Con la firma del segundo documento (en México) para materializar un acuerdo parcial entre el gobierno nacional y el sector más radical de la oposición política venezolana, el día sábado 26 de noviembre del 2022, lo cual representa ante el mundo civilizado, una hermosa y significativa enseñanza: la importancia vital de que es posible encontrar espacios para el entendimiento y la negociación entre los extremos políticos y que puedan aceptar la coexistencia pacífica (la tolerancia)…cuando se concientiza que en las agendas políticas, necesariamente deben borrarse los mezquinos y terribles deseos de querer destruir al adversario, en donde lo dominante tiene que ser la racionalidad política y el sentido común…con la mirada puesta en la corresponsabilidad que tiene el gobierno y la oposición en la búsqueda permanente en crear las condiciones para convertir en sustentable, la protección social del pueblo venezolano…
Por supuesto, que la firma de un segundo documento entre sectores políticos adversos, hace que emanen cualquier cantidad de reflexiones políticas, que están ubicadas más allá de las expectativas y esperanzas generadas, para ejemplificar de manera hasta dramática, con las siguientes interrogantes de un buen estratega, en el marco de unas complejas negociaciones: ¿ Cuáles son las garantías del fiel y estricto cumplimiento de los acuerdos realizados?...¿cuáles son las posibilidades reales y concretas, sobre la liberación de los recursos que Venezuela tiene en el exterior?...¿ qué porcentaje de los recursos congelados, serán entregados a Venezuela y a partir de cuándo?...para la creación de un fondo para administrar el dinero secuestrado en la banca internacional ¿tienen un reglamento de funcionamiento?...¿y para los proyectos sociales?...
Lo que sí es definitivo…el país merece vivir en paz y con un mejor futuro…la cual debería estar acompañada de una justicia social que permita disminuir de manera significativa la pobreza y todos los síntomas negativos que producen las desigualdades sociales…en que los bloqueos deben desaparecer para poder darle un verdadero valor al salario y a los derechos humanos, como elementos claves para la construcción de una sociedad digna, en la que se pueda vivir…