aquellos tradicionales y frecuentes golpes del pasado; en esos casos no habría necesidad de invadir, como si en Venezuela. Y esto, no hay motivo para descartarlo, pues los gobiernos de EEUU, suelen decir sin disimulo alguno, que ellos tienen todas las cartas u opciones sobre la mesa.

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