"La culpa no es del ciego –alcalde- sino de quien le da el garrote –alto gobierno-" dice un viejo refrán popular. La crisis de Venezuela ha destruido la economía, ha degradado la moral, y está devastando el auto estima nacional. Fin de la cita. Anónimo.
La última semana de febrero de este año 2023 deja en El Tigre Anzoátegui, un video pornográfico https://www.aporrea.org/actualidad/n380783.html donde está involucrado el alcalde de la ciudad. Dejando varias polémicas: "en la militancia del psuv de esta ciudad, en la sociedad de este municipio, comunidades educativas, todas las iglesias en sus diversas religiones, y en las comunidades educativas etc. Y en todo el estado Anzoátegui, claro.
Estamos hasta los pelos de este alcalde, será que: ¿*Conatel, el alto gobierno venezolano, y el gobernador del Estado no existen* ya que hasta el momento no se han pronunciado sobre este espinoso asunto publico? Me lo preguntan los miembros de la sociedad tigrense arriba mencionados, quienes me piden lo haga del conocimiento de las altas autoridades venezolanas a través de www.aporrea.org .
El video que tiene como protagonista al alcalde ha dejado "estupefacta" a la opinión publica anzoatiguense, así ha sido la salida amoral, y anti ética del alcalde de la ciudad. "No es más que un patán que se expresa con un lenguaje soez y vulgar propio de los burdeles de los barrios bajos de una ciudad portuaria. Es sorprendente que el alcalde solo sea capaz de decir que: «le va a regalar a todas las mujeres de la ciudad un ‘manduco’ de 25 centímetros para que tengan orgasmos de felicidad a dos manos». "Este alcalde no es más que un botarate que hace el ridículo, y no se respeta a sí mismo" la gente dixit.
El lenguaje soez, y el nivel de la conversación pública, y el respeto por los demás ha desaparecido en El Tigre, a través del programa radial que mantiene este alcalde por la emisora Mariana Radio 100.7 FM, de lunes a Viernes de 6am a 8 y 30 am. El diario discurso grosero, y atropellante, que utiliza desplaza a la oratoria respetuosa y constructiva. Este alcalde deslenguado se considera tener el monopolio de la razón, AY… de quién se atreva a pensar, criticar u opinar diferente porque sapos, truenos, centellas, y descalificaciones llueven sobre él, como diariamente dispara sobre mi persona, en forma inmediata. Mientras este agresor de la ética, y la moral publica, denosta, a viva voz, de tirios, y troyanos, su rostro que pone a rodar a través de videos en las redes sociales parece representar a personajes celestiales y ladinamente señala: Este es mi lenguaje de amor a todas las mujeres de la ciudad de 90, 80, 79, 60, 50, de la inclusión. ¡Yo soy bueno, las amo, y las llevo en mi corazón! Los malos son aquellos que me critican.
El insulto y la denigración la han incorporado abiertamente a la comunicación cotidiana a través de ese medio de comunicación radial en horario supervisado. Lo que antes estaba prohibido decir o era incorrecto pronunciar, hoy desde que detenta el poder desde el año 2021 lo ha transformado en un manejo cotidiano soez y escatológico, y lo expresa sin importar los efectos que pueda causar, sobre todo, en la población infantil. La condena a esas vulgaridades, mucha de las veces las adorna con atenuantes para tratar de edulcorarlas: Es la vulgaridad como manera de hacer politiquería de baja ralea.
En mi formación política en la izquierda cristiana siempre me enseñaron que, el gobernante debiera ser un educador, y de él se esperaría que siempre enseñara civismo, que transmitiera tolerancia, que divulgara una cierta institucionalidad en su manera de ser y hasta en su manera de vestir, y no decir que no usa ropa interior. Ni que hablar de su manera de expresarse. Esto en teoría, claro está, porque bien puede ser lo contrario, además de buscar un beneficio electoral, ya que, así como el civismo hace escuela, lo propio puede ocurrir con la vulgaridad. Baste subrayar el uso del lenguaje vulgar como técnica de comunicación y, por ende, estrategia para generar hechos políticos virales.
En Venezuela han existido experiencias no muy gratas, por el uso indiscriminado e irresistible del micrófono. Sin ir muy lejos, en nuestra ciudad El Tigre, todos los días, tenemos el ejemplo más rudimentario: un programa de radio matutino donde el moderador condimenta los insultos de rigor con amenazas a sus opositores. Es importante recalcar que, cuando se agravia desde el poder, todo insulto conlleva una amenaza.
En todos estos últimos meses en El Tigre, se ha justificado la vulgaridad bajo el manto de una supuesta conexión con el pueblo, con el ciudadano de a pie, con las clases populares. Esto se debe a la conseja de que: el líder carismático debe desafiar los códigos establecidos por las costumbres humanas, al cual pretende suplantar por la robótica. Pero esto es grave, de hecho, obliga a pensar en la salud—debilitada—de la nuestro texto constitucional, porque hay varias maneras de derrumbarla: de facto, por un golpe, o de a poco, por medio de la lenta erosión de la gramática básica de la democracia que menoscaba la conversación respetuosa. Si el otro, no es reconocido como un actor tan legítimo como uno mismo, allí mismo comienza el fin de la democracia y de la sociedad.
Todo esto habla del papel central de las buenas maneras para la revolución bolivariana. Como herramienta civilizatoria. Ocurre que otro de los efectos tóxicos de la vulgaridad es que cuando el insulto se generaliza desde el poder, esta actitud se extiende a todas las ramas de la política y de la vida pública. El debate sufre y la sociedad civil pierde autonomía. En otras palabras, sin civilidad no puede haber una sociedad "civil", como adjetivo. Y sin "sociedad civil" como concepto, la democracia es improbable. Es más que un juego de palabras porque las buenas maneras son la sustancia de esta ecuación. Si este alcalde que ejerce circunstancialmente el poder, en vez de servir de ejemplo para la sociedad tigrense, se expresa, y actúa como un patán, qué se puede esperar del resto de la clase política, donde el insulto siempre ha encontrado un terreno fértil. También vemos como el agravio y la vulgaridad han permeado a nuestra sociedad, de la manera más desagradable. El insulto se ha convertido en parte del lenguaje usual de este ciudadano, sus palabras tan ofensivas, se han tomado como un severo insulto.
Puede que a algunos les parezca muy "simpática" su vulgaridad. Pero realmente es una total falta de urbanidad, y educación cívica de este alcalde. ¿Será que este alcalde, no encuentra una mejor manera de expresarse, de llevar un debate, de hacer un ataque político, sin el uso de un lenguaje soez? Cuanto hace falta la urbanidad, la civilidad entre unos y otros. Cuánto se ha perdido la cortesía. Hoy, la gran estrella, es por lo bajo, el más mentiroso, el más soez. Creo que la última palabra la tiene el titular de la acción penal en Venezuela. Amanecerá y veremos, mi compadre Pancho.