¿Ustedes han estado cerca de la muerte, pero de verdad?
Yo sí, muchas veces, y les voy a contar sobre algunos de estos episodios, no porque yo quisiera que ustedes me tuvieran piedad, no, no, no, sino para que tengan una idea del TERROR que estar cerca de la muerte le genera a uno, especialmente cuando uno se encuentra en una situación sin salida, arrinconado por la muerte.
Verán por qué les cuento esto, más abajo, en la conclusión.
1- Cuando yo tenía 8 años de edad, fui chocado (arrollado) por un carro y fui volando en al aire unos 15 metros hasta chocar de cabeza contra un árbol a una altura de unos 4 metros. Fui chocado tan violentamente que me sacó toda la piel de un lado de mi cuerpo y me rompió la cabeza, sangrando chorros. Estaba completamente cubierto de sangre (empegostado)… me pusieron frente al espejo en el hospital para que yo vea lo que me había pasado ya que todavía, en ese momento, yo no sabía exactamente lo que me había pasado, estaba como en un estado de shock. Casi perdí toda mi sangre, pero sobreviví, sin embargo, después, me vomité continuadamente durante 5 días, y casi me morí varias veces entrando en convulsiones y casi en coma. Estaba aterrorizado, no sabía lo que me estaba pasando, y estaba seguro que iba a morir. He quedado traumatizado debido a eso, y hasta hoy en día le tengo absoluto TERROR a los carros y se me hace muy difícil cruzar cualquier calle. Esto ocurrió en Montreal en la esquina de las calles Mont-Royal y L’Esplanade en los años 1960.
2- Cuando tenía 12 años de edad, en Nanaimo, Columbia Británica, en Canadá, había pedido prestado una pequeña embarcación de madera para ir solo a pescar tiburones tipo cazón (sand shark) en el pacífico a una profundidad de unos 200 metros usando equipos de pesca de alta mar que también me habían prestado, pero mientras pescaba, a unos 100 metros de la costa, vinieron dos muchachos delincuentes de unos 14 y 15 años de edad (nadando) y me atacaron, voltearon el bote (perdí todo), y empezaron a intentar ahogarme (no sé por qué, pero creo que era porque yo era un "indio" y ellos "blancos"), pero me escondí debajo del bote, el cual ahora estaba flotando patas arriba, y, ya que yo no sabía nadar, pero sí sabía como flotar y cómo sostener mi respiración por 2 minutos, me escapé por debajo del agua y llegué a la orilla sin que ellos se dieran cuenta (después fueron arrestados y fueron presos). Les digo una cosa, el TERROR que me dio fue tan gigantesco que aun estando en el agua, casi que me hice en mis shorts. Fue cuando empecé a primero tenerle miedo al agua, y después, TERROR (ver más abajo).
3- Cuando tenía 15 años de edad, alguien me dio una pastilla para probar, y yo, como cualquier adolescente estúpido, me la tomé pensando que era un chiste, pero no lo era, era una pastilla para calmar a los caballos, era un tranquilizante que me paralizó y que casi me mató, me volví ciego, y casi paré de respirar y en el hospital me vaciaron el estomago y me resucitaron. En este caso pasé unos 5 minutos de TERROR mientras perdía la conciencia, impotente sin poder hacer nada, viendo mi vida pasar en moción lenta frente a mis ojos aun estando en ese momento ciego, y después de haber perdido la conciencia, me desperté en el hospital, igualmente completamente aterrorizado … por haber estado, otra vez, tan cerca de la muerte. Eso fue en Montreal (Canadá).
4- Poco después de eso, otra vez en Canadá, fui secuestrado por un cura sádico (hermano del cardenal de entonces) quien quería violarme, y yo no era tan bonito como mi hermano, entonces no sé por qué me escogió a mí, de todas maneras, me escapé acuchillándolo (pero no lo herí mucho), es que yo cargaba un cuchillo entonces para protección, y suerte que reaccioné rápido antes de que él me drogara para violarme y torturarme (eso es lo que me imaginaba). Creo que el tipo era uno de esos asesinos en serie que violaba y mataba a muchachos jóvenes de la calle (en aquel tiempo yo vivía en las calles de la ciudad de Québec, por eso cargaba un cuchillo), y él me llevó hasta las montañas de Ste-Anne de Beaupré, pero me escapé. En ese caso, como en el caso de mi muy violento secuestro aquí en Venezuela en el 2015 (ver más abajo), lo que más me aterrorizó fue la incertidumbre, de pensar, ¿Por qué yo?, ¿Qué está pasando aquí?, ¿Por qué me está pasando esto? … y les digo una cosa … estos son pensamientos de inexplicable TERROR, de no poder entender lo que está ocurriendo cuando un psicópata te mira en los ojos salivando como un perro sucio mientras te ataca para violarte y enseguida para probablemente matarte a coñazos o estrangularte. El TERROR reina, es un fenómeno casi inexplicable que ocurre espontáneamente cuando uno se encuentra directamente cara a cara con la muerte, es algo que uno no puede evitar, ni descartar, ni ocultar. El TERROR manda, y es muy feo.
