En verdad, me siento como envuelto en ese enredo, pareciera que los gobiernos de EEUU y Venezuela, hacen un juego como engañoso con sus respectivos aliados.
Según nuestras observaciones personales, interpretaciones de lo que acontece, se informa, las relaciones entre el gobierno de Biden y el del presidente Maduro, muestran síntomas de mejorar o de querer hacerlo, pese la lentitud de lo que acontece. Ritmo que está determinado por el cuantioso número de sanciones impuestas a Venezuela, que parecen una enorme madeja, donde además, están envueltas muchas figuras e instituciones, de cuyas voluntades, por mucho que sea el poder de la Casa Blanca, no puede desenredar de un sólo tirón. Y porque, todavía uno y otro esperan mirarse en el mismo espejo y se despejen las viejas dudas. Que no quede ni cenizas.
Según quienes conocen del tema, los expertos y agencias informativas especializadas, a corto plazo, el precio del petróleo podría llegar a un muy alto nivel y dado lo que sabemos, que no es mucho, EEUU requiere con urgencia del nuestro, más con los distanciamientos con Rusia, las contradicciones derivadas de sus particulares intereses como potencias y la disminución acelerada de las reservas en el país norteño. De donde se concluye que, hasta por razones de vecindad, esos pocos 4 días, a los que se solía referir Walter Martínez, para que nuestro petróleo llegue a las costas estadounidenses y en virtud que los planes de tumbar a Maduro han fracasado y Guaidó nunca tuvo petróleo, EEUU está necesitado de llegar a acuerdos razonables con Venezuela.
Pero, como dice el dicho popular, "el hambre se une con la necesidad" y "los burros se buscan para rascarse", el gobierno de Venezuela, sus integrantes mismos lo reconocen, sólo a fuerza de quejarse de los bloqueos, y los venezolanos todos, también ansían recomponer, hasta demande la decencia y la soberanía, sus relaciones con Estados Unidos.
Por esto se produjo el reciente reencuentro en México y allí se acordaron muchas cosas de las cuales sabemos poco y además, de eso que escasamente sabemos, lo percibimos dentro de un laberinto, para no decir en una Caja de Pandora, de cuyos males nadie escapa.
Para alguien que observa desde lejos o también de cerca, pero con muy mala visión y oídos afectados, el reciente rompimiento del G-4 y la amenaza de un factor numeroso de militantes de los partidos que forman ese contubernio político y de los cuales unos cuantos son diputados, de poner término al gobierno interino, le parece dudoso que tal determinación, la que por cierto se dice será confirmada en segunda ronda, a lo mejor antes de cuando esto salga al público se sabrá con certeza, no fue consultada con el gobierno de Estados Unidos.
Y pese que, en la comparecencia de ese grupo disidente ante la prensa, Marquina, ante la pregunta de un periodista, dejó entender que en esa decisión estaba en sintonía con la voluntad del gobierno norteamericano. Y es del todo conocido que meses atrás, mediante informaciones procedentes de la UEE, se dejó establecido que el gobierno interino de Guaidó tenía la vida contada o determinada hasta enero del 2023.
Yo, particularmente, por las personas envueltas en eso y lo que aspiran, dudo en demasía que ese audaz paso, se haya dado a espaldas de los gringos. Sería como jugar a lo loco o lanzarse de un avión sin paracaídas.
No obstante, el Fondo del Tesoro de Estados Unidos, días atrás, dijo que, en una vulgar violación de nuestra soberanía y demostración de supremacismo e irrespeto por la legalidad y voluntad de los pueblos del mundo, que "sólo el gobierno interino tenía capacidad y derecho de administrar los recursos pertenecientes a Venezuela que estaban secuestrados en el exterior".
