La noción de mala fe se encuentra por naturaleza en el ser humano, en el tiempo se hace cómplice del fascismo para justificar sus actos. Es de mala Fe también, cuando evaluamos el tiempo creyendo salvar su oficio, en un momento en que la historia le exige una postura. Los humanistas de la Escuela de Jung, Freud y Piaget le llamamos perversidad y opresión para originar una depresión en el campo de la psicología.
Muchos hoy, llaman a una guerra hacia el fascismo por su ignorancia en el campo pragmático y el manejo de paradigmas. Poniendo en peligro, también con ello, el campo literario, militar y social, de modo que es preciso asumir posturas en defensa de esa libertad, nos estamos moviendo en un contexto histórico que se exige fidelidad a las posiciones ideológicas y militante, todo por la libertad del género humano.
De modo que en Venezuela y parte del Sur, nos movemos en un mundo imaginario en el orden ético político que causan enajenación en algunos dirigentes del Psuv, concretamente en la burbuja revolucionaria, se vienen moviendo tuercas desde las bases populares del partido que llaman a la deslealtad y a tener una conciencia abstracta, más no reflexiva.
Por esta ignorancia política, tenemos problemas de hambre en los yanomamis y, en algunos centros urbanos de las principales capitales y aldeas sub- urbanas extendidas a lo largo del país. Se siente una especie de esclavitud porque poco existe el libre juego de las ideas, cuando, precisamente se busca ese juego político de las ideas, debemos cuidarnos del fuego que incendio Francia en 1848, luego pasó a Italia y Alemania. Hay una predisposición orgánica para acabar con los preceptos revolucionarios y concebir una fuerza de contagio para lograr maniatar el progreso. Estamos observando la muerte prematura de la revolución que comenzó con la muerte abrupta de Chávez un mes de diciembre en Cuba y que guardaron silencio unos meses después.
En este sentido, se deben evaluar los resultados, los documentos de interés privado en las instituciones del Estado jamás deben ser entregados por parte de los interesados, solo es competencia del jefe de calle y el oficiante o portador de esa identidad.
Hay muchos injerencistas en el proceso revolucionario, traidores a los intereses del Estado y, a la inteligencia en todo el país.
Ignoran muchos que esta es una civilización moderna, no desde sus orígenes hasta nuestros días, sino de lo que ella vendrá a ser para el futuro, según la ley providencial que rige los destinos humanos. Así que, nunca podemos ser lisonjeros en cualquier hemisferio, occidental o oriental. El pensamiento solo nos llama a cumplir con la patria, se debe ser valiente y no traidor desde las bases patriotas. La caía de Pedro Castillo en Perú, constituye solo un ápice de lo que viene por la debilidad política entre nosotros en lo interno.