5- Cuando tenía 17 años de edad, estaba surfeando en el Caribe, pero estaba surfeando con mi cuerpo, sin tabla, en una ola de alrededor de 3 metros de altura cerca de un arrecife, pero del lado playero, en una playa virgen, con 3 amigos, cuando fui picado por una medusa gigante que me cayó sobre el brazo y me envenenó, casi matándome. Tuve suerte de haber estado a solo unos 20 metros de la orilla y de inmediato, sintiendo que algo andaba mal, muy mal, corrí hasta la orilla y al llegar me caí paralizado vomitando bilis y perdí la vista y mi voz, pero mis amigos fueron suficiente rápidos y me llevaron a un dispensario a unos 15 kilómetros de distancia donde, de una vez, me inyectaron adrenalina (epinefrina) y sobreviví. En este caso, no tuve el tiempo para aterrorizarme, pero cuando retomé mis sentidos, estaba temblando solo de pensar que, otra vez, casi me morí. El TERROR me agarró. El médico de guardia me dijo que tuve muchísima suerte, que de no haber llegado al dispensario, habría muerto allí en esa playa donde me imaginaba los zamuros me habrían comido picoteado mientras respiraba mis últimos respiros. Eso me aterrorizó.
6- Ese mismo año, en esa misma playa desierta caribeña, estaba surfeando con mi cuerpo otra vez, pero esta vez dentro de una ola aun más grande de (creo) unos 4 metros, pero, al llegar cerca de la orilla montado dentro de la ola, no pude doblarme antes de llegar a la orilla (para hacerme en una bola y no romperme en pedazos debido a la fuerza de la ola cuando choca la orilla) porque la ola era demasiada fuerte, no me permitía doblarme, estaba completamente tieso como una plancha atrapado dentro de la ola sin poder escaparme, y al llegar a la orilla caí como una plancha de surf, pero de cabeza, con toda la fuerza de la ola, en la arena y mi cabeza se enteró allí, casi quebrándome el cuello. Jamás surfié otra vez. No señor, no, no, no. Solo de pensar que tal vez me iba a quedar paralizado de por vida, eso me aterrorizó suficiente para impedirme de hacer esa estupidez otra vez, es que, no me imaginaba poder hacer el amor con gusto estando paralizado (por quebrarme el cuello). Yo era joven y me pensaba invencible, pero no le era, y casi me maté, otra vez. ¿Soy estúpido, o qué? Esta vez el TERROR fue suficientemente intenso para incitarme a jamás meterme otra vez en el mar, por cualquier razón, aunque sí lo hice, pero solo caminando en la orilla del mar hasta mis rodillas en aguas calmadas, no más allá, bueno, excepto una vez que caminé sobre un arrecife con zapatos hechos para ese propósito en profundidades hasta el cuello en el Mar Rojo en Arabia Saudita para observar los baracudas y los tiburones y los otros miles de peces multicolores de ese lugar (¡es algo espectacular!). El TERROR de haber estado otra vez tan cerca de la muerte casi quebrándome el cuello en el mar, finalmente me agarró de por vida. Yo no me meto al mar, aun viviendo hoy justo al frente de él aquí en el Estado de La Guaira en Venezuela, solo lo veo y le respiro su aire, pero no me meto, le tengo TERROR al mar.
