La Iglesia se ha desempeñado con tal fuerte presencia en las sociedades modernas que sigue siendo especie de contraparte en la toma de decisiones de algunos sistemas de gobierno. Desde los siglos IV-V existe ese poderío de la Iglesia hasta adquirir figura jurídico-política. Se congraciaba de generosidad. De allí que practicara el evangelio. A su vez se colara con los sectores más desposeídos y aplicara métodos para hacerse seguir incluso de las clases dominantes. De esta forma evitaría el pago fiscal y como dato adicional valerse de las donaciones que las mismas castas pudientes otorgaban al clérigo.
El manejo con que la Iglesia Católica, podría decirse, se relaciona en el continente americano desde a su arribo a estas tierras procedente de España no ha sido del todo simple. La manera como se ha querido adoctrinar a los más pequeños pueblos, amenazándoles, incluso, con azotes, destierro y persecuciones habla a las claras de todas esas posesiones que aún disfruta en estos tiempos.
Con la llegada de la Revolución Bolivariana la Iglesia a través de la Conferencia Episcopal Venezolana ha tenido diferentes roles en lo que más destaca colocarse en la acera de enfrente. Aun defiende abiertamente los intereses de los sectores capitalistas, pues la adquisición de tierras, edificaciones y demás donaciones obtenidas desde hace más de diez siglos le resulta impensable se pierda.
Entonces es necesario para la alta jerarquía eclesiástica mantener la política de su institución que no es otra cosa que favorecer la libertad del individuo para que continúe con sus donaciones. Un punto muy rentable es que por cada familia que un miembro familiar contribuya con una donación podremos ver la multiplicación de los panes. En este caso para la representación clerical pero no creamos vaya hacia las alacenas de miles de hogares sin alimentos.
La Iglesia reconoce su fortaleza y continuidad al demostrar qué mecanismo utiliza para renovar la fe de sus seguidores y no perder vigencia.
Hoy en día notamos que si algún líder social llega a cautivar a las masas con acciones humanísticas y sus ideas y prácticas son coherentes lejos del discurso manipulador y chantajista de la Iglesia éste irremediablemente será atacado y, por tratarse de células dentro del mismo cónclave clerical, considerado como un demonio o anticristo.