Un venezolano universal del siglo XXI: el matemático Francisco Rivero…

Miércoles, 17/08/2022 12:35 AM

(Francisco Rivero, Matematico)

  1. Aquí no me estaré refiriendo al filósofo Francisco Rivero, profesor de la Universidad Metropolitana, graduado en Harvard, quien hizo numerosos programas de televisión sobre las dificultades del conocimiento. Aquel filósofo y éste, al que me referiré en esta nota, ni siquiera son parientes lejanos. Creo, además, que ni se llegaron a conocer personalmente, aunque ambos sean filósofos de notables quilates.
  2. La filosofía del Francisco Rivero que me ocupa (el de un merideño asimilado), es básicamente la de el de las matemáticas, que por piquete toca la música, se extiende a las crónicas andinas y a la pintura. Este matemático es un excelente pintor. Alguna vez dije que Francisco Rivero, establecido en Mérida desde hace casi cincuenta años, es el Manuel Cabré andino. Pocas personas he conocido en mi vida con un amor por las artes, por el servicio social, por la naturaleza, por la pedagogía, por las ciencias, la escritura y la lectura como este merideño asimilado, Francisco Rivero.
  3. ¡En cuántas otras áreas ha llegado a incursionar el matemático Francisco Rivero! Fue Jefe del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Los Andes, Presidente del Colegio de Egresados, Secretario de la Asociación Matemática Venezolana, Capítulo de Mérida; Secretario de Cultura de Apula, Seccional de Ciencias 1998 -2000, Jefe de la División Académica del Ministerio del Poder Popular para la Educación, Zona Educativa del Estado Mérida.
  4. Francisco Rivero nació, digamos que por accidente en República Dominicana. Bueno, es un decir, todos nacemos por accidente y sin pedirlo. Francisco viene siendo hijo de un revolucionario republicano español que nos llegó (como otros miles a América Latina), huyendo de aquel abominable personaje (infelizmente su anti-tocayo), llamado Francisco Franco. En llegando a este continente él y su prole, acabó haciéndose ante todo caribe, penetró la tierra que le acogía y acabó convertido en un venezolano de pura cepa, mucho mejor elaborado, mucho mejor enraizado, mucho mejor que la inmensa mayoría de los que aquí hemos nacido. Para mí nadie le supera en su merideñidad, en su amor por el estudio de la geografía, cultura e historia de las regiones andinas. No sólo se ha convertido en su mejor pintor, sino en el mayor conocedor de todas sus tradiciones, de su música, de sus artes y regiones muchas de ellas recorriéndolas a pie.
  5. Habría que recoger un capítulo aparte sobre el inmenso conocimiento de Francisco en el terreno de la música en todas sus potencialidades, llegando él a escribir un libro nada sencillo para los legos en este arte, titulado "La Música Moderna: Una guía con 200 obras para los oyentes". Sin duda, que a la vez que estudió la música desde un punto de vista artístico, también lo hizo desde las matemáticas. En ese sentido la soledad de este creador ha sido en cierto modo dolorosa, porque en tantas áreas de su conocimiento ha tenido a muy pocos compatriotas con los que pueda compartir su amor por la pintura, la música, la lectura de clásicos, y hay que decirlo, devora en su lengua original obras de autores como James Joyce, William Faulkner, Ernst Hemingway, Jack Kerouac, E. M. Forster, John Steinbeck, …
  6. Cuando la tierra toma posesión de estos personajes que nos llegaron de España tales, por ejemplo, como el doctor José María Vargas o Juan Manuel Cajigal (hijo), y ahora entre ellos incluyo al profesor Francisco Rivero, entonces éstos acaban haciéndose tan venezolanos como sus indios, sus mulatos o negros. Me decía el escritor aragonés Ramón J. Sender, que el español trasplantado a estas tierras latinoamericanas mejora como ser humano.
  7. Conocí a Francisco por el año 1987, cuando él apenas venía de hacer su doctorado en la Universidad de Louisiana, Estados Unidos, y puede decirse que desde ese mismo momento hicimos una gran amistad. Conocí a su amable esposa Nancy, tovareña, a sus hijos, y muchas veces nos reunimos, compartiendo algunos traguitos de vino o algún churrasco o sancocho (porque además es excelente cocinero), tanto en su casa de La Parroquia, como en La Mata o en su casita de campo en Mucurubá. Nuestra amistad se irradió hacia personajes memorables de Mérida como el padre Santiago López Palacios, Andrés Zavrostky o Carlos Chalbaud Zerpa. Con Francisco hicimos exigentes caminatas como la de ir a pie, a través de empinadas montañas, desde Chacantá hasta Canaguá. Estuvimos juntos en Cuba dictándoles conferencias a nuestros estudiantes de Medicina en la isla.
  8. En mi biblioteca tengo casi todos los libros publicados por Francisco, los cuales ha hecho prácticamente de su bolsillo: sus textos Algebra, Introducción a la Teoría de Números, Introducción a los Números Complejos, Algebra: Estructuras algebraicas, La geometría computacional, todos ellos para estudiantes de la Licenciatura, así como Números Entero,s preparado para la Primera Escuela venezolana para la enseñanza de la matemática, Mérida, 1997. Su obra Reflexiones sobre la matemática y el mundo que nos rodea (1998), Matemáticas para Economía (2000), Visitando a Mérida (2001), Acertijos matemáticos, Geometría Computacional en el plano (2007), La Música Moderna: Una guía con 200 obras para los oyentes (2010).
  9. En particular, su obra Visitando a Mérida, es de una exquisitez literaria, científica, gráfica y extraordinariamente amena, al nivel de los trabajos de divulgación sobre esta región andina de Mérida de escritores como Tulio Febres Cordero, Mariano Picón Salas o del mismo doctor Carlos Chalbaud. Más aún, llega a superarlos porque las ilustraciones hechas en plumilla de esta obra son del propio Francisco Rivero. Cómo ama y ha amado Francisco las tradiciones de estos pueblos andinos estudiando, viviendo con ellos sus fiestas y tradiciones, lo más palpitante y sublime de su cultura. Francisco acompañando a Los Vasallos de La Candelaria en sus actos en La Parroquia, y además presentándolos en una memorable obra pictórica. Francisco participando activamente en Las Velas de Mucurubá.
  10. Finalmente, nadie se me parece más a don Quijote en esta Venezuela del siglo XX y lo que va del XXI, que este amigo, colega y hermano del alma, Francisco Rivero (sin el "don"). Un hombre que hace de todo lo bueno calladamente, que estudia para servir y ayudar, que ha llevado palos y ha sido tantas veces descalabrado por la incuria y el abandono de lo nuestro, y que él nunca por ello ha desmayado, jamás se ha desaminado por tantos golpes y por tanta indiferencia hacia lo nuestro. No es hombre de quejarse por nada, ni jamás ha tirado la toalla ante cada pachotada, indolencia o negligencia de las que verdean ante nuestros ojos, y sigue creyendo, amando lo nuestro, sirviendo con honradez y nobleza en cuanto trabajo se encomienda a sí mismo o se le exija. Toda una vida, toda una obra, sin descanso y sin jamás amilanarse ante las adversidades. Esto sí es un verdadero ejemplo para la juventud, para nuestros estudiantes, para los que aman o dicen amar a la patria: obras, acción, constancia, trabajo.

 

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