7- A los 19 años de edad, fui atacado por dos delincuentes que recién habían salido de la cárcel y que iban a robar el bar donde yo trabajaba como mesonero en las Rocosas de Columbia Británica, en Canadá, cerca de Hope, pero gracias al hecho de que soy experto en artes marciales, me salvé, sin embargo pensaba que iba a morir, otra vez, ya que me atacaron sin advertencia chocándome muy violentamente contra la rocola casi quebrándome la espalda y después me inmovilizaron contra el piso donde me cayeron entre los dos a patadas y coñazos, pero pude escaparme. En ese momento, ya que pasó tan rápidamente, no me aterroricé, pero después, sí. Otra vez, podría haber perdido la vida. Ellos fueron arrestados y encarcelados de una vez ya que el dueño del bar recién había entrado al bar y llamó a la policía inmediatamente, sin embargo, el TERROR me invadió el alma cuando mi nivel de adrenalina bajó, y me vomité muy violentamente. El TERROR es muy poderoso, saben.
8- También a los 19 años, allí cerca de Hope, en Agassiz, fui atacado por un lobo que había sido adoptado y entrenado para cuidar el aserradero donde yo trabajaba. El lobo pesaba unos 80 kilos (más que yo), pero tuve la suerte de poder correr suficientemente rápido hasta que el lobo alcanzara la máxima distancia de su cadena (de unos 30 metros). Solo pudo arrancarme mis jeans y los destrozó en pedacitos dejándome desnudo en interiores con las botas de trabajo puestas, pero, no me dejó ni una sola marca, no me mordió. No alcanzó a morderme. En este caso, viví unos 10 segundos de absoluto TERROR, como en las películas de horror, corriendo por mi vida, un TERROR que yo jamás quisiera vivir otra vez. En ese momento (y hasta hoy en día), solo de imaginarme ser comido en vivo por un lobo (o por un oso o un león o un tigre), y yo gritando como un loco, perdiendo primero una mano, después un pie, un ojo, una oreja, siendo desgarrado en pedacitos hasta morir en una especia de impotencia sangrienta frente a un gigantesco animal con dientes gigantescos, me genera un TERROR de inmensa magnitud (tengo pesadillas de eso). En este caso, de no haber estado encadenado, ese lobo me hubiera ciertamente matado y tal vez comido en vivo mientras moría como me lo imaginaba mientras corría por mi vida. Esos pensamientos, después del ataque, me aterrorizaron, y otra vez me vomité. Hasta hoy en día, cada vez que lo recuerdo, me aterrorizo. No es fácil siempre vivir aterrorizado por ciertas cosas (es como una especie de fobia), sin embargo, me parece que sería aun peor, y aun más terrorífico, de morir de esa manera, o sea, de morir indefenso --- comido en vivo --- sin ninguna salida o ayuda de nadie, como cuando la gente muere solita en al mar comidos en vivo por tiburones, y cosas así.
9- A los 20 años de edad, en Montreal, a la salida (afuera) de mi estudio de arte que se encontraba en el segundo piso sobre una taberna en la esquina de las calles Ontario y St-Laurent, en el distrito "rojo" de aquella época, salí una noche como a las 3 AM (yo pintaba mucho de noche) a las escaleras metálicas de escape a fumar un cigarrillo y a ver las estrellas cuando fui repentinamente atacado por un sujeto armado con un cuchillo que me puso al cuello para robarme, pero yo no tenía dinero, entonces lo calmé y lo llevé a mi estudio y le regalé uno de mis cuadros que a él le gustó, y se fue. Sin embargo, él regreso el día siguiente y me robó mi guitarra mientras yo no estaba, y a cambio me dejó una copia del disco Animals de Pink Floyd. En este caso, otra vez debido a que soy experto en artes marciales, no fui asesinado, sin embargo, como siempre, el TERROR me invadió, no inmediatamente, pero más tarde sí, y me vomité otra vez solo de verme en una película sangrando del cuello hasta morirme en esa escalera solito a las 3 AM, y esto, solo por haber tenido la mala suerte de estar allí en el momento equivocado, así como muere mucha gente debido a circunstancias fuera de su control. Eso me dio muchísimo TERROR, es que, solo la incertidumbre de no saber ¿por qué? estaría pasando lo que está pasando y ¿por qué? lo atacan a uno y no a otro, o de no saber en ¿qué? momento uno morirá, o si al morir una sentiría solamente un poco dolor, o mucho dolor, o si sentirá la sangre caliente chorreando sobre su propia piel (como cuando me chocó el carro) mientras uno lucharía por su último respiro, y cosas así, solo esos pensamientos terroríficos, podrían matarlo a uno (hay gente que muere de susto, ¿verdad?).
