"Logré comprender igualmente la importancia del terror físico para con el individuo y las masas".
Adolf Hitler.
Las cifras de la hiperinflación que están experimentando los venezolanos se traducen en cifras porcentuales a escalas millonarias, al punto que para finales del 2022, el nivel de inflación en Venezuela, alcanzó cifras escandalosas, y que empezando el 2023 no se detiene, sino qué se agudizó en el transcurrir de este mes de enero 2023. Pero según los expertos en la materia consultados, aun sin cifras oficiales, las consecuencias tangibles, que se esta viviendo en los hogares venezolanos son difíciles de ocultar: los elevados precios de los productos hace imposible su compra por el ciudadano común, quien depende de un depreciado salario mínimo de 6 $ que lo sumerge en una condición peor que en la esclavitud colonial, y la pérdida de la capacidad de ahorro, todo ello ante una débil moneda que perdió incluso su función como medio de cambio, dado que la inflación machaca el tiempo de vida del llamado bolívar digital severamente golpeado.
El problema que se vive en Venezuela, es causado por una distorsión política que ocurre cuando se hacen desplazamientos forzosos hacia el ámbito económico, y de manera amplia, y general es esto lo que causa la inflación en forma de "holocausto", un tipo de inflación que se genera en el plano politiquero, cuya distorsión llegó incluso a dañar la esfera moral del ciudadano, y por lo tanto afecta su libertad. Desnudar este asunto resulta pertinente porque nos trae a colación, la hipertrofia de un proceso político, económico, social e incluso cultural, que ha desplegado este "modelo revolucionario" en Venezuela desde el momento que asumió al poder en 1999, instalando un sistema de gobierno totalitario que suprimiera todo rasgo de autonomía e individualidad. El caso reciente de los colectivos en el Estado Aragua amenazando a los maestros que protestaban por unos salarios dignos, liderizados por un analfabestia disfuncional llamado Dionisio Salinas, nos pone a reflexionar de manera muy severa.
Pero ante todo con una precisión matemática, para poder entender la transversalidad dimensional de esta hiperinflación, trasversal porque, atraviesa todo el plano político, económico, social, cultural, y especialmente lo ético, y lo moral.
Los «derechos constitucionales» son un concepto moral, que proveen una transición lógica de los principios que rigen las acciones de un individuo a aquellos que guían sus relaciones con los demás; donde se preserva y protege la moralidad ciudadana bajo un contexto social; el vínculo entre el código moral del ciudadano, y el código legal de la sociedad venezolana, entre la ética y la política.
Estudiar la constitución bolivariana resulta sumamente revelador porque es el marco legal que permite diseccionar a toda la sociedad, tal como lo validó Aristóteles en su contexto, conociendo así la fisonomía social, política y cultural del Estado-Nación. De allí que la palabra constitución tenga una riqueza semántica tan amplia para nosotros, porque así como se puede aludir al marco normativo que rige los deberes y derechos de Venezuela, ello también nos remite al aspecto esencialmente constitutivo que rige las reglas del juego entre los ciudadanos pertenecientes a un Estado.
Hoy Venezuela en este año 2023 es un caso paradigmático en la historia, porque su Constitución de 1999, bien sea por su precisión y sencillez, brinda un marco jurídico y legislativo, que pretende asegurar lo más posible la preservación de los "derechos del ciudadano", para que el gobierno se convierta en un servidor de los ciudadanos, y por lo tanto, el Estado no sea su amo absoluto. Esto se entiende en la importancia que ha tenido desde nuestra independencia, para esta nación la libertad, porque tal como lo entendieron nuestros libertadores desde el momento de luchar por su independencia, que con honor, justicia y decoro humano nos prohíben renunciar sin luchar por la libertad. Y de allí que debemos asegurar esta herencia, y preservarla para las generaciones futuras, por lo que el compromiso por la libertad implica un apego a los estatutos constitucionales.
Hoy en la Venezuela del año 2023, el paisaje se presenta distinto, el ecosistema político de nuestra independencia a comienzo del siglo XIX, cuando no permitió que fructificara el mismo concepto de la libertad norteamericana, debido al triunfo de la libertad sentimental (rousseauniana) sobre la libertad utilitaria después de la caída de la Primera República, el tenue eco del pasado todavía resuena en nuestros días.
No cabe duda entonces que el ejercicio de la política en un estado democrático-representativo va indisolublemente ligado a una teoría de los derechos individuales, y a la consecuente lógica de la práctica virtuosa. Afirmar lo contrario, sin proponer una alternativa, es equivalente a introducir entre otras las siguientes posibilidades: retornar a las condiciones de una "teoría del totalitarismo" que busca erradicar el liberalismo republicano como credo fundamentado de un sistema democrático representativo.
