Está a la vista y al sentir de todos el rotundo fracaso de este gobierno del madurismo. Después de los maduristas, en el país no hay piedra sobre piedra, ni alma que esté contenta. Vivimos el desmantelamiento de la economía, los ignaros atacaron el corazón de la economía, se metieron con pdvsa, pusieron preso a centenares de sus gerentes, a otros los persiguieron, difamaron el funcionamiento de la empresa, la acusaron de nido de corruptos. Entonces, consiguieron el "milagro al revés", bajar la producción de 3 millones de barriles diarios a menos de medio millón, ahora la rematan a precio de gallina vieja. Sumieron al país en la ruina, y hasta el sol de hoy no existe una rectificación, sólo excusas que sólo creen los pendejos, o los enchufados.
De allí en adelante, continuaron funcionando como un ejército de ocupación, vinieron con el caballo de Atila, aquel que donde pisaba no salía la hierba, y lo pisotearon todo. Los que causaron el desastre, no pueden, no saben solucionarlo, en manos de ellos no hay otro futuro que la extinción. Para resolver la crisis que hoy padecemos se necesita de economía y de espiritualidad, de idealidad, de pasión.
Se engañan los que piensan que esta barbarie es un asunto exclusivamente económico, que con aumentos de sueldos, entregar el país a los privados, subastar el petróleo y repartir un poco de esos dividendos saldremos de la miseria. Al contrario, esta crisis amerita de una pasión patria, un sentimiento, una conciencia de pertenencia a la sociedad, una visión de futuro, que posibilite la movilización social alrededor de objetivos sociales. Y necesita una economía que soporte esta conciencia.
El capitalismo que proponen el gobierno y la oposición de derecha soporta al egoísmo, fragmenta a la sociedad, eleva el sálvese quien pueda, y una sociedad así no puede resolver esta crisis, al contrario, la profundizará, la perpetuará. Salir de esta crisis requiere a una sociedad unida, empeñada en que el esfuerzo colectivo favorezca a todos, no puede resolver la crisis una sociedad formada por millones de egoísmos, como es la sociedad del capitalismo; una sociedad así, irremediablemente cae en manos, es subastada a los imperios internacionales, pierde su soberanía.
Es así, esta crisis única en nuestra historia, reclama soluciones extraordinarias, una reconstrucción económica que sustente una efervescencia de la conciencia social. Y sólo la economía entrelazada con la conciencia social permite a un país encarar los difíciles desafíos de la Soberanía y la felicidad en un mundo repartido por los imperios, sólo este binomio permite a un país tomar las riendas de la construcción de su futuro.
Esta sociedad viable, feliz, ejemplo para el mundo es la sociedad que soñó Chávez, que se estaba construyendo por el camino de Chávez, esa sociedad fue frustrada por los fracasados. Es hora, el tiempo se agota, de salir de ellos, de pedirles la renuncia. No hay que ser adivino para entender que un país sin economía y sin pasión, sin sentido de la vida, sin razones sagradas de pertenencia por las cuales luchar, terminará, irremediablemente, en un caos, un motín, como aquel de febrero; en ese momento, las acciones serán agónicas, de sobrevivencia, y esa catástrofe costará vidas y sufrimientos, que hoy se pueden evitar…