10- A los 24 años de edad, fui atacado por un delincuente con una piedra que pesaba por lo menos 10 kilos cuando vino a robar mi oficina en Montreal, pero me escapé a tiempo, evité la piedra, y él se fue corriendo. Después pensé, ¿y si esa piedra hubiera tocado la marca (mi cabeza), bueno, mi cabeza se hubiera explotado como un melón, si señor, es que yo ya había sido testigo de un niño a quien se le explotó la cabeza cuando un autobús escolar, en plena tormenta de nieve, le pasó por encima (de su cabeza) después de haberse resbalado en la nieve y caído debajo del autobús en la parada, y eso fue cuando el TERROR me mandó a vomitarme otra vez, solo de pensar que otra vez estuve cerca de la muerte, tanto así que hasta hoy en día me da terror solo de pensar en todas las maneras que podría morir con la cabeza explotada como un melón.
11- A los 28 años de edad, después del divorcio con la madre de mi hijo --- ella era una muñeca tipo Miss Universo que se fue de la casa un día 14 de febrero con un súper rico traficante de drogas y con nuestro hijo --- me dio una ataque de mi enfermedad tan grave que pasé 3 meses en un manicomio sin jamás ser diagnosticado y después fui lanzado a la calle donde viví de manera intermitente, en la mierda como diría mi amiga, durante unos 2 años en muy mala condición de salud (además, perdí todos mis activos en el proceso), siempre enfermo y sin ser tratado ya que nadie sabía lo que yo tenía (ni yo tampoco lo sabia, solo lo descubrí en el 2017). Mi situación era tan devastadora, además de vivir constantemente con graves ataques de mi enfermedad, con sus masivos dolores, vómitos, parálisis, neuropatía (dolor de nervios), y convulsiones, que un día, después de haberlo planificado en detalle durante un mes, ya que no soportaba más el dolor ni las convulsiones (hacía 15 años que me daban convulsiones muy graves), decidí de matarme, y lo intenté, totalmente sobrio porque quería enfrentar la muerte conscientemente, no borracho, no como un cobarde. Después de haberme cortado las venas con una hojilla, mientras me desmayaba, sentía la sangre caliente chorreando sobre mi cuerpo (perdí casi la mitad de mi sangre), pero después, mientras estaba inconsciente, mi sangre se coaguló, lo cual paró el sangrado, y más tarde (4 horas después), me desperté, pero vivo, cubierto de sangre, en un charco de sangre seca y mojada sentado en el puesto del chofer de mi carro (donde me corté las venas), pero, sí, así fue, yo estaba vivo, no muerto como lo había esperado. ¡Oh no! Eso fue lo que primero pensé cuando me desperté, pensaba que estaba en otro mundo, no sabía dónde estaba, y me demoré unos 20 minutos en darme cuenta de lo que había ocurrido, y me fui al hospital, cubierto de sangre, empegostado como cuando el carro me arrolló. Llegué al hospital como una momia envuelta de sangre en vez de gasa. Mi atentado no había funcionado y ahora estaba condenado a tener que vivir con mi mismo otra vez, con el masivo dolor que mi enfermedad me causaba --- y que me sigue causando hoy (el cual es insoportable) --- por el resto de mi vida. Eso me dio TERROR, solo de pensarlo, pero, finalmente aprendí a vivir con mi enfermedad y con ese tremendo dolor sin intentar matarme otra vez … aunque lo intenté de nuevo unos meses después tragándome 200 pastillas de acetaminofén, lo cual tampoco me mató. Bueno. De todas maneras, el TERROR de tener que vivir con mí mismo, de tener que tomar una decisión entre seguir viviendo con dolores insoportables, o de morir y jamás sentir nada otra vez (mi opción preferida en aquel momento), me aterrorizó. Pero, decidí de seguir viviendo, gracias a mi esposa, mi Dios, una Santa genia venezolana, aun con este dolor, y sigo así, viviendo con mi propio TERROR todos los días.
(NOTA APARTE: Después de haber decidido de seguir viviendo, empecé a practicar el paracaidismo, y en el primer salto, casi me maté. Mi paracaídas se torció justo después de haberse abierto, y de no haber podido desenredarme en menos de 10 segundos, me hubiera matado aplastado como una mosca contra la tierra. Por suerte pude desenredarme. No quise incluir este episodio en la lista ya que eso no me aterrorizó, por nada, es que, antes de saltar, uno ya está programado para morir, si no, sería imposible de saltar al vacío. El mismo principio de aplica a la gente que practica los deportes peligrosos como el F1 o el alpinismo, o a gente que tiene profesiones peligrosas como los espías, los Marines, guardaespaldas, etc.)