Para quien esto escribe, tal declaración no es sorprendente y tampoco contradice la idea de lo iniciado por Marquina y el grupo que representa, pues se trata de una iniciativa o prueba, apenas en sus inicios, sobre el cual la totalidad de lo institucional o el Estado del país del norte todavía no ha unificado criterio. Además, Marquina, habló sólo de eliminar la presidencia interina a cambio de una junta administrativa de cuatro personas, como un triunvirato que haría lo mismo que ahora hace Guaidó. El Fondo del Tesoro, no tendría inconveniente, llegado al caso, en darle a ésta el carácter de "gobierno interino"; su interés verdadero por ahora, es no devolver esos recursos al gobierno legal hasta no llegar al fin idealmente deseado. O lo que es lo mismo, no le doy a lo expresado por el Fondo del Tesoro el carácter de un estricto respaldo a Guaidó.
Pero hay otras manifestaciones, como la oferta de liberar una cuantiosa cifras de dólares secuestrados a ser manejada por la ONU y se agrega a esto las operaciones de Chevrón, que hablan de esos pasos iniciales para recomponer las relaciones.
Los avances logrados en las relaciones entre Fedecámaras y el gobierno de Maduro, que son por demás evidentes, sin duda, son del agrado del gobierno de Estados Unidos, dado que en ello hay sobradas garantías al capital estadounidense aquí invertido, además de las leyes recientemente aprobadas que abren espacio al ingreso de nuevos capitales que esperan mejores garantías que se irían dando en la medida que avancen las conversaciones en los términos que ellas les satisfagan.
La manifestación de meses atrás de parte del presidente francés, el señor Macrón, en favor de acelerar esas conversaciones y su encuentro con el presidente Maduro, que la oposición quiso descalificar y hasta negar, son otra de esas pruebas que esos deseos de acuerdos son compartidos y podrían, en no muy largo plazo, concretarse.
Esta semana misma se produjo otro hecho muy significativo. El gobierno español, de los tantos que reconoció al interinato de Guaidó, que había retirado su embajador en Caracas y, sólo por razones prácticas, dejó un encargado de negocios, acaba de enviar de nuevo a aquel funcionario, lo que, de hecho, significa un cambio con respecto al interinato sin necesidad de hacer ningún anuncio específico ni escándalo.
En el mundo de la diplomacia norteamericana, en la que juegan distintos factores, lo económico, el interés de los capitales aquí invertidos y las relaciones de estos con los de los nacionales representados en Fedecámaras, hasta tanto no se hayan llegado a acuerdos más amplios, abundantes, satisfactorios y definitivos, no habrá una posición definitiva y coherente. Y, eso explica, haya factores o entidades que todavía expresan criterios diferentes o mantienen vivas sus dudas. Y hasta se asumen posiciones dudosas como la del Fondo del Tesoro.
Es valedero pensar lo que se ha dicho, como nosotros también dijimos, que Marquina y Guanipa, voceros de sus respectivas agrupaciones políticas, hayan optado por romper con Guaidó y su interinato, proponiendo crear un organismo de 4 cuatro personas, no les llamaré funcionarios, para administrar los recursos secuestrados en el exterior, dado que ellos, la mayoría, está excluida de los beneficios. Pero tampoco deja de ser valedera la idea que esa iniciativa haya sido antes consultada y autorizada por Estados Unidos y sus aliados o, por lo menos, inspirada en ellos y sus signos cabalísticos, más cuando uno observa otras manifestaciones coherentes con lo que ellos optaron por hacer.
Es interesante observar, como en el discurso de Marquina se pone énfasis en reconocer que, toda la política puesta en práctica por quienes conforman el G-4, terminó en el fracaso, como lo han reconocido personajes ligados al gobierno de EEUU, quienes específicamente han admitido que todo aquello terminó favoreciendo al gobierno y apresurando la fragmentación del mundo opositor, hasta volverlo un archipiélago descomunal y distanciado por enormes diferencias conceptuales y sentimientos y, es ingenuo desconocer o poner en duda que, en Estados Unidos, sin importar los factores, quienes tienen determinación en la diplomacia y rumbo de los negocios, están conscientes de esa realidad.
