Lamento en este día que los problemas de salud me hayan impedido el lanzamiento de mi novela Girardot, el corazón de la independencia. Pero, es imposible seguirle fallando al Libertador Simón Bolívar sobre sus precisas instrucciones para que este día 30 de septiembre sea recordado como un día aciago para la patria, en razón de la muerte del joven de apenas 22 años, que se llenó de gloria en diferentes eventos de guerra durante la Campaña Admirable y que finalmente una bala ascendente, penetró en su brillante cabeza y le despojó de la vida, en los campos de Bárbula, mientras avanzaba con el estandarte patrio a coronar la victoria. El gran combatiente del Bajo Palacé y del avance de las tropas al sur de Colombia, vino a reforzar como neogranadino el ejército libertador, que finalmente rescata la República en manos del criminal Monteverde, pero no pudo ver el final de la historia maravillosa de la libertad de las repúblicas, que vendría un tiempo más tarde.
Siempre imagino que las crónicas sobre Girardot no han sido completadas, de allí que su vida ejemplar la resucito en esta novela, no con el propósito de nutrir el ego, sino en ser correspondiente a los mandatos de Bolívar quien atinadamente, diría que sabiamente, manejó la muerte de Girardot en el ambiente de una geopolítica de la guerra, capaz de soldar, aun más lo logrado en esos tempranos tiempos de la lucha por la libertad, las relaciones entre lo que era la actual Colombia y nuestra patria.
De manera que en este momento crucial de mejora en las relaciones colombo-venezolanas, sería interesante recordar esos momentos de indisolubles compromisos y revisar esa relación interpersonal entre José Felix Ribas y el joven Girardot, habida cuenta que le correspondió a Ribas conocer de primara, las cualidades virtuosas de este intelectual transformado por las vicisitudes en el vencedor de la primera batalla en las tierras de la Nueva Granada. Circunspecto y con un profundo sentido de la tristeza que le embargaba la desunión de los patriotas neogranadinos, que lo llevó a cambiar de la visión centralista a la federalista, para luego de una derrota decidir venir a reforzar el ejercito de Bolívar acantonado en Cúcuta, después de la famosa batalla que puso a los realistas a huir dejando la plaza con recursos militares que serían ordenados para seguir el camino de la libertad. El parte de Ribas a Bolívar sobre estos jóvenes neogranadinos fue excelente: Valientes, muy respetuosos de las órdenes, creativos, suspicaces y en vigilia permanente en sus avances. Y el sobresaliente, Manuel Atanasio Girardot Díaz. De allí que, ambos Ribas y Girardot se convierten en una vanguardia que es un tesoro de la Campaña Admirable, coraje y estrategias.
He preguntado cómo se llama ese puente internacional ubicado en el estado Táchira que no termina de ser lazo de unión sino centro de controversias vividas con los gobiernos uribistas recientes de Colombia. Sencillamente lo llaman por el nombre del territorio al cual está ligado: Puente de Tienditas. Valga este día de recordatorio del fallecimiento de Girardot para proponer un nombre dual para este puente internacional, en aras de la unión eterna entre nuestras naciones, en beneficio de nuestra historia común. Sería el puente de internacional de Girardot y Ribas – Ribas y Girardot. Cada país colocará una escultura del prócer del país vecino, así Colombia lo hace In Memoriam de Ribas y Venezuela In Memoriam de Girardot.
Este acto simbólico rescata nuestro compromiso histórico dentro de una nueva geopolítica y conmemoramos desde ya a ambos bizarros de la libertad.