No es cuestión de chequera como dijo un vagabundo presidente al referirse a Venezuela envidiándonos al reconocer nuestra posibilidad de darnos a conocer en el mundo independiente, al tiempo que como jefe de estado embargaba a su país. A ese extranjero le respondimos con una actitud de dignidad libertaria que tiene en nosotros varios bicentenarios cumpliéndose este año y anteriores o de futuro cercano, a los que honramos con orgullo en contraste con políticos traidores que se entregan y donan su tierra natal, al arbitrio de nuevos imperialismos colonizadores.
Desde 1999 figuramos mediante dos Jefes de Estado electos por un pueblo noble que no practica las trampas comiciales de socios celestinos social demócratas y social cristianos. Supervisados nuestros comicios mediante innumerables auditorías, llamamos al mundo a que nos observe sin restricciones, salvo que cadenas al estilo CNN y sus imitadores lacayos comunicacionales, pretendan sabotear mintiéndole a lectores, oyentes y televidentes, en esos casos de manera justa igual que en cualquier nación, los hemos deportado como se hace a los hampones, les decimos chao en la escalerilla del avión para que regresen a sus respectivos destinos, por utilizar el periodismo para saboteo y desinformación.
Los infelices y abusadores de la democracia supuestamente representativa, que urdieron y lograron sus propósitos sacando de la presidencia brasileña a Dilma Ruseff, el Obispo Lugo en Paraguay, Jean Bertrand Aristide de Haití y el empresario nacionalista José Manuel Zelaya en Honduras, han montado en el Congreso en Lima una tramoya persecutoria al electo maestro campesino peruano.
Sin pudor alguno a lo que es la política con P mayúscula, los congresistas trabajan incansablemente a fin de impedirle gobernar al caballero que ya no luce el sombrero y comenzó a flaquear en sus concepciones hacia el pueblo inca necesitado, encerrado en las mieles del poder y atrapado por las ventajas de la burocracia formal pro estadounidense, lo acusan de presuntos delitos en supuestos pactos y convenios propuestos por quienes se hacían pasar por sus fervientes partidarios.
Gritar a todo pulmón ¡bravo Venezuela! y aplaudir la plausible gira del presidente socialista Nicolás Alejandro Maduro Moros, merece sin enredos ni enmarañamientos un gesto de venezolanidad, sin importar se esté o no de acuerdo con ejecutorias oficiales, que serán sometidas a juicio electoral en la consulta del año 2024. En la lógica democrática y dentro de esa trayectoria se inscriben las campañas oficialistas y opositoras, observadas con veteranía comicial por la población que ha aprendido a premiar o castigar.
Pedro José no es Hugo Rafael, la valentía y audacia del venezolano bolivariano, no la tiene Castillo Terrones quien por comportamiento ambiguo da mucho más valor a Chávez Frías que en este siglo XXI se atrevió a darle confianza a los consejos sabios del experimentado antillano Fidel Castro Ruz quien jamás se equivocó al describir el salvajismo mercantil, como tampoco estuvo errado en su concepción cívico-militar antiimperialista el militar venezolano conductor del socialismo Siglo XXI.