De donde, por la necesidad de recomponer las relaciones con Venezuela, entre otras cosas por el interés estratégico que representa el hidrocarburo, lo acontecido en Colombia y la inevitable toma de posesión de Lula, sin olvidar a México y AMLO y dado que la estrategia montada con la oposición radical, esa del G-4 fracasó, como lo reconoce el grupo por el cual habló Marquina, en Estados Unidos se está imponiendo la idea de cambiar frente a Venezuela, más cuando el gobierno de este país, dada su precaria realidad, también lo desea y necesita. Además, la unidad de una oposición que convenga a EEUU, demanda tiempo, cambios radicales en sus cuadros dirigentes.
Pese el discurso diga una cosa repetitiva, como obligada, los hechos muestran otra cosa. Y además, es evidente que la recomposición de esas relaciones pudiera generar un cambio sustancial en la vida de los venezolanos, dado que la realidad ha demostrado que no hay por ahora otra fórmula. Es decir, en Venezuela misma, dentro del gobierno, su partido, en sus más marginales estructuras, tal opción tiene cabida. Y los venezolanos todas, por encima de valores políticos insustanciales, discursivos, lo que más añoran, dadas sus ventajas competitivas, es volver al mercado mundial y a su vida, por lo menos, en las condiciones de antes.
Es habitual que, lo que la vanguardia, dirigencia, en negocios, política, cultura, termina por concebir como inoperante, desechable, pero que el común de la gente ha asumido, practica, la ha hecho suya por años, cuesta cambiarla. Para que esa nueva propuesta, táctica y estrategia, discurso, sea exitosa, asumida por la mayoría necesaria y más si se requiere que esto se logre lo más pronto posible y no genere un descomunal rechazo, se suelen hacer los ensayos y procederes a paso lento, con discreción, sin rupturas violentas. Siempre, detrás de las vanguardias, marchan las multitudes que, pese su inconformidad y reclamos, nunca elaboran totalmente las fórmulas para encaminarlas, las sugieren y ansían. La vanguardia juega el rol de intérprete o escultor, pintor o escritor que arma la obra.
La idea de la dictadura, que fue impuesta en la mente colectiva en Venezuela, a la que era necesario tumbar por la forma que sea, está muy internalizada, como también, en buena medida, lo estuvo lo de la pantomima de la presidencia interina, que todavía tiene adeptos entre la gente común.
Por eso, la irrupción de Marquina y el grupo por el cual habló, fue recibida con mucho recelo por una buena cantidad de opositores, hasta gente de muy buena fe. Los dirigentes de EEUU saben bien que, en principio se reaccionaría de esa manera y que quienes así se manifestaron serían vistos como unos nuevos "alacranes", como saben que deben manejarlo con prudencia al interior mismo de EEUU, no sólo por los votantes de La Florida, donde ya perdieron las elecciones, sino por otros entes del Estado y hasta inversionistas, quienes también necesitan tiempo para asimilar la pertinencia y ventaja del cambio; la misma para recomponer sus relaciones con Venezuela, sin tumbar a Maduro. Lo que no significa, abandonar sus planes de sacarlo, usando cualquiera de "las armas puestas sobre la mesa", como solía decir Donald Trump, pues es mejor alguien de su absoluta confianza que uno llegado a acuerdos con ellos obligado por sus propios errores e inconsistencias. Y la ruta electoral, mediante un triunfo rotundo, con dominio de la AN, también sirve, al gobierno de EEUU y al capital todo, hasta mejor.
Por su parte, Maduro y su círculo, que se manifiesta y exhibe como un duro e irreconciliable, no con las relaciones habituales del imperialismo sino las necesarias con los mercados casi naturales, por diferentes razones, sólo por proceder de Estados Unidos, también necesita tiempo para que los ganados por su viejo discurso, puedan digerir un cambio que, por los errores, excesos, hasta verbales cometidos, se realiza bajo condiciones demasiado desventajosas.
Estamos en juego de la candelita o movimientos engorrosos y enredados que parecen salir de la narrativa kafkiana.