Bien lo expresa Gómez Grillo cuando al hacer la crítica de la escuela clásica de criminología dice: "La escuela clásica parte de un supuesto hipotético falso; el de considerar al delincuente un hombre normal. Un hombre que piensa, delibera, decide y realiza como los demás. Pero no es así. El delincuente es un sujeto normal, en orden a las investigaciones antropológicas realizadas. Esa anormalidad puede ser congénita, innata o adquirida, transitoria o permanente. El caso es que está presente en el momento de la ejecución del acto delictivo. Mucho antes del positivismo en criminología, numerosos autores de la antigüedad clásica como Hipócrates, Platón y Aristóteles aludían a ciertos rasgos físicos y psicológicos que singularizaban al criminal. Según Lombroso el criminal es un estigmatizado heredobiológico, un ser atávico que reproduce en la persona los instintos feroces de la humanidad primitiva y de los animales inferiores; explicándose de esta forma la frecuencia de los rasgos degenerativos —que según el profesor de Turín— se encuentran en los criminales. (Tomado del texto de Gómez Grillo—.
* La moderna sociología criminal ha desplazado la anterior acentuación que en la génesis del delito se adjudicaban a los factores heredobiológicos para ponerlo sobre los factores económicos y sociales. Es probable que eso sea cierto, pero en lo que respecta a ciertos delitos como son todos los concernientes a la propiedad, pues, en lo que dijo Ferri sobre la extraordinaria importancia que en estos hechos tienen los factores biológicos. Aunque los pueblos primitivos o muchos de ellos no ejercían represalia directa en nombre del grupo contra el homicida, consideraban cosa grave la aparición de tal delito, haciéndose por esta causa grandes ceremonias de expiación para evitarla venganzas del muerto. La venganza sin embargo, se ejercía por medio de los familiares de la víctima que quedaban legalmente autorizados para ejercer su acción. Con lo que se demuestra de hecho que la colectividad reprimía el crimen. Entre los primeros griegos acontecía otro tanto.
Las personas ajenas a las disciplinas psiquiátricas suelen confundir psicopatía con psicosis. Valga por ellos esta explicación: Psicosis implica pérdida patológica del juicio de la realidad (locura en el sentido vulgar). El psicótico no es jurídicamente responsable, ni imputable por consiguiente. El psicópata, personalidad psicopática o personalidad anormal por el contrario, no está privado ni de la razón, ni del juicio, ni de las otras funciones intelectuales. Su forma de sentir, de amar y de reaccionar es diferente cuantitiva y cualitativamente al término medio de la población; por eso roza, choca o fricciona con el común de la gente, sufriendo o haciendo sufrir. Su disonancia afectiva es lo que les impide comprender cabalmente las motivaciones sentimentales de sus semejantes. De ahí la fama de desequilibrados, perversos, raros o excéntricos con que los designa la jerga popular.
Esa desviación patológica del temperamento es lo que define la psicopatía, y no su proyección sociológica negativa o positiva. Son muchos los delincuentes no psicopáticos, y más los psicópatas que no son delincuentes; aunque es forzoso reconocer que la constitución psicopática favorece en una proporción del 300% en relación a la población normal, la actividad delictiva.
Esta correlación ha llevado a algunos autores, entre ellos Kretschmer a sentar que las psicopatías son formas abortivas de las psicosis endógenas. En base a estos puntos de vista establece una tipología psicopática harto conocida como son: los tipos cicloides, según tributen sobre la psicosis maniacodepresiva; los esquizoides, según lo hagan sobre la esquizofrenia y los epileptoides, si se vinculan con la epilepsia.
Don Francisco Herrera Luque, dice: (Véase nuestro libro "Las personalidades Psicopáticas" Editorial Científico-Médica, Barcelona 1969).
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