Venezuela no es una plaza de reacomodos. Venezuela es desde hace más de un siglo un objetivo para las guerras y estas intenciones de guerras no se han detenido y una ha sido la secuencia de otra. Aun cuando en el planeta hay un llamamiento a la creación y configuración de nuevos actores económicos y políticos en lo que pudiéramos llamar la participación de una nueva potencia conformada entre China, Rusia, Irán, India y otros. Estas uniones van a marcar un mundo bipolar y multicéntrico por la participación de unos cuantos países que conformarán la creación de un nuevo eje.
Pero todo esto no se dará por un buen camino o casualidad. Los grandes cambios del planeta se darán a partir de la guerra y actualmente el mundo atraviesa la posibilidad de estar en la obra de una Tercera Guerra Mundial.
Esta guerra buscará ocupar nuevos terrenos en ganancias y espacios, por eso debemos proponer y ganar dentro de esta confrontación y no permanecer fuera de ella, debemos participar en el conflicto. A partir de allí la dinámica de las relaciones internacionales y de su seguridad y defensa fue marcada por su nuevo acomodo. Muchos de esos espacios quedarán mutilados. Mientras por otra parte instauró un modelo internacional. Cuando los países con fortalezas económicas, científicas, técnicas, militares, diplomáticas, políticas, comerciales con importantes materias primas se estén debatiendo en ese nuevo modelo muchos se aglutinan uniéndose en bloque como el caso de los BRICS donde ya Irán pidió ser incluida.
No importa que no estemos cercanos en lo limítrofe, por ejemplo, Venezuela—Colombia—Brasil, hablamos ahora de una bidireccionalidad extraterritorial, una nueva manera de ver al mundo: Venezuela con Rusia—Bielorrusia—Irán—China—India. Países y naciones que tienen fortalezas, pero también gozan de posiciones políticas muy claras frente al mundo que se está construyendo, mandatarios que están en esa creación, asistimos a la nueva discusión de la gobernanza mundial.
Esos mandatarios han hecho de su función un poder primeramente a través de la colocación de sus recursos y fábricas. Abiertamente han enfrentado a un modelo pero han propuesto otro, pero cuando se unen y hacen alianzas estratégicas en lo militar, ejercicio conjuntos y múltiples, aparte de unión de capitales financieros, intercambios tecnológicos, indudablemente que su poder crea una agenda de propuestas.
Por eso tienen más peso los BRICS, La Organización para la Cooperación de Shanghái, la OPEP y la OPEP—PLUS, la creación de la OPEG (GAS), y la propuesta de un nuevo marcador petrolero propuesto por Irán, más La Ruta de la Seda con su proyecto de crear miles de kilómetros de vías férreas, es decir, megaproyectos mundiales que van a decidir la gobernanza del mundo en lo económico, militar, político, todo bajo un nuevo espíritu, donde lo político y económico se renuevan. Y en ese nuevo espacio cabe Venezuela por sus enormes fortalezas en petróleo y gas. Hacia esos objetivos debemos apuntar, pero antes debemos conocer y leer las nuevas relaciones internacionales que mueven estos objetivos.
Esto acontece en el planeta mientras el mismo renueva sus discursos, pero también guerras, posiciones que lamentablemente en este tiempo nos llevarán a una etapa militarizada, amenazante. Seguramente en los tiempos por venir existirán consensos diplomáticos más justos para el planeta, discusiones, mejor gobernanza y respeto internacional. En esto debemos de proponer alianzas y estrategias.
De los doscientos cuarenta y un países donde algunos viven subyugados y otros piden libertad, hay que cambiar el modelo. Existen tipos de cambios que el planeta necesita frente a las antiguas formas de esclavitud, donde sus sociedades sin derechos piden ser transformadas .
Hablamos de un consenso mundial con respeto a la especie humana, respeto a países que tienen importantes reservas de petróleo, minerales, recursos que mueven al mundo. Venezuela, necesariamente debe hablar.