Hasta el peor descuidado votante se da cuenta de la campaña electoral de los multicandidatos opositores al chavismo, apelan a todo por los medios, prometiendo en obvia demagogia desaparecer la inflación que según ellos no se está cumpliendo, no mencionan el propósito revoluciónario de hacer realidad sueños unionistas de Bolívar y San Martín. Para esos opositores verborréicos, estaríamos supuestamente derrotados y se pierde contacto internacional, no hablan de independencia sino de dependencia del capitalismo.
Como dice un vendedor de tortas en porciones frente a mi hogar y coloca la canción "eso es lo que hay" y su voz incita a adquirir el dulce manjar. La oposición venezolana nos dice y demuestra que "eso es lo que hay" pero no apetitosa es la torta que ponen, se muestran amargos candidatos a presidente de la república engolosinados eso sí, porque vivimos dificultades que nos han creado desde el exterior con anuencia de oportunistas criollos, sin considerar que la mayor parte de problemas creados contra Venezuela por el poderoso amo capitalista, en realidad la acatan los violentos, bajándose los pantalones ante amenazas gringas.
Evidente el chasco político de ese retroceso que sugiere un ex gobernador del Táchira, quien se considera futuro presidente, se promociona apoyando la religión católica y asegura que será el tachirense gocho número ocho, al mando de la república. Este tipo a quien no llamo caballero y más adelante diré por qué, admite que Venezuela sufre sanciones a las que no critica y sí rechaza la recuperación económica y social del país, negando que vivimos en comprobable paz envidiable, pese a quienes aumentan en dólares los precios, sin contar con planes mensuales de ayuda económica entregados por el Ejecutivo.
Antes de 1999, entrevisté en Maracay un ciudadano de origen cubano que presidía la organización económica CEDICE, sus conceptos me llevaron a preguntarle por qué quienes como él pensaban no lanzaban un candidato presidencial de derecha con conceptos capitalistas propalados por el mundo en base a los deseos de EE UU, le acoté que empresarios e industriales privatizadores de cualquier índole, pedirían votos a pesar de ser conocidos por ignorar ayudas a los más necesitados, a quienes ni mencionaban.
Recuerdo la sorpresa mayúscula del cubano derechista, la emisora donde le hacía la entrevista era propiedad de copeyanos y no se esperaba que un empleado le dijese eso. Cuando meses después volví a llamar para invitarlo ni siquiera quiso contestar al teléfono. Estos venezolanos y extranjeros de la ultraderecha maltrecha siglo XXI, echan el resto aunque a veces le pidan cacao al gobierno de izquierda en sospechosas proposiciones, me alegra cuando les cae la ley sin importar si son extranjeros, o los sacerdotes politiqueros ensotanados y oficialistas de presunta corrupción investigados o inhabilitados.
Vi a ese candidato autopostulado ahora a la presidencia del país, en la Asamblea nacional propinarle un puntapié por las pierna a su colega diputada Iris Valera, ambos parlamentarios tachirenses, Iris estaba de espaldas al agresor y se formó el despelote, el suceso quedó filmado en la escalerilla que da a la presidencia de la Asamblea Nacional, lo tiene "La Hojilla" y sugiero a Mario Silva exponerlo, para que vean a quien elegirían si le creen al supuesto social cristiano de verborrea intensa. Figuras adecopeyanas que nos tienen curtidos por sus antecedentes, elocuentes en su maldad y trucos demagógicos.
Los opositores aprovechan la hiperinflación modelada contra Venezuela desde los grandes capitales corporativos dominados por el aparato estadounidense, se portan con disimulo así el desprestigio les llegue hasta el cuello, lo que permite comprobar la clase de gente en cuyas manos iríamos a parar, responsables en sus tierras natales y fuera de ellas, por arbitrariedades y negocios, electos inutilmente a la hora de servirle al colectivo más necesitado. Dirigentes ariscos al pueblo, contrarrevolucionarios comprobadamente peligrosos, ávidos de poder y riqueza, para volver a hacer trastadas antipueblo.
A ellos dedico esta ácida pero constructiva opinión, nos hacen creer que, eligiendo un Sebastián Piñera, o el ultra fracasado similar Mauricio Macri, o el imbecilócrata Jair Bolsonaro, iban a llevar sus naciones al bienestar, se los tragó el tremedal del capital que no tiene en el lado del corazón sino la billetera. No han garantizado la paz en sus tierras y terminan siendo los peores presidentes en la historia de sus naciones. Uno de esos derechistas en Venezuela sería desastre total y luego saldría corriendo a refugiarse en el celestino mayor de la democracia representativa, los EE UU, imperio neocolonialista herido en su desempeño inicuo y retorcido.