¡Despoliticemos la política!

Martes, 05/07/2022 02:19 AM

La actual crisis venezolana es producto de un proceso cíclico de reincidencia de presuntos diálogos y procesos electorales al margen de la ley, de la Constitución. Ocurre posterior a determinadas crisis, por ello no es casualidad que después de cada elección la calidad de vida de los venezolanos merma cada vez más a prisa.

Otro factor común es que la dirigencia partidista opositora, caduca, agotada en estrategias, se ha negado permitir el surgimiento de nuevos liderazgos. En más de 20 años mismas cúpulas han insistido sospechosamente en mismas fórmulas repetidas. con mismos resultados trágicos a la nación.

2022 no es la excepción, la bandera de la oposición es un endeble proceso de elección primaria con miras a las presidenciales 2024, obsequiándole al régimen más de 2 años de relativa paz, sacrificando a los venezolanos durante todo este tiempo, dicho sea de paso, con esperanzas infundadas, orando el régimen permita una elección competitiva a pesar de dar diariamente demostración de profundizar su radicalismo, envalentonado como nunca por el alzamiento de la izquierda en la región y la flexibilización de las sanciones por orden energético. En conclusión, lo electoral una variable totalmente dependiente de la voluntad del chavismo.

Así pues, está demostrado, la solución al oscurantismo venezolano no provendrá de la buena voluntad de sus culpables (el chavismo), tampoco por actuación de una oposición divorciada de la gente y mucho menos por una acción internacional, ocupada en sus propios asuntos. Sin más alternativa, recae en los hombros de los venezolanos la posibilidad de rescatar su democracia, su institucionalidad, una labor nada sencilla considerando las armas, recursos e instituciones con que cuentan los enemigos de la libertad.

De pronto surge la sociedad civil como su propia salvación, sus liderazgos naturales, sus organizaciones a lo largo y ancho del territorio nacional resultan ser los nuevos soldados de esta lucha sobrevenida. La gran ventaja es que la sociedad civil se encuentra mucho más clara y engranada que la sociedad política, desde hace tiempo encara inagotables luchas exigiendo la restitución de sus derechos y libertades. El lado débil es el desánimo y la apatía que ha envuelto a los habitantes de este desnaturalizado país ante la reiterada burla de sus actores políticos.

Así, cuando se trata dar forma a las nuevas luchas por nuestra libertad, los escenarios que se asoman deben ser liderados por la sociedad civil, incluyendo el proceso de primarias, el rescate del voto, la presión social, entre otros. A la par de la lucha electoral sensata, se unen también las exigencias consuetudinarias por el respeto al estado de derecho, a la dignificación de la vida, renglones olvidados por la dirigencia partidista.

Para muchos la sociedad civil es un acertijo, pero quien les escribe ha atestiguado en primera persona ella se encuentra sumamente estructurada en todo el territorio nacional, contando entre sus filas con personas, no solamente aptas/capaces, sino en sintonía con las necesidades reales y sentidas de la población, además, la sociedad civil es poseedora de los niveles necesarios de organización, con liderazgo en abundancia.

La política es realidad y hoy es muy cuesta arriba, por su tozudez e intereses particulares, que del seno de los partidos surja un nuevo liderazgo capaz de llamar la atención de los venezolanos. En ese sentido, la sociedad civil también representa una alternativa tan estratégica como factible, asegurando en mayor grado (que el de los partidos) el resguardo de los intereses de la nación. Así pues, cuando en momentos que se presumía de total oscuridad, la sociedad civil debe emerger como una luz salvadora de sí misma ¡Despoliticemos la política, socialicémosla!

 

 

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