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Venezuela: ¡Alacranes, política, y politiquería!

Viernes, 06/01/2023 12:48 AM

Moraleja: El político habla de la democracia, defiende la democracia, y cuando es necesario le hace críticas constructivas a la democracia. El politiquero se presenta en la mayoría de los casos, con los mismos vicios del pasado, tratando con ello llevar al basurero los avances que logró tener un pueblo gracias a su sistema democrático.

El político con formación es una persona pausada, con buena dicción, muy seguro de si mismo, y siempre está dispuesto a escuchar a los demás. El politiquero es una persona insegura, esquiva, corrupta, no deja hablar a los demás, busca siempre victimizarse en más de alguna ocasión. De esta manera se asegura evolución en lugar de involución, y recordando siempre que toda involución, siempre está disfrazada de revolución. Entonces: ¿El ciudadano seguirá prestándole atención a quien promete puentes donde no existen ríos?

Fin de la moraleja.

Anónimo.

La politiquería, en Venezuela entró en la fase superior, de degeneración de la política: donde el aprovechamiento indebido del poder, y de cualquier posición pública, con fines inconfesables de vanidad, ha arruinando a la nación, y llevando al empobrecimiento de su población.

En forma descarada, y corrompida se ha iniciado en nuestro país una pugna agonal en la política, en la búsqueda del sillón presidencial de Miraflores en el 2024.

Las disminuidas militancias partidistas, ya se han desinteresado por el rumbo del gobierno de Maduro que termina en el 2024, y el de Guaidó que terminó su virtual mandato, y destituido por una Asamblea Nacional fantasma, y que proyectaba su acción al futuro con un mantra de circo: "de cese de la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres, y transparentes", ya el país vio su triste final politiquero al finalizar diciembre del 2022: "A Rey muerto, Rey puesto" reza una máxima popular. Ahora vemos a unas extintas diputadas en el exilio sustituyéndolo.

Ahora se puede advertir que entre los pre-candidatos opositores mas de 50 hasta ahora, que aspiran ir hacia unas elecciones primarias, entre los cuales figuran decenas de individuos sin ningún tipo de formación política, ni intelectual, eso si exhiben "malas mañas" la mayoría de ellos, señalados en los medios de comunicación nacionales e internacionales de estar incursos en gravísimos hechos de corrupción, y conocidos en los bajos fondos politiqueros con el remoquete de los "alacranes".

Con esto queda de manifiesto que la plana mayor de la clase política venezolana no se ha renovado, tanto en los sectores tradicionales y conservadores de la oposición, como en las filas revolucionarias no emergen figuras de recambio hasta ahora, sino vampiros, y payasos chabacanos de muy mal gusto.

Pero existe algo más extremo, el rechazo que se percibe en la ciudadanía, de la actividad política, debido a la ruina económica de la nación, que ha provocado la emigración de mas de 7.000.000 de venezolanos acosados por el hambre, la hiperinflación, la falta de oportunidades, y la destrucción del parque industrial que ha causado un desempleo atroz, esto se exterioriza en la preferencia que según las encuestas, donde ninguno de estos politiqueros de baja estofa, recibe una postulación positiva al cargo de Presidente de la República, por el sólo hecho de sus aparentes desvinculaciones con la sana ética, y la moralidad publica en la actividad política.

Debido a esta desgracia politiquera, se ha perdido el respeto en el ciudadano hacia ellos, que ahora los tilda peyorativamente con la locución de "alacranes", eso si salvo honrosas excepciones, de ambos lados, las cuales me reservo en nombrarlas, en su momento oportuno.

Esta vez en la Venezuela del siglo XXI, se incurre con mas gravedad en el delito conceptual que confunde la "política" con la "politiquería", cuando los alacranes exhiben impunemente lo que se han robado, cuando jamás en su puta vida han pegado un bloque, y nadie los investiga . Mostrándole al ciudadano arruinado, descaradamente sus camionetas, vestimentas, equipos electrónicos, viviendas de lujos, la dolce vita en hoteles, restaurantes, bodegones etc. Todo esto clasificado en el renglón de la alta gama, mientras el 90 % de la población venezolana pasa roncha por la mala calidad de vida, y de los míseros salarios más bajos del mundo que reciben.

Históricamente la política tiene una misión noble de consagración al interés nacional, y de prestar un servicio, donde el bienestar, la prosperidad, y la calidad de vida, sean para el goce, y disfrute a los demás venezolanos.

Así es que entendemos, como a nivel gubernamental, la política es la actividad ejercida por los órganos del Estado para procurar el bien común, y el interés público.

La politiquería de albañal, en cambio, es la degeneración de la política: el aprovechamiento corrupto del poder, y de la posición pública para fines del enriquecimiento ilícito, y de vanidad personal, propiciando así el empobrecimiento mayoritario de la población del otrora país mas rico de Latinoamérica, que fue la cuna de emigrantes europeos, en el cual obtuvieron las mejores oportunidades para su desarrollo personal, profesional, y empresarial en el siglo XX.

Hoy Venezuela se desenvuelve en medio de la maquinación ruinosa, la vulgaridad, el mimetismo, entre tránsfugas y traidores politiqueros, de la ausencia de ideas, y la carencia de ideales. Aquí agota su acción el politiquero alacrán converso. El altruismo de la política ahora es suplantado por la corrupción de la politiquería de los llamados alacranes.

Por cierto que la confusión que se generó en la ciudadanía, cuando los vieron a finales del 2022 en el palacio de Miraflores, esa reunión sembró terribles dudas, entre esos ambos conceptos, siendo en extremo muy peligrosa para la estabilidad democrática, el estado de derecho, la paz de la república, y la recuperación económica. Uno de ellos –el peor- es el bajo "populismo ramplón" utilizado, y calificado por algunos teóricos como la "maldición totalitaria del siglo XX", que dejo millones de muertos, victimas de la guerra, la represión, y el hambre.

Esperamos que por lo menos en nuestro bello país, alguien retome la ponderación, y este fenómeno o peste politiquera, no se siga proyectando en este año 2023, que recién comienza, y en lo que va del presente siglo XXI.

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