Se sabe que Bolívar dejó su vida en el esfuerzo por hacerla parte de una Patria más grande. Qué luego Paéz lo impidió la manoseó y se la gozó separada. Después Zamora la levantó en armas por tierra y hombres libres. Más tarde Cipriano Castro la defendió de la planta insolente del extranjero. Luego su compadre Gómez lo defenestró de la silla y la administró bajo tortura y como su hacienda personal. Años después, Isaac J. Pardo la calificó de "Tierra de Gracia". Orlando Araujo la estudio como Violenta. Uslar Pietri como el territorio de jinetes de Lanzas Coloradas. Miguel Otero Silva la describió poblada por Casas Muertas y llena de Fiebre. Rómulo Gallegos la descubrió como un territorio dominado por la barbarie y burocratizadas por mujiquitas. Rodolfo Quintero la interpreta moldeada por la cultura del petróleo. Brito Figueroa la estudio en su evolución y evidenció la acumulación delictiva de riqueza de las clases dominantes. Pérez Alfonso sabía que en su subsuelo era portadora del excremento del diablo. Asdrúbal Batista nos informa que su economía capitalista rentística es una estructura inviable. Los adecos y los copeyanos la hundieron en la pobreza y la miseria. Chávez, antes de ser asesinado, la intento transformar en socialista llena de justicia e igualdad. Pero, en la actualidad, el madurismo la condena a regresar a la miseria, la pobreza, a las casas muertas y administrarla con una economía rentística y a gozársela como lo hicieron Paéz, Gómez y los adecos y copeyanos.
Lo cierto e incontestable es que Venezuela sigue hoy sufriendo la existencia de un estado burgués, autoritario y atrasado que sirve exclusivamente a las nuevas y viejas clases burguesas. En ese sentido, debe resaltarse que la quinta república que broto de la revolución bolivariana fracasó como un modelo de república popular porque la contrarrevolución madurista interrumpió la creación del nuevo estado, el socialista-comunal bajo el control del pueblo trabajador consciente y organizado. Por el contrario, después de la muerte de Chávez, el madurismo que si cumplió con éxito, donde había fracasado incompetentemente la oposición de derecha, en la misión de derrotar a la revolución bolivariana escamoteándosela al chavismo que ilusamente creyó haberse dado su propia revolución.
Esto significa que los cambios que necesita el sistema social venezolano no pueden ser cambios leves ni suaves, ni de maquillaje; son cambios que sólo una revolución socialista puede llegar a producir. Y la sociedad venezolana requiere de ese tipo de transformaciones profundas y estructurales, esa demanda ya nos indica lo que el chavismo, que todavía se perfila en el escenario nacional como la fuerza política con mayores posibilidades de vanguardizar esos cambios, debe hacer para prepararse y prepararlo todo en función de realizar las fuertes sacudidas que han de acometerse.
Por consiguiente, para sacar a Venezuela de la crisis sistémica en la que está atrapada es necesario que haya un estado nacional nuevo y democrático bajo el control del pueblo, que todas sus funciones vayan en la dirección de construir un proyecto de nación desarrollada al servicio de una sociedad cualitativamente distinta
Las fuerzas chavistas en resistencia, diferenciadas de la fracción madurista que traicionó el legado de Chávez como proyecto histórico de liberación social y nacional, están obligadas, si logran comprender la importancia estratégica que tiene recuperar la responsabilidad para ellas de tener el puesto de vanguardia de la Revolución Bolivariana. Es unificarse seriamente, y dedicarse juntas a disipar la propia confusión en sus ideas, a abandonar esa conducta pequeñoburguesa de parcelamiento, pero al mismo tiempo aprender junto con el pueblo a aclarar las dudas que este con razón tiene en su cabeza, dudas que fueron sembradas y alimentadas por el propio madurismo, y es utilizada como arma político-ideológica por la derecha aliada a este.
Es imprescindible el cambio de todo el sistema, porque repetir la revolución bolivariana, que es la tarea estratégica obligatoria de todas las fuerzas revolucionarias, pasa necesariamente por no cometer el mismo error de dejar intacto el viejo aparato del estado burgués parásito o permitir que una corriente contrarrevolucionaria como el madurismo se haga con la conducción del proceso revolucionario.
La revolución socialista debe sustituir completamente toda la antigua institucionalidad burguesa por un estado nuevo; el estado comunal al que el madurismo y la oposición le han opuesto todas sus fuerzas porque ellos siempre han tenido claro, como clase explotadora, que para mantener su dominación política requieren de una organización como el estado burgués-capitalista-autoritario al servicio de la propiedad privada explotadora en detrimento de la propiedad pública, para impedir y socavar las posibilidades de que los trabajadores y el pueblo en general construyan un nuevo estado, democrático-popular al servicio y como instrumento de toda la sociedad.
Debe quedar suficientemente claro para los trabajadores que son los fundamentos mismos de las relaciones de producción capitalista las que deben ser cuestionadas, porque al fin y al cabo son las que determinan el sentido y la naturaleza del estado que oprime al pueblo venezolano. Y toda revolución de los trabajadores y de los pueblos debe apuntar a destruir los fundamentos de ese sistema de explotación y alienación. Es necesario no dejar intacto nada de este estado capitalista, y en su lugar estatuir un modelo de producción conscientemente planificada en el que participe democráticamente el conjunto del pueblo, definiendo y tomando decisiones de qué es lo que debe producirse para satisfacer las necesidades más apremiantes del estómago y del espíritu.
Pero para conseguir y hacer realidad ese objetivo el chavismo conjuntamente con los trabajadores y todos los que se consideren víctimas de la restauración capitalista madurista deben organizar su propio partido, movimiento o como finalmente se le quiera llamar, pero lo cierto es que deberá contar con un instrumento político bien organizado, de una alta disciplina consciente, de una probada democracia interna y que toda su militancia actúe coordinada y en consonancia con los objetivos trazados colectivamente y sobre todo que sea y se parezca a lo más honesto y decente de la mayoría del pueblo trabajador venezolano. La cercana Revolución Bolivariana está obligada a construir su propio estado, uno que responda a los intereses generales del pueblo venezolano, que lo eleve a una nueva vida y para que esto se concrete en realidad tanto la dirección de la revolución como la conducción del nuevo estado deberán estar bajo su propio control.
La toma del poder es el objetivo estratégico sine qua non de las fuerzas chavistas socialistas revolucionarias y todas las energías y toda la atención debe estar concentrado y supeditado a ese supremo objetivo.