12- El primer día del año 2001, en una playa desierta cerca de La Vela de Coro, en la vía hacia la península de Paraguaná (vía Adícora), en el estado Falcón de Venezuela, en pleno día, estábamos caminando, mi hijo y yo tomando cocuy de la Pecaya de la Sierra de Falcón, el mejor licor del Universo creo, cuando fuimos atracados a mano armada por un delincuente (otro delincuente estaba escondido cerca de allí detrás de un bote), pero otra vez, debido a yo ser un experto en artes marciales, salimos ilesos. Sin embargo, el TERROR nos dominó una vez nuestra adrenalina se encontraba a la baja cuando llegamos a nuestra posada, vivos e ilesos, y los dos nos vomitamos. Solo de pensar de ser casi matados por un desgraciado de cobarde y de ser después devorados en vivo por zamuros mientras morimos desangrados de nuestras heridas llenas de hormigas y gusanos en le medio de la nada (un desierto), fue suficiente para hacernos vomitar, como si al vomitar íbamos a deshacernos del TERROR que sentíamos. Debe ser por eso que la gente se vomita cuando ve a un muerto, debido al TERROR interno o subconsciente que eso nos causaría.
13- En el 2015, en Guiria, Venezuela, viví la experiencia más terrorífica de toda mi vida. Yo, discapacitado y en muletas, fui muy violentamente atacado y secuestrado en mi casita por 6 jóvenes armados con machetes, entre ellos un policía del Estado venezolano (aquí en Venezuela entre los perores y más sádicos y más peligrosos criminales son la policía y la guardia nacional), fui torturado, robado, y después casi asesinado con mi propio cuchillo de pesca, pero, otra vez, debido a que soy experto en las artes marciales, pude escaparme en el momento que me iban a matar y probablemente descuartizarme y enterarme en mi propio patio, o mejor dicho, en el patio que una vez fue mío (al final, me robaron todo, incluso la casita, y nada que hacer ya que la policía estaba involucrada). Durante más de 12 horas consecutivas secuestrado, viví la incertidumbre más terrorífica de mi vida, entre coñazos y amenazas de muerte, yo encapuchado, viendo nada, atado como un cochino por las cuatro patas casi cortándome las muñecas y parando la circulación de mi sangre, tirado en el piso como un animal y pateado con los pies y golpeado con los machetes cada varios minutos, no sabiendo cuando me iban a cortar la cabeza o mi pipí ya que eran unos tremendo sádicos que se masturbaron a mi lado mientras me cortaban con un machete … mientras otros se drogaban y me decían que a ellos, una vez drogados, les gustaba descuartizar a la gente con sus machetes, pero, que no eran "marícos," eso me decían … bueno, después de escaparme de mi propia casa, me demoré 5 días en escaparme de Guiria (estaba escondido esos 5 días en Guiria), pero una vez ido de Guiria, esos criminales (y su banda) me persiguieron para asesinarme durante los próximos 8 meses, pero jamás me encontraron, ellos tenían mi número de teléfono y me llamaban casi todos los días tratando de encontrarme porque yo les vi sus caras y sabía (sé) quienes eran, entre ellos, miembros de la familia Bernard y de la familia Caraballo de Guiria, para que todos lo sepan. Hasta el día de hoy, vivo escondido aterrorizado de ser descuartizado por sádicos (y/o policías) quienes probablemente no solo me cortarían el pipí, sino que me imagino también se lo comerían crudo ya que, aun de nos ser "marícos," son gente muy enferma de la mente. Bueno, pienso que solamente la gente que ha sido violentamente secuestrada y torturada, o gente que ha sido violentamente violada, o que ha sido casi estrangulada, ahorcada, o ahogada hasta cerca de la muerte, o casi comidas por tiburones, osos, o leones en vivo, o las personas que han sido golpeadas hasta ser dejados por muerto, y cosas así, conocen el más profundo TERROR que un ser humano podría jamás vivir, como el que yo viví.
Esta lista de arriba no incluye todos los accidentes que he tenido que casi me mataron, ni la decenas de veces que fui atracado a mano armada, incluso a punta de ametralladora aquí mismo en Venezuela por un guardia nacional, ni mis secuestros en tiempos de guerra (y después) en Arabia Saudita, el Sudan, y Haití, ni las tantas otras cosas que he vivido que me pusieron la vida en grave riesgo, porque estas, como en el caso del paracaídas arriba, no incluyeron el TERROR como parte importante de la experiencia.
