Auditórium

Anzoátegui: ¡infamia, cinismo, hipocresía, y deslealtad!

Viernes, 03/06/2022 01:59 AM

"El Camino es largo y culebrero". Alguna vez te han hecho sentir te mal, y que no vale la pena seguir luchando por lo que tu crees, si tu que esta leyendo esto, no te aflijas por los desprecios, y las burlas fuera de contexto, por personas que dicen que tu apoyo, no vale la pena, no les pare bolas, tu vida vale mucho, por que si dios te dio la dicha de vivir, vive cada instante, cada momento de esa vida que aprendiste a vivir, solo tu será bendecido por dios que te fortalece, animo e ir para adelante nunca retrocedas, por que del mirar hacia atrás aprenderás del fracaso, y la traición. Animo, y más nada.

Fin de la cita. Anónimo.

Tan importante es la virtud, y la lealtad en la política venezolana que un pensador italiano como Antonio Genovesi, sostenía un criterio, con mucho acierto lombrosiano, cuando decía que hasta, en la supervivencia de las banda criminales, se necesita de la lealtad recíproca entre los choros, porque el que se coma la luz le marcan calavera. La lealtad es un valor único, un componente esencial en todo sistema humano, político, y civilizado de la moral, sobre todo en los periodos electorales, cuando apoyas a un candidato. "y después dice, si te veo no te conozco, y menos que me apoyaste" todo esto consiste sustancialmente, cuando se engaña, y se le da la espalda cuando las encuestas te daban como perdedor, y después desconoces a determinadas personas, que te hicieron campaña públicamente, y con los que te adversaron, es que mantienes una relación de "amistad-negocio" política.

Todo esto en Anzoátegui lo traigo a colación, porque se trata de un valor opuesto a la verdad, y relacionable con el honor, y la gratitud, cuando tus solicitudes son ignoradas.

Es una virtud no muy fácil de encontrar en una sociedad política a menudo demasiado hipócrita, que es capaz de pronunciar frases: "correctas socialmente" de alago, y de afecto hacia los que los adversaron, pero que nada tienen que ver con las acciones, y los sentimientos de quienes los promocionaron, los testimonios quedaron registrados en los medios digitales, para la historia, y los próximos eventos electorales.

Ser desleal después que se toma el poder, y se endiosan, lleva consigo su penitencia, ya que supone un gran esfuerzo emocional que marca, y trasciende en muchos otros aspectos de la gestión política produciendo miedos inconfesados, ante cualquier desliz, inseguridades, y falta de paz, ante el radar que todo lo rastrea. Hoy unos militantes de la revolución anzoatiguenses relegados, me decían que la deslealtad es típica de seres políticos infantiles emocionalmente, y probablemente tengan razón. Una persona se convierte en adulto político, cuando es responsable de sí mismo, y se compromete con sus auténticos pensamientos de lealtad hacia los que le tendieron la mano en los momentos mas difíciles de la campaña, abrazando la verdad, la sinceridad, y la honradez, sin miedos, sin mascaras ni subterfugios. En las relaciones del trabajo político, entre compañeros, como en el matrimonio, en la amistad la lealtad reciproca, desarrolla la confianza mutua, y la amistad es esa flor que se cuida con la lealtad, y que se riega con la sinceridad. Cuando falta esa virtud la flor se marchita. Y la deslealtad se convierte en una infamia.

 

 

 

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