Disponer del servicio eléctrico en nuestros hogares, pareciera siempre que es lo lógico y lo normal al igual que el de tener alumbrado publico y mantener con dicho servicio el sector empresarial también. Definitivamente es casi impensable concebirse la vida sin electricidad. Sin embargo, para más de un quinto de la población del mundo, la vida es otra, padecen de la llamada pobreza energética aún cuando han transcurrido más de 150 años desde la invención de la luz eléctrica.
Según los números, super conservadores por cierto, de la División de Estadística de las Naciones Unidas (UNSD) y el Banco Mundial, actualmente, 3.000 millones de personas (40 % de la población mundial) viven en situación de pobreza energética en el mundo, de las cuales 1.100 millones (equivalente al 14% de la población mundial) no tienen acceso a la electricidad. De ellos, el 87% vive en zonas rurales, en especial las poblaciones pobres de África Sub-Sahariana y de Asia. Igual existen millones de personas, fuera del rango de los muy pobres, que aún carecen de energía eléctrica o combustibles modernos para cocinar.
En Latinoamérica y el Caribe se estiman alrededor de 40 millones de personas sin acceso a la energía eléctrica.
Las comunidades rurales en Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, México y Centroamérica están entre las regiones más afectadas. Igual la población indígena donde al menos un 50% esta excluida de ese servicio.
Que podemos hacer?
La respuesta es una sola:
Es urgente actuar, como un gran voluntariado "Sin Fronteras, en conjunto con empresas, fundaciones benéficas o individualidades e ir a aportar nuestra contribución bien sea en conocimientos y dedicación, reutilizando en principio los millones de viejos paneles solares y demás componentes que ya se están desincorporado por los de nueva generación y salir a instalarlos en esas ignoradas y olvidadas comunidades del candil y velas.
Lubio Lenin Cardozo.