CONCLUSIÓN
Bueno …
De eso precisamente trata este artículo, del TERROR.
Recién vi otra muy triste y terrorífica noticia aquí en Aporrea:
(VIDEO) Embarcación con 21 venezolanos en ruta de San Andrés a Nicaragua habría sido hallada sin ninguno de sus pasajeros
Si bien conté, entre estas víctimas, se encontraban 4 bebés, 2 niños, y 13 mujeres, o sea, 19 de las víctimas eran personas básicamente completamente indefensas, víctimas de una terrorífica tragedia provocada precisamente por la incapacidad del actual jefe de Estado venezolano de cumplir con su DEBER de gobernar suficientemente bien para que su gente (la población venezolana) se mantenga en territorio venezolano viviendo en una condición de vida digna y suficientemente adecuada para no tener que arriesgar sus vidas huyendo de este país de mierda, como diría mi amiga, en búsqueda de la sobrevivencia.
Más de 7.000.000 de venezolanos y venezolanas se han ido del país hasta ahora, y siguen huyendo, la enorme mayoría totalmente indefensa e impotente frente a los continuados y masivos abusos (crímenes de lesa humanidad en mi apreciación) cometidos y/o permitidos por el actual jefe de Estado venezolano y su gente contra su propia población … como los salarios y las pensiones de menos de $10 al mes, la desnutrición crónica, la falta de medicamentos y atención médica adecuada, sin luz, sin agua, sin escuelas, una sociedad hoy tremendamente egoísta y enferma, repleta de criminales y de corruptos, y de rampante codicia, inmoralidad, mentiras, engaños, robos, atracos, sobornos, extorsión, secuestros, etc. …
Entre estos 7.000.000 de venezolanos y venezolanas, muchos han tenido que enfrentar la MUERTE, y el TERROR que a menudo acompaña la muerte, solo porque esperaban, al irse de Venezuela, de no morir aquí mismo en Venezuela en su propio país donde nacieron y crecieron, pero donde desde el 2013 han sido terriblemente maltratados, tratados como nada más que esclavos y animales por sus gobernantes y por sus socios y colaboradores, casi como me trataron a mí cuando fui secuestrado en Guiria, de manera tan totalmente sádica, baja, e indigna.
Yo también me iré cuando me recupere lo suficiente para poder viajar, es que, siendo como la mayoría de esas 7.000.000 personas, una persona inteligente, honesta, y productiva que no miente ni roba, hoy ya no vale la pena para mí de seguir MALGASTANDO mi vida viviendo en este país, sin embargo, si usted es un sádico, un narcotraficante, un delincuente, un criminal, o un corrupto, o si usted es un oportunista, un vivo, o un corruptible, o si usted es una persona sin consciencia humana alguna, o si usted es un tremendo codicioso descontrolado, o un avaro sin alma, bueno entonces sí, vengan a vivir aquí en Venezuela donde podrían fácilmente joder y aun matar a su prójimo para enriquecerse y volverse multimillonario en poco tiempo sin jamás pagar por sus pecados ya que aquí ahora se puede fácilmente (y aun descaradamente) comprar la impunidad pagándoles DÓLARES a los políticos, a los gobernantes, a las fuerzas de seguridad, a los abogados, y a los jueces.
Sí señor.
Bueno …
Creo que no se sabe todavía lo que les habría pasado a esos pobres venezolanos y venezolanas que salieron del país en un peñero (bote de pesca) tan esperanzados de encontrar una vida digna (porque aquí no la hay), pero creo que una cosa es cierta, y eso es que, cualquier cosa que les habría ocurrido, habría sido absolutamente aterrador (estamos hablando del alta mar donde cosas muy malas ocurren regularmente).
Imagínense el increíble TERROR en los ojos de esta gente tan esperanzada e indefensa cuando en plena alta mar se montarían a la embarcación un montón de piratas psicópatas altamente armados como quienes me secuestraron en Guiria para enseguida torturarlos, violarlos, y robarlos y después lanzarlos al agua … eso ocurre, y ciertamente podría haber ocurrido.
Todo es posible, especialmente en alta mar.
