Con el artículo anterior se pudo apreciar una pequeñísima muestra del uso discrecional y arbitrario que la corriente oportunista atornillada en el Buró Político hace de los Estatutos del PCV.
Quienes nos guiamos por los fundamentos comunistas, y luchamos por construir su instrumento revolucionario en Venezuela, lamentablemente chocamos con la realidad de que esos personajes tienen un prontuario más largo y viejo de lo que quisiéramos admitir.
SOBRE EL «ORDEN DEL DÍA»
En la propuesta de «Orden del Día» del 16º Congreso del PCV –elaborada por el Buró Político (BP) y, claro está, avalada por el Comité Central (CC)–, para sorpresa de la militancia no estaba la usual y necesaria modificación de los Estatutos, sino la discusión de unas «Tesis Programáticas» –que, por cierto, en el 11º Congreso (2002) se tuvo un punto de discusión igual, sin problemas junto a la «Línea Política» y los Estatutos–.
Quien tenga tiempo y paciencia de leer la propuesta de «Tesis Programática» verá que, aparte de selectivas referencias históricas, únicamente sumaron más excusas, fases y alcabalas para «la revolución» que sólo pregonan en discursos.
Pero lo llamativo es por qué excluir los Estatutos.
Tras una nociva experiencia –y para prevenir que se repitiera–, en el 8º Congreso del PCV (1990), y ratificado por el 9º Congreso (1993), se estableció en los Estatutos que el secretario general y el presidente del Partido:
«[…] Pueden ser reelectos por un segundo período consecutivo, después de lo cual deberá transcurrir un mínimo de cuatro años para poder optar nuevamente al mismo cargo.»[1]
Esa sabia limitación fue eliminada de los Estatutos hace casi 26 años, en el 10º Congreso (1996), justo cuando empezó el primero de los cinco períodos consecutivos que lleva Oscar Ramón Figuera en la Secretaría General del PCV.
Sobre ese tema, dos meses antes de que el BP convenientemente resucitara las «Tesis Programáticas» y eliminara en el Orden del Día del 16º Congreso la revisión de los Estatutos, en enero de este año manifesté:
«No hemos debido dejar pasar tanto tiempo para corregir esa equivocación. El 16° Congreso […] debería ser el escenario idóneo para dar esa otra batalla por la reconstrucción revolucionaria del PCV.»[2]
Por lo visto, ni Oscar Ramón ni sus cortesanos querían correr el riesgo de que la militancia de base pudiese discutir y pronunciarse sobre las dañinas consecuencias de haberlos dejado perpetuarse en tan altas responsabilidades, sobre todo al corroborar su descomposición política y moral.
No es de extrañar que tampoco les gustara esa otra lógica previsión antipersonalista y antiautoritaria que aprobó el 8º Congreso (1990):
«El Secretario General deberá rendir cuenta de su gestión ante el Comité Central al final de cada año.»
Un mandato estatutario con el que nunca cumplió Oscar Ramón y que, cansado de que unos cuantos anualmente se lo señaláramos, propició su eliminación en el 15º Congreso (2017).
SANGRÍA CONSTANTE
A quién podrá sorprenderle el hecho de que, especialmente en la última década, hemos perdido gran parte de la sangre del PCV (tanto la joven como la experimentada), que son sus militantes, y la mayoría de su músculo, que son las células.
Hace cerca de tres meses culminó el recenso de la militancia, y los datos no se pueden comparar ni siquiera con la crisis migratoria venezolana.
Por ejemplo, tomando el recenso hecho en 2014 (13ª Conferencia Nacional), hoy sólo queda el 35,4% de células y el 24,5% de militantes que teníamos entonces.
Es cierto que en las últimas tres décadas nunca hemos tenido una nutrida militancia, pero haber perdido en estos ocho años casi el 65% de células y el 75% de militantes nos retrotrae a principios de los noventa, reducidos a una mínima expresión.
Y las cifras en la Juventud Comunista (JCV) son aún peores.
Pero, seguramente, nada de esto estará reflejado en el «Informe del Comité Central al 16º Congreso del PCV», que está haciendo el BP.
Sólo hay que ver los cómplices premiados que coordinan la redacción de ese informe: Perfecto Abreu Nieves –secretario nacional de Organización hasta enero pasado, cuando fue ascendido a Presidente del PCV–, y Janohi Rosas –su sucesora y secretaria general de la JCV hasta marzo–.
Además, es bastante factible que Oscar Ramón repita el lineamiento que dio cuando se discutía en el BP el informe para el pasado 15º Congreso:
«No me atrevo a decir que sea "crítico y autocrítico", porque, si no, no decimos lo positivo, […] debe servir para elevar la moral combativa, no para salir con las tablas en la cabeza.»[3]
PARA AVANZAR
A estas alturas, naturalmente, más de un buen camarada –que no conociera ya la conducta rastrera y corrompida de esa pandilla– se sentirá decepcionado, estafado, enojado o confundido, y se preguntará: «Ajá, y entonces ¿qué hacemos?».
Para avanzar, es fundamental tomar conciencia del tipo de «dirigentes» que tenemos enquistados y de su directa responsabilidad en la degradación del Partido por más de dos décadas.
Sólo así se despejará y se preparará el camino para depurarnos de ellos y corregir políticas socialreformistas, para emprender la reconstrucción revolucionaria que lleve al PCV a cumplir su misión histórica como combatiente de vanguardia.
* * *
[1] Artículo 53 de los Estatutos del 8º Congreso y artículo 37 de los Estatutos del 9º Congreso.
[2] «La desgastada y manipuladora táctica de "¡Viene el lobo!"», 28 de enero de 2022.
[3] Oscar Ramón Figuera, en reunión del BP (11 de junio de 2017), en intervención abusiva de 19min y 47seg, a pesar de que el tiempo establecido era de 10min.