El comandante presidente Hugo Chávez fue duramente criticado por la derecha y la burguesía venezolana por los "regalos" que él otorgaba a otros países. Esta estrategia geopolítica no fue más que la integración de los pueblos y el fortalecimiento de la Patria Grande, para ampliar su base de apoyo en un mundo multipolar, que tenía como propósito priorizar las relaciones económicas, políticas y sociales dentro de un marco de complementariedad y ayuda mutua, especialmente con los pueblos de la región. El gran solidario Chávez sabía que en una sociedad inhumana como la nuestra, la del continente y del mundo, sometidas y condenadas por la Tríada del Poder Oscuro (Capitalismo, Esclavismo y Religión por el Nuevo Orden Mundial), el humanismo debía sobreponerse, como la máxima expresión del pensamiento para elevar la consciencia para enriquecer no desde el punto de vista económico a un país, sino para cultivar y enaltecer su dignidad humana; y para cimentar la certeza de que un mundo pluripolar más humano es posible, que vaya hacia caminos de paz, hacia la consolidación del socialismo. Poco se entendió este papel de Chávez, en vista de que el rol del imperio, de los grandes medios y de los lacayos de la derecha desarrollaron una campaña en su contra egoísta y mal intencionada, sobre todo porque esas ayudas e intercambios comerciales fueron hacia países que estaban sumergidos en una gran crisis, como el caso de Argentina que con el impulso de Chávez se recuperó ampliamente, al igual que Uruguay, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Cuba, empobrecidos por el capitalismo salvaje y explotador, a quienes se les vendió petróleo a precios preferenciales o a través de otros convenios. Sin embargo, esa derecha hubiera tenido una conducta distinta si esos intercambios se hubiesen otorgado a los "cultos europeos" y no a los afrodescendientes de este lado de América, o a los negros del Bronx (EE.UU.) que morían de frío por falta de calefacción. Fue una gran lección de solidaridad al mundo, como solo Fidel y Chávez sabían hacerlo.
El IV Gran Objetivo Histórico (GOH) del Plan de la Patria 2019-2025 (propuesta por Chávez para el 2013-2019), está enmarcado en contribuir con el desarrollo de una nueva geopolítica internacional, en la cual tome cuerpo el mundo multicéntrico y pluripolar, que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria. Este GOH no puede estar desligado del I, que consiste en defender, expandir y consolidar el bien más preciado que hemos reconquistado después de 200 años: la independencia nacional. Podemos ilustrar aquí el 1.1.3, que es fortalecer y expandir el poder popular para la defensa de la soberanía y del ejercicio de la democracia participativa y protagónica; el 1.2. que es consolidar la defensa y soberanía en la preservación y uso de los recursos naturales estratégicos, con especial énfasis en los hidrocarburos, mineros y acuíferos; el 1.2.10, que consiste en elevar la consciencia política e ideológica del pueblo; el 1.2.12, que garantiza la propiedad y uso de los recursos naturales del país, de forma soberana, para la satisfacción de las demandas internas, así como su uso, en función de los más altos intereses nacionales; el 1.4.1, que establece eliminar definitivamente el latifundio para profundizar el proceso de rescate, regularización y dotación de la tierra, así como el fortalecimiento en los predios recuperados,…; el 1.4.2., consiste en acelerar la democratización del acceso de los campesinos, productores, y de las distintas formas colectivas y empresas socialistas a los recursos necesarios para la producción que implique el uso racional y sostenible de los mismos; entre otros. Si el IV GOH se aplica en detrimento del I, estamos en presencia de la entrega total de nuestra soberanía, violentando la Carta Magna y esta Ley Plan de la Patria.
Estos postulados no contradicen las políticas del presidente Chávez más sí las del presidente Nicolás Maduro, ya que la del primero se realizó en función del respeto y resguardo de nuestra soberanía, velando por la dignidad del pueblo venezolano; no rindiéndose al imperio ni a ningún otro país que haya atentado contra su soberanía, contra la economía, contra un pueblo que lo sometieron al hambre, al incremento de la pobreza, a la no utilización plena de sus recursos energéticos (como el agua, energía, gas, gasolina y derivados); mientras que la de Maduro ha sido una postura entreguista, viola todos los fundamentos del I GOH. Son dos escenarios y estrategias totalmente diferentes. Los regalos del presidente Nicolás Maduro más que ofrendas son ofensas para el pueblo venezolano, porque con estas acciones el presidente pretende borrar el daño que le ha hecho al país a quienes hoy les regala sus riquezas, e intenta seguir en esa ambición dañina a pesar de conocer sus consecuencias. Además, amparándose en la Ley Anti Bloqueo, el gobierno con sus políticas neoliberales otorgó un millón de hectáreas de tierras cultivables a Irán, según el viceministro de ese país Mohsen Kushki Tabar, a través de un acuerdo de veinte años, en razón de que este país tiene un déficit de 7 MM de hectáreas de tierras cultivables. Así mismo, en su mal llamada "insistencia economía diversificada" regaló otras más a unos terratenientes extranjeros en el estado Aragua, con el ministro que promueve la burguesía revolucionaria, para la producción de carne, a los fines de competir en mercados internacionales. Propuso para el sector educación traer docentes y científicos extranjeros para que den clases en las universidades del país, cuando en América Latina hay una cacería de los profesionales universitarios venezolanos, por estar muy bien preparados y altamente calificados; pero que, motivado a la crisis del país se fueron por los bajos salarios, o los que no lo habían hecho lo harán o renunciarán debido a las tablas de remuneración que aplicó la ONAPRE (para no llamarle instructivo). Otro regalito que planteó recientemente "para estabilizar el mundo", fue petróleo y gas de Venezuela para Europa y los EE.UU. ante la crisis que enfrentan por el conflicto de Ucrania, cuando la Unión Europea ha sido leal a las políticas sancionatorias e injerencistas del imperio contra Venezuela. Vale recordar que solo el Reino Unido se niega a devolver el oro al país porque reconoce a Guaidó como presidente.
Por este último hecho tan antisoberano —que no se confunda con falta de solidaridad—, el presidente Maduro debe redireccionar sus políticas. No solo es el hecho de que se le reconozca como presidente, sino que debe ser el garante de que al pueblo venezolano se le respete y no ponerlo de rodillas ante ningún imperio por unos barriles de petróleo, o por la entrega de un hombre retenido en el país del mal. La guerra en Ucrania no la originó Putin, fue una componenda del imperio y la U.E., la proximidad de una III guerra mundial será responsabilidad de ellos y no de los pueblos de América. Es una acción que iría en contra del equilibrio del universo y no garantiza la paz del mundo; ya que ante la oferta de poner en bandeja de plata el petróleo al binomio, la guerra arreciará y las sanciones contra Venezuela estarán supeditadas a lo que dictamine el imperio, o impondrán otras si el gobierno de Maduro no acata sus líneas, o habrá más espacios para que la derecha tome otros escenarios políticos. Ante esta hipótesis que no está lejos de ocurrir, la burguesía rojita será el defensor del imperio. Estos regalos deben estar en función del I GOH para que se desarrolle con el IV el equilibrio y no a través de los acuerdos comerciales, porque la paz del planeta y la soberanía de Venezuela no se negocian, ambas son una lucha, hasta lograr que la U.E. y los EE.UU. cesen sus represiones e injerencias contra los pueblos. El territorio bolivariano no se vende, ni se alquila, ni se cede, ni se regala. La izquierda revolucionaria despierta no aprueba el proyecto colonizador de Maduro. La solidaridad con los pueblos no está en discusión; pero, si es a costa del sacrificio de otros, entonces es salvajismo.