Ya entramos en la etapa electoral. Ahora queda administrar los tiempos de la ciudadanía. El desamparo del ciudadano es inmenso, y éste hay canalizarlo inteligentemente. Hay que estar atentos al tiempo oportuno. Sin precipitación, pero sin dejar pasar el tiempo.
El agotamiento del elector es abrumador. La indiferencia de los que serían nuevos electores es abismal. Andamos entre burbujas y abismos. Más abismos que burbujas, por supuesto.
Un país mascado a dentelladas. Hecho girones. Solo eso queda, no hay discurso que pueda tapar la realidad. La República es un andrajo. Desnuda y sin esperanza anda. El miedo toca a la puerta, la desesperanza la abre y lo que ve es una mueca de dolor.
Un discurso del pasado no es posible. Un discurso factible y creíble es necesario. Sin pasiones viscerales, pero tampoco con intelectualizaciones sospechosas. El término medio y con los píes puestos sobre la tierra.
El carnaval déjenselo a los payasos y a las comparsas. La política en una práctica social sólida y real. Ya nadie se traga el cuento. Si parece que sí es solo teatro. El pragmatismo social copa la escena del país.
Las promesas se las pueden guardar en el bolsillo sino van a ofrecer posibilidades de solución. La economía-política desapareció de estas tierras desde hace unos años atrás. Sin embargo, por ahí parecen ir los tiros.
Un hombre con experiencia política, la tiene. En lo económico, también. En lo social, igualmente; en la resolución de problemas, también. Solo adminístrese candidato. El tiempo es del hombre prudente.
El descontento existe, como arroz picao. La esperanza, en abundancia. El escepticismo, se desborda del vaso. Pero, el elector busca una renovación social. Un nuevo pacto político-social, sin retórica vacía.
Lo vacío ya da nauseas, por exceso. Los discursos han cambiado. Hay tiempos nuevos para la política real. Se han asentados las aguas que una vez fueron turbulentas. Eso quiere decir, que algo ha cambiado. Hay que hacer una lectura adecuada del momento presente.
Si esa lectura se hace de manera equivocada y errada, lo que sobreviene es el fracaso. Tal vez, no haya nada que inventar, pero lo que no se puede es errar. Candidato en sus manos está el tiempo.
Las piezas del mundo político se han ido moviendo imperceptiblemente. Parece que nada ha cambiado, pero no es así. Todo ha cambiado. Este es otro tiempo. No hay que perder el tiempo con esos que vociferan para electores del pasado, hay que dirigirse al elector del presente.
Claro y puntual. La verborrea ya caducó. Tiempo de posibilidades de solución. Tiempo de planteamientos definidos hacia soluciones factibles. No se está pidiendo mucho, pero sí que se haga.
Ahogados por la economía del desastre se vive a diario. Un día a la vez, así se está sobreviviendo. Algo que no es natural al espíritu del sujeto moderno. Ha visto mundo, algo ha aprendido. Hora de aplicarlo con sensatez.
Calma y cordura, dijo una vez el General de Queniquea. Las dos han faltado en este siglo XXI venezolano. No volvamos atrás, afírmese en el presente. Un paso a la vez y hará todo el camino.
Tiene la posibilidad y es grande. El desgaste hace que resbalen constantemente los engranajes de la política actual. No tienen de donde agarrarse, porque se acabó todo discurso. El del pasado y el del futuro. El presente lo rechaza.
Hay muchas posibilidades, desde adentro es la solución. Tiene los palmares para hacerlo.
Rafael Ramírez es la opción viable para ser Presidente de la República.