Y parece que en Venezuela la nomenklatura encontró un sustituto a los valores democráticos representativos al instituir un imaginario socialista-cubano, la perfecta "teoría del totalitarismo caribeño. La esperanzadora "democracia bolivariana", la cual sería participativa y protagónica, hoy son meras falacias populistas, decisivas para consolidar un sistema tiránico para preservar el poder.
Este paso diabólico es precisamente para llevar a cabo una claudicación de los "derechos" para imponer el imaginario instituyente socialista-cubano, de este modo comenzaría la distorsión de los valores morales democráticos de los venezolanos, que habían sido sedimentados por la labor histórica de líderes políticos del siglo XX. Ahora bien, para entender lo que le haría el emergente gobierno estalinista. Una tiranía colectivista no se atreve a esclavizar a un país a través de la confiscación directa de sus valores, materiales o morales. Debe hacerlo mediante un proceso de corrupción interna, como la de esta burbuja económica de que Venezuela se arregló. Tal como el saqueo de la riqueza de una nación, también se lleva a cabo por medio de la devaluación de su moneda, así, hoy en día, puede observarse el proceso de la hiperinflación aplicado al área de los derechos ciudadanos a tener calidad de vida. El proceso involucra algo así como el crecimiento de los «derechos torcidos» promulgados tan recientemente, que la gente no se da cuenta de que se invierte el significado del concepto. Así como el dinero malo desaloja al bueno, estas «ideas impresas» de índole proselitista-totalitaria niegan los derechos auténticos.
Y esto es lo que ha destruido a la "Quinta República", con el inicio de la corrupción interna de los valores democráticos en Venezuela al dar pie a una Constitución que se niega a sí misma, porque a pesar de que esta constitución preserva los derechos "personales" artículo 44, y de "propiedad" artículos 47 y 55. Si bien en la actualidad, hoy en enero 2023, en el plano material somos testigos de los alcances del deterioro económico que ha llegado a alcanzar el país tras la espiral hiperinflacionaria, que no deja saldos muy alentadores, porque sirve para emprender un proceso de corrupción interna que implica la instauración de un nuevo imaginario, permitiendo así conformar toda una comunidad amoral de fanáticos alacranes que detentaran contra los sectores democráticos y civiles que aún perviven, debilitándolos de tal modo que la proliferación de alacranes aunque debilita el redil de los revolucionarios, los cuales no tienen que ser medidos por su cantidad, sino por su intensidad politiquera.
En consecuencia este holocausto revolucionario logra articularse con otros recursos simbólicos que sirven a la distorsión de valores, tales como los mitos políticos de la izquierda, el mito del "dracula" y el mito de la revolución. Así también, los mecanismos simbólicos se refuerzan con las distorsiones producidas por la forma institucionalizada del enemigo quinta columna, engranaje discursivo que ha servido para la intensificación política del alacranismo, solidificando un posicionamiento político que distribuye los deberes y derechos conforme a un Estado forajido, más que a un Estado de derecho. Y en estos criterios es donde reside el "truco" de la hiperinflación inducida, el cual consiste en desviar el concepto del buen vivir, del terreno político al económico
Cuando analizamos el artículo 55, y lo relacionamos con el ataque de los colectivos en Aragua, a la protesta de los maestros, el artículo que hace referencia a la garantía del Estado en preservar la integridad personal, pero en artículos conexos, tales como el 52 (derecho de asociación) y el 57 (derecho a la libertad de expresión) la presencia del Estado es prominente, llegando a limitar y distorsionar tales derechos políticos cuando tácitamente se imponen sobre otros "derechos" económicamente reivindicativos como la protesta de los docentes, en donde el bienestar colectivo se superpone, por no decir que aplasta al bienestar individual del enchufado.
En todo esto se reitera nuevamente la importancia de seguir reflexionando sobre el Estado, los intelectuales y las universidades en Venezuela, cuestiones que como se podrá notar, forma parte de mi inquietud intelectual, pero no por ello los problemas sociales de la pobreza, y la marginalidad tienen que ser dejados de lado, son cuestiones que también exigen su atención, pero desde un prisma liberal. Este tema no deja de ser tan amplio y tener tantas aristas, tanto que estas letras resultan insuficientes para abordar en su cabalidad la cuestión de la hiperinflación en Venezuela.
Este pasaje de construcción a la deidad, la alienación y entrega por implantar un modelo, que no se percibió en su momento, incluso me tiene asombrado la capacidad el régimen de armar colectivos, con precisión, acelerando la destrucción de la vida de sus ciudadanos tras la conquista de permanecer instaurados en el poder.
Donde, muchos elementos se articulan para construir todo un sistema de poder que ha logrado su cometido, humillar a la mayoría de los venezolanos, con las aberrantes colas para surtir los vehículos de gasolina, es muy importante seguir pensando a Venezuela.