Enchufados

Miércoles, 22/03/2023 11:24 AM

"Dime con quién andas y te diré quién eres" reza muy acertadamente un viejo y conocido dicho popular.

Cualquiera con algo de experiencia sabe que en nuestra sociedad moderna, con quien te relacionas, a que nivel y en qué forma te relacionas afectará de una forma definitiva tu futuro como miembro de este sistema social y económico, injusto y desigual en que, para bien o para mal, nos ha tocado vivir.

Los así llamados "enchufados" vienen en todos los colores, los hay rojo rojitos, también los que odian al gobierno pero no pelean un contrato de cualquier tipo con el estado y el ejecutivo. Hay familiares de funcionari@s, amiguit@s y amigotes, oportunistas, aprovechados y arribistas de todo tipo.

En Venezuela, creo yo, fué donde se acuñó esta categoría que pasó rápidamente de ser un término despectivo a convertirse en un símbolo de triunfo y emprendimiento. En otros lares maś "civilizados" llaman a este recurrente fenómeno, nepotismo o simplemente amiguismo.

Aquí para ser un buen emprendedor hay que estar enchufado y para estar enchufado debes ser un buen emprendedor y codearte con la gente correcta. Precisamente por eso, las clases gobernantes siempre se han asegurado que sus descendientes vayan a las mejores escuelas y universidades privadas, donde pueden relacionarse y hacer convenientes amistades con gente de su clase social. Estos niños y adolescentes van a las mismas fiestas, clubes privados, discotecas y demás, estudian juntos, bailan juntos y muchas veces contraen matrimonio con jóvenes de su misma clase social. esto por supuesto les garantiza su futuro como amos del mundo o en nuestras tierras como amos del valle.

En Venezuela y en el mundo entero, casi todas las grandes fortunas y las grandes corporaciones se crearon mamando de la teta del papá estado que siempre otorga jugosos contratos, oportunas subvenciones e incluso llega a salvarlos de la bancarrota cuando se vuelven "demasiado grandes para caer". La historia del capitalismo está repleta de ejemplos.

Todas las grandes fortunas venezolanas de los últimos dos siglos se forjaron gracias a un estado paternalista y al rentismo petrolero. Incluyamos aquí al señor Eugenio Mendoza y sus hijos y a todos los otros apellidos que hicieron fortuna invirtiendo, eso sí, muy inteligentemente el dinero de todos los venezolanos que desde los diferentes gobiernos siempre se utilizó, más que nada, para el beneficio de las oligarquías locales, las corporaciones gringas y los políticos de turno.

Enchufados eran entonces los Mendoza, los Branger, Espinoza, Delfino, Granier, Cisneros, Boulton, Bigott, Volmer y para usted de contar.

Una de las cosas que cambió con el proceso revolucionario que se ha tratado de montar desde la llegada del Comandante Chávez, fué que se abrieron las arcas de un estado burgués capitalista para que se crearán más enchufados de otras clases sociales que antes no eran invitados a la gran piñata del rentismo petrolero. Además se corrigieron algunos entuertos que les garantizaban a las transnacionales gringas y europeas las facilidades para llevarse nuestros recursos de forma casi gratuita, lo que aumentó la recaudación de impuestos y engordó jugosamente la gran piñata.

Esto hizo que las élites corporativas globales y sus delfines en las oligarquías locales empezaran a berrear porque ahora tenían que compartir su suculenta teta con mestizos, morenos y otros despreciables seres de las clases inferiores.

Con la inoportuna muerte, o más bien con el vil asesinato del Comandante Chavés, comenzaron a desatarse todos los demonios imperialistas y sus acostumbradas trampas para defender su torcida interpretación de "libertad y democracia".

Pronto empezaron la escasez programada, el acaparamiento y la violencia callejera. Las sanciones y el bloqueó, antes solapados, se convirtieron en una brutal realidad y mágicamente nos volvimos una " amenaza inusual y extraordinaria" para el país más poderosos de occidente. Recordemos que estas sanciones ilegales están diseñadas para aumentar la corrupción y destruir el tejido social de las naciones sancionadas, crear el caos y poner al pueblo a pasar hambre y trabajo.

Las mal llamadas guarimbas, que tenían la firme intención de llevarnos a una guerra civil como la que, casi simultáneamente, las elites globalistas ya habían creado en Ucrania, sólo se calmaron cuando el presidente Maduro, muy inteligentemente, llamó a una constituyente y se sentó a dialogar con Tirios y Troyanos y comenzó a hacer concesiones que hoy, está de más decir, no son muy bien vistas por los revolucionarios más radicales.

Estas concesiones se convirtieron en medidas económicas que innegablemente siguen beneficiando a las viejas y nuevas élites, y al ejército de enchufados de todos los colores que hoy para el disgusto de muchos, tanto en la oposición decente como en el chavismo bravío, ostentan sus riquezas en los lujosos restaurantes y discotecas del este de Caracas, el norte de Valencia y de las zonas más pudientes de nuestras principales ciudades, mientras los de abajo tienen que rebuscarselas para llevar el pan nuestro de cada día a sus casas, a pesar de los bonos que "generosamente" le ofrecen los empresarios a sus explotados trabajadores y los que el gobierno le entrega a los más de cinco millones de empleados públicos y al resto de los venezolanos.

Hay que aceptar que estas medidas han logrado acabar con la escasez programada, detener la hiperinflación inducida de los últimos años y frenar un poco el ataque a nuestra moneda, pero el hecho que una de las concesiones sea el indexar todo menos los salarios de los trabajadores sin duda nos deja a todos los no enchufados y a aquellos contratistas honestos, si es que existen (aunque si existieran igual serían vistos como enchufados) un poco bastante molestos.

Dicho todo esto, solo me queda recordarles nuevamente de nuevo que la corrupción, el nepotismo y el amiguismo son males creados y normalizados por los estados liberales burgueses capitalistas y que los cambios necesarios para derrumbar y trascender esas estructuras podridas no van a venir verticalmente.

Solo los pueblos, conscientes y organizados horizontalmente en constante lucha, exigiendo a sus gobernantes que cumplan sus promesas y escuchen las demandas de su gente, obligándoles a actuar por medio de una movilización permanente, lograrán construir ese mundo nuevo que hoy es más necesario que nunca.

 

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