Auditórium

Un país de: ¡Pordioseros, lambucios, y pedigüeños!

Jueves, 23/03/2023 09:59 AM

Dentro del lenguaje coloquial tenemos la palabra lambucio en la cual hay un poco de olvido en los últimos tiempos. Un lambucio es… Aquella persona que le pide comida al que este comiendo con el. De igual manera se refiere a quien come y come pero nunca queda satisfecho, su hobby es vivir tragando y de paso es agallúo. Pero también se le dice así a una persona que vive pendiente de aprovecharse de los demás y se la pasa pidiendo. En el mismo sentido se aplica al que se conforma con lo que a otros les sobra. Es decir están pendientes de vivir de las migajas de los demás. De igual manera se puede tratar de alguien que hace el papel de jala bola para obtener un beneficio de alguien mas. Este término proviene del verbo proviene «lamber», que es una manera "popular e inculta de pronunciar el verbo lamer" (pasar la lengua a algo).

Fin de la cita. Anónimo.

En las principales ciudades de Venezuela, los mendigos duermen en plazas, y avenidas mientras otros piden en los semáforos.

¡Muchas ciudades turísticas como Lechería en Anzoátegui, se han llenado de mendigos! Eso demuestra el poderío de la ciudad, que atrae a gente de toda condición social. Pobres en las puertas de los supermercados, de las iglesias, y de los restaurantes de lujo. Una alta gama de pordioseros para tirar pa’ arriba. ¡Y aún se habla de la fortaleza de la economía venezolana que se arregló!

No sé si es por su innegable atractivo turístico, pero lo cierto es que Margarita, el Norte de Anzoátegui, y Caracas, para nombrar solo estas tres metrópolis venezolanas se han llenado, en las calles, avenidas, y autopistas, de un ejército de mendigos, limosneros, y vendedores de chucherías. Salir un sábado, de compras, paseo, o visitar los grandes almacenes, donde se verán decenas de pobres desde: Norte a Sur, y Este a Oeste.

Esta legión de mendigos, pedigüeños, pordioseros, un regimiento de pobres de todo pelaje, con o sin perros como compañía, mayoritariamente hombres, pidiendo limosna en las puertas de las iglesias, y de los supermercados. Los hay quienes presentan problemas de salud mental. También pueden ser vistos vendiendo tostones, y caramelos en los semáforos de las avenidas más transitadas. Los más osados entran en las tascas, cafetines, y panaderías, hasta que la seguridad de esos establecimientos los echa de malos modos. Por las noches duermen debajo de cualquier escalera, tapados con cartones, y con el único consuelo de beber algo de agua no apta para el consumo humano.

Es la otra cara de la Venezuela solidaria, revolucionaria, petrolera, y turística del Caribe Mar, y su clown cubano; los enchufados que no lo quieren ver, es porque estos mal nacidos, revelan que la crisis nunca se fue, ni se irá, que es un monstruo con el que se debe convivir muchos años mas.

Salir por los alrededores de las Mercedes, Chacaíto, Chuao, Sabana Grande en Caracas, es descubrir que es una plaza codiciada por los mendigos, hay que prepararse con un sencillo las pocas veces que salen los: ¡"no enchufados sin escolta"! Para dar limosnas. En esto está la diferencia, de ser la mayoritaria clase profesional sobreviviente. Vi a un ciudadano darle 1$ a un anciano sentado en el suelo, junto al Centro Comercial El Recreo. Inclinando su cabeza en señal de agradecimiento. ¿Cuántas horas del lavado de la mala conciencia, de la clase politiquera se pueden comprar con ¡$? A buen entendedor la respuesta la tendrá el venezolano asalariado, y explotado por los comerciantes árabes, persas, y chinos, expertos en antitética, y esclavitud moderna del siglo XXI.

Por ahora el venezolano seguirá naciendo pobre, y se morirá siendo pobre.

Venezuela camina hacia una sociedad minoritaria de enchufados. Es decir, que quien nace pobre tiene todas las papeletas para seguir siéndolo el resto de su vida. En cambio, los ricos suceden a los ricos sin demasiados problemas, gobierne el jeque pedevesero de Mérida o gobierne dracula.

En la IV R, las posibilidades de prosperar eran enormes viniendo de abajo gracias a la educación, y el esfuerzo debido al denominado ascensor social, esto hoy es una quimera o extravagancia en 2023. Si alguien creyó en la revolución, lo cual tiene hoy un indudable arrepentimiento en un país tan inclinado al nepotismo, la realidad, los obliga a ir desengañándose.

Aquel sueño de la igualdad de oportunidades, aún vive en los discursos mendaces de algunos politiqueros de baja ralea. Muchos en la IV se beneficiaron de esa igualdad de oportunidades, y lograron subír dos o tres escalones gracias a ese ascensor social. En la Venezuela del siglo XXI, los jóvenes venezolanos no tendrán esa suerte. La crisis de 2023 ha acentuado la desigualdad condenando a un par de generaciones a una nueva forma de proletariado, sin esperanza ni futuro.

Como la justicia social se aleja, siempre nos queda el ejercicio de la desprestigiada mendicidad.

En estos tiempos de saqueo a PDVSA, nadie está libre de una caída que lo lleve a la miseria. Por eso todos los jóvenes venezolanos viven en asechanza, los unos de los otros, con la navaja pico e’ loro, entre los dientes, temerosos de que cualquier comerciante extranjero desaprensivo los explote en el trabajo, por un mísero sueldo primero, que además no les alcanza para mantener la casa, la mujer, y los hijos, y los desahucien, y acaben haciendo cola por una bolsa de comida. Se necesitan instituciones ejemplares que acometan, una labor encomiable en favor de tantos olvidados.

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