Se ha armado cierto revuelo por el ya célebre video que mostró Rafael Lacava en Valencia. Yo lo encuentro absolutamente coherente con la realidad venezolana. Me explicaré.
El superhéroe es uno de los íconos más emblemáticos del capitalismo, así que encaja a la perfección en la simbología de la tendencia socialdemócrata que gobierna en Venezuela. No crean que voy a empezar a hablar mal del gobierno, o también podría decir "aquí no se habla mal de Maduro", puesto que la socialdemocracia distingue a todos los gobiernos "progres" de Hispanoamérica. Todos son gobiernos conservadores, pues están empeñados en conservar el capitalismo, bajo el método gatopardiano de "cambiarlo todo para que nada cambie". No estoy hablando mal de nadie, solo estoy diciendo la verdad: aquí todos tenemos nuestro pedacito de culpa en todo lo malo que nos pueda estar pasando en este malhadado continente. Volvamos al asunto.
Una vez que salió al público el bendito video y después de que María Gabriela armó la zaragata, salieron algunos chavistas, incluidos funcionarios, a descargar al pobre de Lacava, mismos que no habían asomado ni la nariz cuando apareció ese despropósito que llaman "Súperbigote" (¡Válgame Dios!). En el caso del video de marras, no se trata de que hayan caricaturizado a dos personajes fallecidos, porque bastante punta le han sacado a Bolívar y a Chávez sin pedirle permiso a nadie. Siempre he dicho que el "legado de Chávez" es un plato que aparece en todos los menús con distintos aderezos y que sus "hijos" son una camada que se pelean por su herencia sin fórmula de juicio.
Nada de esto es raro en un país donde el discurso político ha caído tan hondo que bien podría ser reseñado por el periodismo de farándula. Siguiendo en esa onda, diré que el hijo de Chávez no es Maduro sino Súperbigote, de quien Maduro es la personalidad secreta. Delcy Rodríguez vendría siendo Superchica, Cilita es Luisa Lane y Freddy Ñañez es Jaime Olsen. Entretanto, la corrupción, la desidia y la ineficacia son la kriptonita verde, mientras que el discurso repetitivo y dogmático es la kriptonita roja. Hay que dilucidar si Chávez es Jor-el, el padre kriptoniano, o Jonathan Kent, el padrastro terrícola. Juan Guaidó es el Superman bizarro y Perry White es Raúl Castro, editor de Gramma y jefe de Clark Kent, perdón, de Nicolás Maduro. Falta mencionar a los integrantes de la Liga de la Justicia Diosdado Cabello. Jorge Rodríguez y Tarek El Aissami. Finalmente, Míster Pararell Dollar es Lex Luthor.
Lo que quería de decir, antes de caer en la pasada digresión del Universo Marvel, es que la figura del superhéroe es el non plus ultra del individualismo, cosa que también puede decirse de otras formas del culto a la personalidad. Por eso es contradictorio que quien diga que promueve un proyecto colectivista sea afecto a este tipo de aberración. Son el tipo de incongruencias que me han convertido en colapsista, pues se me huele que la actual sociedad planetaria no tiene remedio y nadie ni nada podrá evitar su colapso.
Finalmente, a los amigos que tengo en la secta chavista y que no solo se tragan la perniciosa imagen de Superbigote, sino que además la aprueban y la celebran, les voy a regalar dos frases de Chávez que pronunció en los frescos albores de la Revolución Bolivariana. Quien tenga oídos que oiga y quien tenga cerebro que analice:
"Me monté en una ola y a lo mejor la ola me pasa por encima mañana, no sé si me importa. Que la ola siga su rumbo, eso sí, que siempre haya un colectivo llevando la ola, el hombre individual no importa absolutamente para nada" (Discurso del 19 de abril de 1999).
"…entendamos que nosotros, los representantes del pueblo, jamás, pero jamás de los jamases, podemos pretender sustituir a la masa, al colectivo, al dueño, al soberano que nos eligió, ellos son los dueños del poder, no somos nosotros los dueños del poder. Esa es una concepción básica de la Revolución Bolivariana" (Discurso en acto de juramentación ante la Asamblea Nacional para el período presidencial 2000-2006). Bien, no esperes, caro lector, que te salve ningún superhéroe. Ni Superbigote, ni Superdrácula, ni Supernéstor.