Imagínense el TERROR en los ojos de estas personas cuando de repente en alta mar llegaría otro bote de la misma compañía de transporte y se llevarían al capitán, y a su asistente, y el motor de la embarcación, y los remos, y el agua, y la comida, y todo el dinero, y todos los documentos legales para revenderlos falsificados, y que antes de irse le dispararían huecos al bote para que se hunda, dejándolas a estas pobres personas --- que antes eran tan sonrientes y tan esperanzadas --- totalmente indefensas allí a la deriva en alta mar para que se defiendan solas, sin nada, contra los tiburones … eso ocurre, y ciertamente podría haber ocurrido.
(Conocí personalmente a alguien a quien le paso algo muy parecido en las costas de África. Él fue el único que sobrevivió esa tragedia, pero tuvo que lidiar con graves secuelas el resto de su vida.)
¡Imagínense además el TERROR de darse cuenta que uno se fue de Venezuela precisamente para escaparse de los tiburones terrestres, para después, pocas horas después, ser devorados por otros tipos de tiburones en alta mar!
¡Imagínense el TERROR!
¿Pueden?
Yo sí.
Me lo puedo imaginar porque --- como pudieron ver arriba --- he vivido en carne propia el TERROR bajo circunstancias muy parecidas, pero, con una diferencia muy importante, y esa es que yo soy un experto en artes marciales, soy un hombre muy fuerte, y muy hábil, además soy capaz de matar a alguien instantáneamente de tener que hacerlo, estoy siempre mentalmente preparado para eso debido a las artes marciales (imagínense a Steven Segal), pero, esta pobre gente, venezolanos y venezolanas [inocentes] que primero fueron abandonados a la deriva por el actual Estado venezolano y su jefe, quien pareciera querer más a sus mascotas que a su pueblo, y después abandonados otra vez a la deriva en alta mar, se encontraban probablemente totalmente indefensas … dudo que anduvieran armados con pistolas, rifles, ametralladoras, granadas, cañones, o bombas para defenderse contra los piratas y psicópatas y tiburones.
¿Verdad?
Además, dudo que esa pobre gente hubiera sido experta en artes marciales.
Pero …
Peor todavía …
Imagínense el escenario al embarcar al peñero que podría finalmente sacarlos de la miseria, las madres con esas sonrisas de esperanza y agradecimiento a Dios, pensando, "¡Por fin estaremos bien!,"diciéndoles a sus hijos, "No te preocupes, pronto estaremos a salvo, y viviremos mejor, tendremos comida, y agua, y luz, y medicamentos para tu asma, y podrás ir a una verdadera escuela con baños y agua y comedor," … y esas sonrisas de los niños mientras le aplauden a la mamá … solo para unas pocas horas después en alta mar ser completamente sorprendidos y aterrorizados por la realidad de que morirán de la manera más inimaginable posible, de TERROR, sin absolutamente ningún escape, asesinados, ahogados, o comidos por tiburones.
Sí señor.
Eso es como de inocentemente comerse un dulce por primera vez y después morir envenenado por el mismo dulce, así como casi me pasó a mí con el tranquilizante para caballos.
Imagínense eso.
Yo me lo puedo imaginar.
Les digo una cosa, eso es absolutamente horrible, la incertidumbre, o sea, solo el TERROR de no saber lo que le estaría pasando a uno, es terrorífico, de ver en sus ojos esas expresiones de, ¿Qué está pasando aquí?, ¿Por qué nos están matando? Somos pobres, solo queremos comer. ¿Por qué quieren matar a los niños? ¿Por qué nos dejan a la deriva así? ¿Por qué nos quieren torturar?
La respuesta siempre, siempre, siempre, es: por el DINERO.
Mi corazón se quiebra en pedacitos, como cuando se morían en mis brazos los inocentes e indefensos niños pobres en Barlovento, ahogados en vivo por lombrices, con sus desesperados ojos gritándome:
¿Qué está pasando aquí?
¿Me voy a morir?
Sí.
Y paraban de respirar en mis brazos, pobrecitos.
Eso fue en los años 1970 cuando el gobernó de CAP, como el actual gobierno venezolano, abandonaba a la deriva a los pobres de Venezuela, dejándolos morir en condiciones totalmente atroces e inhumanas, como animales, como hoy.
¿Y qué tiene que decir el actual jefe de Estado venezolano al respecto?
Ni pío.
oscar@oscarheck.com
¿Y qué tiene que decir el actual jefe de Estado venezolano al respecto?
Por: Oscar Heck
Sábado, 31/12/2022 01:19 AM